Exclusiva
Cardenal Czerny: “Quien piense que Francisco es anticapitalista, que relea ‘Fratelli tutti”
LA RAZÓN entrevista en exclusiva al cardenal responsable de la aplicación de la encíclica, el jesuita Michael Czerny, subsecretario de la sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral
El cardenal jesuita Michael Czerny es uno de los hombres de confianza de Francisco. De ahí que en sus manos esté una prioridad del pontificado: los migrantes y los refugiados. Como subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral está al frente de aplicación de ‘Fratelli tutti’ (FT), la encíclica social del Papa que firmó hoy hace un año. De hecho, por primera vez en la historia de un documento magisterial se ha desarrollado bajo su supervisión una campaña virtual de difusión, especialmente en redes sociales, con la ayuda de más de 300 entidades para explicar qué es y cómo hacer realidad «la fraternidad universal» que propone el Papa. De ello da fe Marta Isabel González, oficial vaticana responsable de Comunicación y Prensa en el Dicasterio que atestigua cómo “este trabajo en equipo ha logrado que a día de hoy estén disponibles y moviéndose por redes sociales como Twitter e Instagram, incluyendo stories, un total de 150 imágenes en cinco lenguas que del 6 de septiembre y hasta el próximo 27 de noviembre llenarán nuestros teléfonos de mensajes de esperanza, reflexiones y preguntas sugerentes y de citas de la encíclica”.
Evaluar la aplicación en 365 días de una encíclica que propone un nuevo orden mundial tras la pandemia es una auténtica locura. ¿No es así?
¡Al contrario! Cuando se afronta un gran reto como este, es imperativo responder inmediatamente con fe y esperanza, y con gran generosidad. Así marcó el camino Francisco, cuando se inició la pandemia, que coincidió con el tiempo de la Pascua: allí aprovechó para confiarnos que “el peligro de contagio de un virus debe enseñarnos otro tipo de ‘contagio’, el del amor, que se transmite de corazón a corazón”. ‘Fratelli tutti’, entre muchas otras cosas, no ha hecho más que recordarnos esto… En lugar de dejarnos llevar por la tentación del “aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses”, apostar por “la cercanía, la cultura del encuentro. El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura del enfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí” (FT 30).
¿De qué está satisfecho en este primer año de la encíclica?
Si bien el magisterio de los pontífices ha abordado explícitamente la cuestión de las migraciones y los refugiados desde hace más de un siglo, nunca había habido una encíclica que abordara explícitamente el tema. Hoy, con ‘Fratelli tutti’, tenemos una encíclica que fundamenta profundamente la actitud y la respuesta a la que Jesús nos invita a todos. Francisco nos interpela a todos a cuestionarnos quién es mi prójimo, cuál es el límite de las fronteras que imponemos, a mirar al herido o al extraño del camino... Y nos anima, no solamente a abrir nuestras puertas y mentes con las personas obligadas a migrar, sino a abrir el corazón, a aprovechar el “fecundo intercambio”. Ya que “no es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede ‘a un costado de la vida’” (FT 68). Y cambiemos, como Jesús, el paradigma del que estamos: “ya no digo que tengo ‘prójimos’ a quienes debo ayudar, sino que me siento llamado a volverme yo un prójimo de los otros” (FT 81).
¿Por qué una encíclica como ‘Fratelli tutti’ parece haber sido recibida con más entusiasmo en foros ajenos que en la Iglesia?
Creo que este “más entusiasmo en foros ajenos” puede haber sido el caso de ‘Laudato si’’, al menos en lo que respecta a su primera acogida. ‘Fratelli tutti’, desde un “diálogo con todas las personas de buena voluntad”, está siendo muy bien recibida en todos los ámbitos. Y esto se da, me parece, porque se trata de un anhelo que quiere reconocer la dignidad de cada persona humana y así lograr “renacer entre todos un deseo mundial de hermandad [...] como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos” (FT 8).
¿Es la fraternidad humana una utopía irrealizable o se podría aterrizar de verdad en un país, en una región, en una localidad?
