Peregrinación
¿La Virgen se sigue apareciendo en Medjugorje?
Hace 40 años que millones de peregrinos acuden a una vidente que seguiría conversando con María
Hace trece años, una conocida le habló a Teresa de un pueblo de Bosnia y Herzegovina en el que se aparecía la Virgen. «¿Cómo me dices que se escribe?». Medjugorje. Pudo tirar el papelito donde lo apuntó. Pero no lo hizo. Se lo pasó a su marido y Luis Miguel le soltó: «¿Dónde vas? Si eso de las apariciones ya no se lleva…». A esa primera reacción le siguió un runrún que desembocó en un primer viaje de este matrimonio de abogados hasta el conocido monte Podbrdo. Luis Miguel Onieva, que por aquel entonces era hermano mayor del Santo Entierro de Sevilla, es hoy el vicepresidente de la Fundación Centro Medjugorje en España y ha viajado 18 veces al que se ha convertido en uno de los centros de peregrinaciones más relevantes. «¿Cómo has ido a la Bosnia a buscar a la Virgen si aquí tienes a la Macarena?», le preguntan sus amigos. «Simplemente he respondido una llamada», responde aclarando siempre a su entorno. «Yo he visto a la Virgen con el corazón, no con los ojos».
Como él, millones de personas se han plantado en esta localidad cerca de la frontera con Croacia para recuperar una fe perdida o reafirmarla aún más. El tirón de Medjugorje ha levantado no pocas sospechas en Roma. Justo en esta semana se cumplen 40 años de unas supuestas apariciones que arrancaron en la Yugoslavia comunista de 1981, cuando un par de adolescentes aseguraron haber visto una figura luminosa en pleno campo, la silueta de la madre de Jesús que les llama a rezar por la paz. De aquellos infantes, solo Mirjana Dragicevic-Soldo defiende haber continuado sus citas con María una vez al mes prácticamente hasta hace un año. El 18 de marzo de 2020 Mirjana habría mantenido su última conversación con la madre de Jesús. Según los testigos de este encuentro, tras este suceso, la vidente abandonó el lugar llorando y pidió estar sola.
El expediente sobre la veracidad de estos sucesos sigue abierto en manos del obispo polaco Henryk Hoser, nombrado por el Papa Francisco como visitador apostólico en la parroquia de Medjugorje. «Mientras la Iglesia lo estudia, sigue el criterio de la prudencia. Y lo hace con una praxis normal, un análisis y seguimiento. Lo que sucede es que mientras no se terminen los fenómenos no se puede dar ningún veredicto», detalla el padre Agustín Giménez González, asesor en España de la Fundación y director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid.
Ante este hecho, durante décadas el Vaticano no dio luz verde a los viajes de forma oficial hasta mayo de 2019 cuando permitió que obispos y sacerdotes pudieran organizarlas. Un punto de inflexión que también se ha visto hace un mes cuando el Papa incluyó este espacio mariano regentado por los franciscanos dentro el circuito de otros santuarios católicos para participar en el rezo extraordinario del rosario en mayo para acabar con la pandemia. «Lo que es innegable y la Iglesia reconoce es que a la gente que va, le cambia la vida, vuelve al encuentro con Dios y a una fe evangelizadora», respalda Giménez González, que apoya el trabajo que se hace en las peregrinaciones «para no perderse en lo secundario». «Hay gente que puede ir buscando lo sobrenatural, si el Sol da vueltas o si aquello huele a rosas durante un instante. Yo no he visto nada nunca ni he estado con nadie que haya visto algo extraordinario en el exterior», subraya el sacerdote que sí respalda cómo lo que se buscan en esos días de retiro es «dirigir la mirada a lo esencial: la vida de parroquia, la eucaristía diaria, el rezo del rosario, las confesiones y la adoración».
«Es un lugar donde se nota la presencia maternal de la Virgen, una herramienta de evangelización y conversión. Sin que tú hagas nada, Ella hace algo en ti», explica Onieva con serenidad, alejado de cualquier postureo pseudomístico. «Yo he sido un creyente de toda la vida y sé que los conversos buscan transmitirte con insistencia en todo momento lo que sienten. Yo no soy así, pero es verdad que he experimentado un cambio en mí y en mi entorno. En mi caso, se ha convertido en faro y luz de mi vida», comenta Onieva.
Al igual que sucede con Lourdes y Fátima, hay quien contempla Medjugorje como un negocio a la manera de un parque temático mariano. «Cuando llegas puedes ver el negocio por todos los lados: el hotel, las tiendas, las restaurantes... Es verdad que donde está el hombre está la miseria. Eso puede suceder en el entorno, pero la gente que va, va a rezar y a hacer ejercicios espirituales muy intensos», comenta Paco Rebollo, que se dejó caer por allí con su mujer y sus tres hijas por primera vez en 2013: «Siempre me he considerado creyente, pero llevaba treinta años sin pisar en condiciones en una iglesia. Allí me reafirmé como cristiano, que Dios existía, pero yo dudaba. Pasé de la idea de un Dios castigador a un Dios misericordioso».
Desde ahí no tiene problema alguno en compartir lo que supuso participar en una de las apariciones mensuales un 2 de octubre: «Estábamos pasando un momento en el matrimonio y la crianza. No puedo explicar lo que vi allí porque soy un tío muy racional. Solo sentí que recibí algo muy impactante. Mi mujer y yo nos abrazamos y lloramos». Paco interrumpe el relato para reafirmar que no quiere dar la sensación de ser un «loco iluminado»: «No quiero darle mucha importancia como si fuera una anécdota extraña. Simplemente, lo que viví, me traspasó, me llenó de amor, generó una conversión y, desde entonces, todo vino rodado en mi familia”. Eso no significa que todo sea de color de rosa en su casa o en lo laboral, pero mira la realidad con otros ojos y su compromiso como cristiano se ha disparado, implicándose en iniciativas eclesiales con el Centro de Orientación Familiar, el Proyecto Amor Conyugal o los Grupos Emaús.
La escapada mariana de Tamara Falcó
La pandemia redujo la actividad de Medjugorje a la mínima expresión. Pero ahora cerca de 30.000 personas han participado estos días en la conmemoración de los 40 años de las apariciones. El eco del santuario es tal que llegan peregrinos desde los cinco continentes. Desde España un viaje de unos seis días en hotel todo incluido y los guías puede rondar los 700 euros. Para julio están organizadas desde nuestro país hasta diez peregrinaciones. Hasta allí han viajado también rostros populares. La más reciente, Mar Torres, la que fuera novia de Felipe Juan Froilán. Hasta el monte Podbrdo también fueron Tamara Falcó y la modelo Astrid Muñoz.
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