Caza

Las causas del declive de la perdiz roja

La perdiz roja, la reina de la caza menor en España se ve amenazada por múltiples causas y actuaciones.

Perdices rojas. Madre (a la izquierda) con cría de unos cuatro meses.
Perdices rojas. Madre (a la izquierda) con cría de unos cuatro meses.Sergio Gómez

Las patirrojas han sido desde antiguo una de las especies predilectas de los cazadores para practicar el deporte de la caza. Su actual declive pasa por la fuerte presión a la que se encuentra sometida en ciertas zonas, algo que puede mejorarse con una buena gestión del medio.

La perdiz roja es ante todo una especia ideada para su propia supervivencia, sus grandes polladas cada año deberían ser suficientes para alimentar a sus numerosos depredadores, ser objeto de caza y seguir prosperando. Al final de la temporada de caza menor es fundamental tener como mínimo más de 3 parejas por cada 100 hectáreas y/o una relación de más de 3 jóvenes por cada individuo adulto o la caza no sería viable en la zona a la espera de recobrar las poblaciones.

Causas que reducen las poblaciones de perdiz roja

Las causas que propinan el declive en las poblaciones de perdiz roja son diversas y variadas. Algunas son incontrolables pero la mayoría de ellas (causadas por el hombre) serían fácilmente abordables de no vivir en una economía tan agresiva y estructurada.

Agricultura: la moderna agricultura es en primer lugar y sin lugar a dudas la principal causante de la muerte directa e indirecta de las poblaciones de perdiz roja. Es una causa provocada por el hombre y reversible. La mecanización agraria y la modernización de las técnicas de cultivo han supuesto un enorme avance en la rentabilidad productiva de los cultivos, pero el precio a pagar no es solo el de las especies cinegéticas si no el de otras muchas que han desparecido o están en vías de hacerlo. La concentración parcelaria que en muchos casos fue mal diseñada y la intensificación urbanística en determinadas zonas han supuesto una pérdida de calidad y extensión del hábitat de la perdiz. Las prácticas agrícolas agresivas como el excesivo uso de productos fitosanitarios en los cultivos, el uso de la maquinaria durante la noche, la recogida y empacado inmediatos, la pronta cosecha de los cultivos o la quema de rastrojos dejan sin refugio, sin nidos y sin alimento a las perdices.

Excesivo pastoreo: el ganado ha coexistido siempre con la caza. Ganadería, agricultura y caza están íntimamente unidas al desarrollarse en el mismo entorno. Pero los cambios en lo hábitos del manejo del ganado extensivo y el excesivo pastoreo que en muchas zonas se está produciendo durante todo el año y en todo tipo de paraje supone una práctica ganadera realmente dañina para las patirrojas.

Presión predadora: otro factor que determina la reducción de estas poblaciones es la gran presión predadora. El aumento de rapaces, suidos, córvidos y gatos salvajes unido a la falta de control por parte de los cazadores supone un peligro constante para la supervivencia de las perdices en los cotos de caza. La gestión y eliminación de los depredadores debe ser un punto fundamental para mantener un buen equilibrio en un coto de caza.

Presión cinegética: obviamente la propia caza puede ser también un factor limitante en la conservación de la perdiz roja. Debe evitarse la excesiva presión cinegética sobre la especie y cumplir a rajatabla las fechas y cupos diseñados en el Plan Técnico de Caza del coto. Este informe es diseñado por un técnico competente y de su cumplimiento depende la conservación y mejora del entorno.

Repoblaciones descontroladas: introducir indiscriminadamente perdices de granja en lo cotos no favorece en absoluto a la perdiz salvaje y autóctona.

Declive del conejo: la escasez de este lagomorfo en muchas zonas de España es también causa de la disminución de la perdiz al convertirse ésta en la dieta de muchos depredadores que tenían en el conejo su principal fuente de alimentación. Este es un claro ejemplo de como las poblaciones se encuentran en un equilibrio que de perderse puede traer consecuencias graves en el entorno.

Clima: cuando el tiempo se presenta con condiciones realmente duras hace estragos en las poblaciones perdiceras. Las sequías prolongadas y las tormentas desmesuradas son ejemplos naturales que el hombre poco puede controlar pero el cambio climático que el hombre ha provocado parece que tiene mucho que ver con estos fenómenos. No obstante, el clima es un factor sobre el que no se puede intervenir y por lo tanto modificar para mejorarlo.