Relaciones Iglesia-Estado
La plegaria de la Iglesia a Moncloa: más diálogo y menos leyes exprés
Bolaños expone su agenda laicista al presidente de los obispos que pide consenso
Ni un mes ha tardado el nuevo ministro de Presidencia, Félix Bolaños, en poner en marcha su agenda eclesial. Tan solo tres semanas y dos días le han bastado a la mano derecha de Sánchez en esta nueva etapa del Gobierno de coalición para mantener su primer encuentro con el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella. Una cita exprés que tuvo lugar ayer por la mañana en la sede del Ministerio de Presidencia, y se extendió durante casi una hora. Desde el Episcopado español se habla de un «ambiente de cordialidad y cercanía» entre los dos interlocutores en esta primera toma de contacto que no habría tenido otra finalidad por parte de Bolaños que abrir las carpetas de asuntos pendientes con la Iglesia.
Enfrente, el hombre de confianza de Pedro Sánchez no se topó con un cardenal que se centrara en preguntar «qué hay de lo mío», sino más bien, un qué «hay de lo de todos». O lo que es lo mismo, el arzobispo de Barcelona no centró su discurso únicamente en reivindicar el lugar de la asignatura de religión, sino a la falta de consenso con la que se formuló la nueva ley Celaá. El purpurado habría reclamado a Bolaños un verdadero diálogo en este y otros temas, «más amplio y transversal» en el que tengan cabida «todos los agentes sociales» a la hora de sacar adelante sus proyectos legislativos. El presidente de los obispos habría sugerido un mayor escucha y menos premura y unilateralidad al aprobar reformas, refiriéndose no solo a la voz eclesial, sino a otros colectivos como las familias, las personas con discapacidad, el tercer sector… «Para Omella, urge que ese diálogo no se circunscriba solo a instancias políticas con tal de sumar los escaños necesarios para su aprobación sean las siglas que sean, sino que se tome en cuenta a la ciudadanía», exponen fuentes eclesiales a LA RAZÓN sobre la ausencia de acuerdo en cuestiones sociales, morales y vinculadas la defensa de la vida.
Los obispos también están decepcionados por la fórmula exprés para sacar adelante la ley de eutanasia. Sabedores de que nunca sintonizarán en esta materia, lamentan que se ignoraran las apreciaciones del Comité de Bioética de España y se enterrara una ley de cuidados paliativos.
De esta manera, el presidente de los obispos habría reeditado ante el ministro de Presidencia, el recado con el que mandó el Papa de vuelta a España al presidente Sánchez durante su audiencia en Roma en octubre. Francisco invitó al líder socialista a «construir la patria con todos», alejándose de la tentación de las «ideologías». «La política no es cuestión de maniobras», le alertó al inquilino de Moncloa. Parafraseando al Pontífice, Omella habría subrayado ante Bolaños un concepto clave: la necesidad de que el Gobierno trabaje verdaderamente por el «bien común» sin dejar a nadie fuera.
No se trata de una petición baladí, teniendo en cuenta que en el horizonte en este tramo de legislatura se encuentra resucitar la ley de libertad de conciencia que se quedó guardada en el cajón de Zapatero, así como aterrizar la Ley de Memoria Democrática de Presidencia, con la salida de los benedictinos del Valle de los Caídos, amén de la revisión de los acuerdos Iglesia-Estado que reclama la ponencia marco del congreso socialista de otoño.
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