Día Mundial contra el Dolor

Tratamiento psicológico para aliviar el dolor crónico

Se llama Terapia de Reprocesamiento del Dolor y funciona alterando las redes cerebrales asociadas a como lo “pensamos”

Los fisioterapeutas y otros médicos que tratan el dolor cada vez se interesan más por introducir técnicas centradas en el cerebro para tratar de aliviarlo
Los fisioterapeutas y otros médicos que tratan el dolor cada vez se interesan más por introducir técnicas centradas en el cerebro para tratar de aliviarlolarazon

El dolor es uno de los grandes problemas sanitarios a los que se enfrenta la sociedad global. En España, alrededor del 20% de la poblacion adulta vive con dolor crónico. Su tratamiento involucra a multitud de profesionales del espectro sociosanitario: médicos de casi todas las especialidades, enfermeras, fisioterapeutas, anestesiólogos, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales, entre otros; pero tambien a los profesionales de salud mental. Y es que, según una nueva investigación dirigida por la Universidad de Colorado Boulder (Estados Unidos), y publicada en la revista JAMA Psychiatry, estrategias como repensar las causas del dolor y su grado de amenaza puede proporcionar a los pacientes con dolor crónico un alivio duradero y alterar las redes cerebrales asociadas al procesamiento del dolor.

El estudio ha decubierto que dos tercios de los pacientes con dolor de espalda crónico que se sometieron a un tratamiento psicológico de cuatro semanas llamado Terapia de Reprocesamiento del Dolor (PRT, por sus siglas en inglés) no sentían dolor o casi no lo sentían después del tratamiento. Y la mayoría mantuvo el alivio durante un año. Los resultados proporcionan una de las pruebas más sólidas de que el tratamiento psicológico es una opción potencialmente poderosa para las personas que quieren vivir libres o casi libres de dolor.

“Durante mucho tiempo hemos pensado que el dolor crónico se debe principalmente a problemas corporales, y la mayoría de los tratamientos hasta la fecha se han centrado en eso”, explica el autor principal, Yoni Ashar, del Departamento de Psicología y Neurociencia de la Universidad de California. “Este tratamiento se basa en la premisa de que el cerebro puede generar dolor en ausencia de una lesión o después de que ésta se haya curado, y que las personas pueden desaprender ese dolor. Nuestro estudio demuestra que funciona”.

Aproximadamente el 85% de las personas con dolor de espalda crónico tienen lo que se conoce como “dolor primario”, lo que significa que las pruebas no pueden identificar una fuente corporal clara, como un daño en los tejidos. Las vías neuronales erróneas son, al menos en parte, las responsables. Diversas regiones del cerebro -entre ellas las relacionadas con la recompensa y el miedo- se activan más durante los episodios de dolor crónico que durante los de dolor agudo, según muestran los estudios. Y entre los pacientes con dolor crónico, ciertas redes neuronales están sensibilizadas para reaccionar de forma exagerada incluso ante estímulos leves.

Si el dolor es una señal de advertencia de que algo va mal en el cuerpo, el dolor crónico primario, señala Ashar, es “como una falsa alarma atascada en la posición ‘on’”. La PRT trata de apagar esa alarma. “La idea es que, al pensar en el dolor como algo seguro y no como algo amenazante, los pacientes pueden alterar las redes cerebrales que refuerzan el dolor y neutralizarlo”, explica el investigador.

Para el ensayo controlado aleatorio, Ashar y el autor principal, Tor Wager, actual profesor distinguido de neurociencia Diana L. Taylor en el Dartmouth College, reclutaron a 151 hombres y mujeres que tenían dolor de espalda desde hacía al menos seis meses con una intensidad de al menos cuatro en una escala de cero a diez. Los del grupo de tratamiento completaron una evaluación seguida de ocho sesiones de una hora de PRT, una técnica desarrollada por el psicólogo del dolor Alan Gordon, con sede en Los Ángeles. El objetivo era educar al paciente sobre el papel del cerebro en la generación del dolor crónico; ayudarle a revalorizar su dolor al realizar movimientos que había temido hacer y ayudarle a abordar las emociones que pueden exacerbar su dolor.

Esto no sugiere que su dolor no sea real o que esté ‘todo en su cabeza’ -puntualiza Wager, señalando que los cambios en las vías neuronales del cerebro pueden persistir mucho tiempo después de que una lesión haya desaparecido, reforzados por tales asociaciones-. Lo que significa es que si las causas están en el cerebro, las soluciones también pueden estar ahí”. Por tanto, est Proporciona una

Antes y después del tratamiento, los participantes también se sometieron a escáneres de resonancia magnética funcional (IRMf) para medir cómo reaccionaba su cerebro ante un estímulo de dolor leve. Tras el tratamiento, el 66% de los pacientes del grupo de tratamiento no sentían dolor o casi no lo sentían, en comparación con el 20% del grupo de placebo y el 10% del grupo sin tratamiento.

Y cuando las personas del grupo que se sometío a la terapia fueron expuestas al dolor en el escáner después del tratamiento, las regiones cerebrales asociadas al procesamiento del dolor -incluidas la ínsula anterior y el nervio medio anterior- se habían aquietado significativamente.

Los autores subrayan que el tratamiento no está pensado para el “dolor secundario”, el que tiene su origen en una lesión o enfermedad aguda.

El estudio se centró específicamente en la PRT para el dolor de espalda crónico, por lo que se necesitan futuros estudios de mayor envergadura para determinar si se obtienen resultados similares en otros tipos de dolor crónico. Mientras tanto, otras técnicas similares centradas en el cerebro ya están surgiendo entre los fisioterapeutas y otros médicos que tratan el dolor.