Sale al paso de los rumores

Francisco, ante las alertas sobre su salud: «Todavía estoy vivo»

«Siempre que el Papa está enfermo corre huracán de cónclave», admite el Santo Padre

Una mujer toca el rostro del Pontífice durante la audiencia general en el Vaticano el pasado miércoles
Una mujer toca el rostro del Pontífice durante la audiencia general en el Vaticano el pasado miércolesETTORE FERRARIAgencia EFE

«Estoy vivo». No lo afirma Javier Gutiérrez a golpe de guion, sino el Papa ‘motu proprio’. Con esa franqueza responde a la primera pregunta que le lanza Carlos Herrera en la entrevista con la que arranca la temporada de su programa matutino de Cope. «Todavía vivo», sentencia con tono serio y esa retranca bergogliana que deja entrever que sabe que no pocos en los foros eclesiales buscan dar carpetazo al Pontificado antes de tiempo o dejar la sombra de la duda sobre su capacidad para llevar el timón.

«Es la segunda vez en mi vida que un enfermero me salva la vida, un hombre de mucha experiencia», expone Francisco a Herrera en referencia a la operación de colon a la que fue sometido el 4 de julio. La intervención, que estaba programada desde comienzos de año pero sobre la que nadie de su entorno dejó caer la más mínima pista, se programó justo en el inicio de las vacaciones del Pontífice, con vistas a que estuviera en plena forma en el arranque de este curso escolar. O lo que es lo mismo, para el viaje a Hungría y Eslovaquia que realizará del 12 al 15 de septiembre. Hasta ahora, había trascendido que, si bien en un principio, estaba previsto que el Santo Padre fuera intervenido por laparoscopia, una técnica poco invasiva, fue necesario hacerlo a través de una laparotomía, lo que ha provocado un postoperatorio más lento añadido a los diez días de hospitalización. De hecho, tanto en julio como en agosto se ha visto obligado a reducir aún más de lo previsto su agenda pública.

Al margen de esta cuestión, hasta el momento se desconocía cualquier otra incidencia, como la que ahora se insinúa en la entrevista al referirse al sanitario ‘salvador’. «La primera vez que me salvaron fue en el año 57», ahonda el Papa en el extracto de su diálogo con el locutor almeriense. Y es que, cuando Jorge Mario Bergoglio contaba con tan solo 21 años y era un joven que apenas llevaba unos meses en el seminario diocesano porteño de Villa Devoto le fue detectada una afección pulmonar. Ingresado en el hospital, el médico le dio penicilina y antibióticos en pequeñas dosis. «La monja que estaba en la sala la triplicó porque tenía una intuición, sabía qué hacer, porque ella estaba con el enfermo durante todo el día», desveló el Papa en el libro ‘I Fioretti di Papa Francesco’, en el que relataba cómo «el médico, que era muy bueno, pasaba su tiempo en un laboratorio, pero la monja estaba viviendo en el frente de batalla y hablaba con los de la línea del frente todos los días».

Lo cierto es que la reciente operación papal, más que hacer saltar las alarmas sobre su salud, ha abierto de nuevo la veda a las especulaciones para quienes ejercer una oposición más o menos manifiesta a las reformas que promueve Francisco y que precisamente ven en su pontificado una especie de ‘constipado’ que se pasará cuando llegue el siguiente sucesor de Pedro. Así, hace justo una semana el diario italiano ‘Libero Quotidiano’ se despachó con un titular en el que daba por hecho que el Papa argentino está «dispuesto a renunciar». «El motivo de la dimisión de Bergoglio no sería principalmente su edad, sino su estado de salud», defendía el periódico.

Ahora, de la mano de Carlos Herrera, Francisco sale al paso de estos rumores. «Siempre que el Papa está enfermo corre brisa o huracán de cónclave», sentencia un pastor que siempre ha sido consciente de que asumía el liderazgo de la Iglesia justo cuando había presentado ya su carta de jubilación como arzobispo de Buenos Aires.

En cualquier caso, desde que Francisco inició su particular proceso de renovación para configurar una Iglesia «en salida, misionera, de los pobres y para los pobres», asumió que eso implicaba una oposición curial y mediática. Tanto es así que, también desde medios italianos, se llegó a especular sobre un posible problema cerebral. De la misma manera, también han llegado a los oídos del papa un supuesto intento de envenenamiento, una amenaza de momento sin fundamento que, como otras tantas cuestiones, afronta con humor. «¿Por qué crees vos que como rodeado de gente todos los días en el comedor de Santa Marta? Porque si caigo yo, caen todos…», bromea Bergoglio con aquellos que le abordan con esta cuestión, de sobra conocida para él.