Quinta ola

Los “contagios por botellón” vuelven a ser el primer problema

Pese a su vulnerabilidad en la quinta ola, los jovenes no renuncian a las concentraciones en la calle en torno al alcohol, que se multiplivcan los fines de semana

Ambiente en la playa de la Barceloneta.
Ambiente en la playa de la Barceloneta.ALEJANDRO GARCÍAAgencia EFE

Detrás de la quinta ola «explosiva» en la que los menores de 30 años han estado en el epicentro de los contagios se encuentra una «costumbre» especialmente arraigada entre la juventud española: el botellón. Como fenómeno sociológico está asociado a la cultura juvenil y surge en España a principios de los 90 como espacio de socialización al margen de los horarios reglados y los tiempos estandarizados.

Para los expertos, la razón por la que ha calado especialmente en nuestro país es el clima y la permisividad con respecto al alcohol, pero también por la mayor sociabilidad que tiene la juventud española, que es mucho más expansiva y abierta que en países del centro o norte de Europa.

Un clima favorable, una cultura y forma de ser que invita a socializar en la calle, el bajo poder adquisitivo de los jóvenes y la falta de medios policiales para hacer cumplir las normativas, explican que cada fin de semana se organicen botellones en cualquier localidad de España.

Solo en la playa de Palma de Mallorca, durante el mes de julio, la policía ha tenido que disolver a una media de 12.000 jóvenes cada fin de semana. Durante el mes de agosto, las aglomeraciones después del cierre de los locales nocturnos se han concentrado en la zona de Magaluf, donde la policía intervino este fin de semana ante varios altercados de turistas contra coches y mobiliario urbano, y también para dispersar a los turistas que se agolpaban sin mascarilla. En concreto, desde las 00:45 hasta las 02:30 horas, el dispositivo policial se encargó del desalojo de la Playa de Magaluf, el paseo marítimo y la calle Punta Ballena.

Pero los altercados no solo se han producido en Mallorca, también en Lekeitio (Vizcaya), donde la Ertzaintza tuvo que disolver un botellón con más de 200 jóvenes junto a la playa. En Sevilla desalojaron a más de 1.000 personas que incumplían las medidas anticovid para evitar contagios de coronavirus en 17 locales, botellones y fiestas en la calle. La Policía Municipal de Madrid interpuso el fin de semana en el conjunto de la ciudad 493 multas por consumo de alcohol en vía pública en la celebración de San Cayetano del distrito de Centro. Punta Umbría (Huelva), Fortuna (Murcia), Jerez (Cádiz), Málaga…. la lista es interminable. Lo peor se espera el fin de semana que viene, que coincide con la festividad de La Asunción (día 15) en un gran número de municipios de España. ¿Cómo se puede controlar esta fuente de contagios?

El concejal de Protección Ciudadana del Ayuntamiento de Valencia, Aaron Cano (PSPV), admite que no se puede controlar “que la gente salga de sus casas”, y opina que es “demasiado” trasladar a la Policía Local la responsabilidad de evitar los contagios por botellón, responsabilidad que “debe recaer en cada persona” y no en unos funcionarios públicos que “no tienen entre sus funciones el control del contagio”.

El aumento de la incidencia entre el grupo etario que suele participar en ellos, jóvenes entre 15 y 21 años, no parece causar ningún efecto disuasorio. Tampoco las constantes advertencias por parte de las autoridades sanitarias y los medios de comunicación, que se esfuerzan en mostrar que, al contrario de los que sucedía en las primeras oleadas, los menores de 30 no están a salvo de enfermar gravemente, e incluso morir a causa del virus. Decenas de sociedades científicas del ámbito de la medicina han suscrito un manifiesto que insta a limitar la interacción social para frenar la expansión del virus y que avisa que también afecta a los jóvenes, pues “no se trata de un catarro”. El documento apela a vacunarse lo antes posible, limitar el número de contactos sociales, evitar reuniones de más de diez personas, reducir los desplazamientos, fomentar el teletrabajo y usar la mascarilla siempre ante cualquier contacto social. “La epidemia ha cambiado y esto ya no es como Wuhan (China); esto de que a los jóvenes no les pasa nada, que es un catarro, es mentira”, destaca el jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital del Mar de Barcelona, Pablo Horcajada.

Cada día, especialistas de distintos hospitales de España publican en Twitter el número de jóvenes ingresados en planta y UCIS con el objetivo de convencerles de que no son “indestructibles” y que les puede tocar a ellos. Sin embargo, nada parece disuadirles, y las vacaciones de verano no ayudan.