La Palma

El delta del volcán crece hacia el sur, alimentado por una potente colada

Los expertos insisten en que el volcán no está estabilizado mientras 300 vecinos siguen confinados para evitar la nube tóxica

Un nuevo delta, que ya mide cinco hectáreas, crece hacia el sur de la isla de La Palma, ganado terreno al océano Atlántico, frente a la playa del Perdido, retroalimentado el fondo marino arenoso de forma constante con una potente colada de lava que sigue fluyendo –diez días después– del cráter del volcán de Cumbre Vieja. La nube tóxica que ha creado, con una gran liberación de ácido clorhídrico por el contacto del magma con el agua salada, es visible a kilómetros de distancia, tanto por mar como por aire, «sin riesgo» para los 4.000 vecinos del municipio costero. Según las autoridades al frente de la emergencia, esta única buena noticia responde al efecto de la dirección de los vientos, que la trasladaba mar adentro y de forma lateral, diluyéndola en la atmósfera.

«La calidad del aire es buena», insisten en recordar las autoridades insulares y los servicios de emergencia al frente de la emergencia del volcán, cuya colada norte llegó al mar apenas 12 horas después de haber pasado a tener un comportamiento crato magmático –más conocido como hawaiano–, menos explosivo, pero con una enorme emisión de lava incandescente a 1.200 grados centígrados. La tasa de dióxido de azufre se sitúa en 10.750 toneladas diarias, un aumento significativo por la constante actividad volcánica, que no ha vuelto a dar respiro tras una tregua de apenas dos horas este lunes.

“La erupción no está estabilizada”

«Todo lo que no se pueda mover entre en el curso de la colada activa no se puede salvar de ninguna manera». Así lo recuerdan fuentes del Comité Científico en La Palma que, encabezados ayer por el director técnico del Pevolca, Rubén Fernández, y por la directora del Instituto Geológico Nacional, María José Blanco, hacían público el informe científico para subrayar que «la erupción no está estabilizada». Las últimas evacuaciones y el confinamiento de cuatro barrios de Tazacorte «se van a mantener en tanto no se tengan los resultados definitivos de la composición de los gases» producidos por el magma en contacto con el agua de Atlántico.

Otro cúmulo de vapor mucho más oscuro y peligroso, desaparece y reaparece de forma intermitente tierra adentro, en la misma franja del litoral, por la explosión de fertilizantes, combustible en fincas y la quema de miles de metros del plástico de los invernaderos ahora sepultados por el magma. Un amplio operativo de la Guardia Civil retiraba ayer, junto a decenas de agricultores y bajo una estrecha vigilancia, más de 10 toneladas de productos tóxicos del interior de uno de los almacenes de plátanos de la zona.

Solo 73 vecinos a VPO

Ayer, una vez más, fue día de prisas, agobios y mucha tristeza. Una carrera frenética de los efectivos que intervienen en la emergencia para evitar pérdidas humanas, ocupados en prevenir el probable crecimiento de una colada que ya tiene algo más de 800 metros de ancho. Mientras, 300 vecinos siguen confinados para evitar respirar esta nube tóxica, de la que emana amoniaco y cloruro de sodio, mientras otros 100 se han sumado a los más de 6.000 desplazados, de los que solo 73 podrán mudarse a viviendas de protección oficial del Gobierno de Canarias, si todo sale según lo previsto, en unos días. Pese a la habilitación de los 10 primeros millones de euros para el pago de alquileres y la compra de enseres de primera necesidad, decenas de personas permanecen durmiendo en albergues al norte de la isla, mientras muchas otras siguen alojadas en precarios cuartos de apero, casetas en jardines y viviendas de familiares. Los afectados comienzan a entonar un mismo mantra, diez días después de los desalojos. Insisten en que aún cuando la erupción volcánica no ha terminado, se necesita «diligencia, urgencia» para conseguir una alternativa habitacional estable y digna, desde la que puedan proyectar un nuevo futuro, enviar sus hijos al colegio y recuperar «algo de lo cotidiano», señalan.

No son los únicos desesperados. Más de 2.000 vecinos de Puerto Naos, El Remo y La Bombilla, no pueden volver a sus hogares, ahora incomunicados por la desaparición de la que en la isla se conoce como «carretera de la costa», la única conexión que quedaba para alcanzar esas zonas, a las que ahora solo se puede acceder tras un trayecto de 80 kilómetros, para luego utilizar pequeñas pistas que permiten la circulación en un solo sentido y que la Consejería de Infraestructuras del Cabildo palmero ha habilitado de forma temporal, mientras se decide cómo y con qué plan de ingeniería viaria se recuperan las comunicaciones vía terrestre.

26 km de carretera “engullida”

Ya son 26 los kilómetros de carretera engullida por una colada volcánica que llega a superar, en algunos tramos, los 15 metros de espesor. La radiografía actualizada del satélite Copernicus revela se ha duplicado el terreno afectado hace apenas dos días, con 476 hectáreas enterradas por el manto negro que comienza en Cabeza de Vaca, El Paso, y termina en el nuevo delta, un nuevo espacio terrestre que pasará a serpropiedad del Estado. Crece también el número de edificaciones damnificadas, con un recuento de 744, mientras se siguen registrando terremotos, seis de ellos con un magnitud 3 en la escala de Ritcher y a una profundidad de entre 10 y 12 kilómetros.