Si leemos realmente ‘Fratelli tutti’ con el corazón, no nos plantearíamos esta pregunta. No hay una intención de obligar ni convencer a nadie a “vivir juntos”. Más bien, hay una invitación a “apreciar la riqueza y la belleza de las semillas de la vida en común que hay que buscar y cultivar juntos”. Y como exclama Francisco: “¡Qué bonito sería que a medida que descubrimos nuevos planetas lejanos, volviéramos a descubrir las necesidades del hermano o de la hermana en órbita alrededor de mí!” (FT 31). Lejos de ser utópico, eso tiene el realismo comprometido que da lugar a esperanza.
¿Qué le diría a quien piensa que esta encíclica y que Francisco es anticapitalista y populista?
Lo invitaría a leer y releer la encíclica, con calma, y a escuchar al Papa Francisco, en lugar de caer en etiquetas que poco ayudan. Por ejemplo, basta con el Evangelio: “En cambio, un samaritano, que iba de viaje, llegó a donde estaba el hombre herido y, al verlo, se conmovió profundamente, se acercó y le vendó sus heridas, curándolas con aceite y vino. Después lo cargó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un albergue y se quedó cuidándolo. A la mañana siguiente le dio al dueño del albergue dos monedas de plata y le dijo: ‘Cuídalo, y, si gastas de más, te lo pagaré a mi regreso’. ‘¿Cuál de estos tres te parece que se comportó como prójimo del hombre que cayó en manos de los ladrones?’ El maestro de la Ley respondió: ‘El que lo trató con misericordia’. Entonces Jesús le dijo: ‘Tienes que ir y hacer lo mismo’”. (Lc 10,25-37).
El diálogo interreligioso vertebra el texto. Hay quien piensa que el Papa y la Iglesia no deberían entrometerse en hacer propuestas en materia social, política, económica… ¿Quizá porque la voz de denuncia de Francisco incomoda?
Bueno, la voz de denuncia de Jesús incomoda. La parábola del Buen Samaritano con sus implicaciones sociales, políticas y económicas incomoda. El auténtico diálogo interreligioso no tiene miedo de abarcar los problemas reales de la humanidad. ¿Propuestas del Papa? “La propuesta es la de hacerse presentes ante el que necesita ayuda, sin importar si es parte del propio círculo de pertenencia [...] Para volverse cercano y presente, [el samaritano] atravesó todas las barreras culturales e históricas. La conclusión de Jesús es un pedido: ‘Tienes que ir y hacer lo mismo’” (FT 81).
¿Cómo hacerle entender a alguien que considera a un musulmán como una amenaza a la cultura occidental que no solo es posible la amistad social con el Islam, sino que es imprescindible en un mundo global e intercultural?
Invítele a conocer a un musulmán en persona, a acoger y dejarse acoger. Después, juntos, podrán reflexionar sobre la asombrosa constatación de que la amistad social entre musulmanes y católicos no sólo es posible y satisfactoria, sino que es indispensable para asumir responsablemente los enormes retos de un mundo global y disfrutar de las innumerables riquezas de un mundo intercultural.
El Papa incluye en ‘Fratelli tutti’ lo que vendría a ser el manual de un buen político. ¿Hay alguien en la esfera internacional que encaje con este perfil?
Creo que hay muchos políticos cuyos nombres son pocos conocidos, porque viven su vocación no para promover sus propios intereses, sino como servicio al bien común. En todos lados puede haber alguien, a quien le toque gobernar, que sabe escuchar el punto de vista del otro facilitando que todos tengan un espacio. El Papa dice que “con renuncias y paciencia un gobernante puede ayudar a crear ese hermoso poliedro donde todos encuentran un lugar” (FT 190).
Elija una frase de ‘Fratelli tutti’ que a usted personalmente le remueva y desinstale.
“Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos [...] soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos” (FT 8). Me remueve como cristiano y como citadino, descubrir la hermandad entre todos como cumplimiento de mi fe y, al mismo tiempo, esencial para resolver los problemas más urgentes del mundo. Pues, ¡caminemos con esperanza!
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