Sanidad

¿Intercambio de bebés? Un error humano cada vez menos probable... pero no imposible

Varios estudios calculan que solo se produce un caso de confusión de identidad entre neonatos por cada 75.000 partos, como el que ha salido esta semana a la palestra en La Rioja

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No existe el método de identificación perfecto, pero un intercambio de bebés recién nacidos en un paritorio, como en el ya tristemente célebre caso del hospital de Logroño, es realmente excepcional. Algunos estudios internacionales han calculado que solo se produce un caso de confusión de identidad entre neonatos por cada 75.000 partos. En la inmensa mayoría de los casos el error se repara antes incluso de que los bebés vayan por primera vez a su nueva casa. Aún así, la posibilidad de regresar del hospital con una criatura que no es la propia angustia a las familias y preocupa a los gestores sanitarios.

De hecho, la identificación correcta de un recién nacido es un derecho reconocido por las autoridades internacionales y constituye una prioridad en la gestión de los departamentos de neonatología de todos los hospitales. La Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 recoge, en el artículo 7, que todo recién nacido tiene derecho a un nombre y una nacionalidad específicos desde su nacimiento y hace recaer en los Estados la obligación de proteger la identidad del niño si ésta hubiera sido violada o puesta en duda de manera accidental.

En España, este derecho a la correcta identificación del bebé aparece avalado por la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor de 1996. En las normativas de registro estatales y autonómicas se especifica claramente la obligación de la administración de asegurarse la identificación de los recién nacidos de manera inequívoca y la determinación sin ningún género de dudas de la relación entre la madre y el hijo a través de la realización de todas las pruebas médicas, biométricas y analíticas necesarias.

A pesar de ello, el trabajo de identificación y filiación en un paritorio no ha estado exento de controversias. Ninguno de los métodos utilizados a lo largo de la historia para esta tarea es infalible, exceptuando quizás el más reciente de todos: el empleo de la huella genética de la madre y su retoño.

Según el Comité de Estándares de la Sociedad Española de Neonatología, el sistema ideal de identificación del recién nacido debe ser realizado en el mismo momento del nacimiento antes de que se produzca la separación de la madre y el hijo, tiene que ser mínimamente invasivo para que no intervenga en los primeros momentos de formación del vínculo materno-filial, debe servir para rastrear la identificación de ambas personas durante todo su estancia en el hospital, debe ser fiable y ha de permitir una rápida resolución en caso de conflicto.

En la actualidad se emplean diferentes estrategias de identificación de bebés y, en algunos casos, los hospitales ponen en práctica varias de ellas en paralelo. La más conocida es el empleo de brazaletes con el nombre de la madre y la fecha y hora de nacimiento, así como el sexo del neonato. Estos brazaletes se cierran sobre la muñeca de la madre y el tobillo del bebé y han evolucionado recientemente hacia formas más eficaces de identificación que incluyen códigos de barras exclusivos, así como dispositivos para el acompañamiento de la historia clínica y en algunos casos otro tipo de documentación.

Desde marzo del año 2000 se introdujo en España el Documento de Identificación Sanitaria Materno-filial Obligatorio en los centros sanitarios que cuentan con maternidad y en el que constan la firma de la madre y la del personal que ha realizado la identificación del bebé, además de las huellas del dedo índice y del dedo corazón de la mano derecha del neonato y la del dedo índice de la mano derecha de la madre.

Pero muchos expertos han reconocido que los métodos convencionales de identificación presentan algunos problemas. la impresión de las huellas de un niño recién salido del vientre de su madre no es tarea sencilla. Cuando se trata de reproducir la huella plantar, por ejemplo, algunos análisis han demostrado un alto grado de incertidumbre. De hecho, menos del 10 por 100 de las huellas tomadas presentan todos los puntos de identificación requeridos. Los brazaletes tampoco son infalibles y, aunque es muy raro, en ocasiones pueden desprenderse o deteriorarse, sobre todo si hay que practicar actos médicos invasivos en alguno de los dos pacientes, madre o hijo.

Junto a estos métodos algunos hospitales incorporan sistemas de rastreo mediante radiofrecuencias que aseguran que siempre han estado unidos el brazalete de la madre y la criatura.

Pero probablemente el método más eficaz de todos sea el cotejo genético. Para ello en prácticamente todas las comunidades autónomas existe la posibilidad de extraer muestras de sangre a la madre y muestras del cordón umbilical del retoño para equipararlas genéticamente e integrarlas en cualquier tipo de soporte identificativo que vayan a llevar ambos durante su estancia en el hospital. El método ha sido defendido en numerosas ocasiones por la Asociación Española de Pediatría y es la mayor garantía de una identificación segura.

Hoy en día, todos los centros sanitarios utilizan una conjunción de estas medidas. Por ejemplo, mantienen el método de los brazaletes y los códigos de barras pero incorporan la necesidad de tomar una muestra de sangre del cordón umbilical y depositarla en un soporte que permita hacer un rápido cotejo genético en el caso de que sea necesario. La clave del éxito de este sistema está sin embargo en la buena praxis de los profesionales y el error humano no es descartable al 100 por 100. En cualquier caso la posibilidad de que se produzca un intercambio y que el entuerto llegue a durar años es hoy en día prácticamente cero.