Discriminación
El 91% de víctimas de violencia de género se sienten más aisladas y vulnerables si están desempleadas
El 72% cree que trabajar reduce la probabilidad de volver a sufrir violencia, al darles autoestima (87,5%) y estabilidad económica (84,2%)
El 91% de mujeres víctimas de la violencia de género se sienten más vulnerables y aisladas cuando están desempleadas, como se desprende de la '13ª edición del informe Violencia de género y empleo' publicado por el Observatorio de la Vulnerabilidad y el Empleo de la Fundación Adecco, en colaboración con 18 empresas colaboradoras.
El estudio --que se ha dado a conocer en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra cada 25 de noviembre-- busca sensibilizar y reconocer la importancia del empleo como factor clave para la recuperación y normalización de la vida de las mujeres víctimas de violencia de género, impulsando la puesta en marcha de iniciativas que aceleren su inclusión laboral.
En esta edición, el análisis se ha elaborado a partir de una encuesta realizada a 490 mujeres que están superando un proceso de violencia de género. De ellas, el 53% busca trabajo como un paso imprescindible hacia su independencia y recuperación, mientras que el 47% ya ha accedido a un empleo.
El estudio revela que el 67,8% de las mujeres encuestadas no tenía trabajo en el momento en que comenzaron las agresiones, lo que sugiere que la falta de independencia económica, de recursos propios y de autoestima puede dificultar la detección temprana, la denuncia y la posibilidad de romper con el ciclo de la violencia.
Esta vulnerabilidad se manifiesta en el plano emocional: nueve de cada diez mujeres (91%) afirma que, en ausencia de un empleo, se sienten más dependientes y aisladas. Por ello, los autores del estudio argumentan que el empleo actúa como un factor de protección y fortalecimiento personal, al convertirse en elemento de protección y resiliencia. Aunque tener una ocupación no garantiza la erradicación de la violencia, sí contribuye a reducir su impacto y a prevenir su repetición.
En este sentido, las mujeres que han logrado acceder a un puesto de trabajo destacan el cambio que supone esta nueva etapa: el 72% considera que trabajar reduce la probabilidad de volver a sufrir una situación de violencia, al proporcionarles autoestima (87,5%), estabilidad económica (84,2%) y una red de contactos más amplia (69,1%).
En palabras de la directora de Inclusión de Fundación Adecco, Begoña Bravo, "el empleo sigue siendo el recurso por excelencia para que las mujeres recuperen su seguridad, autonomía y capacidad para pedir ayuda, al proporcionarles independencia económica y una red social que refuerza su confianza y proyecto de vida". EL I
La dependencia económica sigue siendo uno de los principales factores que condicionan la capacidad de las mujeres víctimas de violencia de género para romper con la situación que atraviesan. Aunque la violencia se origina siempre en la conducta de la persona agresora, y no en las circunstancias personales o laborales de la víctima, la falta de ingresos propios y de autonomía financiera puede agravar significativamente su vulnerabilidad y dificultar los procesos de salida y recuperación, indica el estudio.
Por ello, el desempleo constituye un elemento de especial riesgo, añade el informe, que precisa que cuando una mujer carece de medios propios, el agresor puede utilizar el control del dinero como herramienta de sometimiento.
En este punto, un 68,4% de las mujeres víctimas en desempleo afirma haber sufrido amenazas o presiones económicas directamente relacionadas con su falta de ingresos. Estas formas de violencia económica adoptan diversas manifestaciones: la retención o el racionamiento del dinero destinado a gastos básicos, las amenazas de no asumir los gastos de los hijos e hijas si no se cumplen determinadas exigencias, o el boicot activo a la búsqueda de empleo, mediante acciones como apagar el teléfono móvil, ocultar documentación o impedir que la mujer asista a entrevistas o cursos de formación.
"Cuando una mujer víctima de violencia de género depende económicamente de su pareja, esta puede utilizar esa dependencia para ejercer un mayor control y sometimiento. Por ello, el empleo no es solo una fuente de ingresos: es una vía para recuperar la dignidad y el control sobre sus vidas. Acompañarlas en ese proceso, con orientación y apoyo individualizado, es esencial para que puedan romper definitivamente el ciclo de la violencia", destaca Bravo.
A pesar de que el empleo se consolida como uno de los principales motores de recuperación y normalización de la vida de las mujeres víctimas de violencia de género, entre las barreras figuran la cronificación del desempleo: casi la mitad de las mujeres víctimas que buscan trabajo (49%) lleva más de un año intentándolo sin éxito.
Entre los principales obstáculos para acceder al mercado laboral, el estudio destaca el desconocimiento a la hora de plantear la búsqueda de empleo (65,3%), la baja autoestima (64,2%), las responsabilidades de cuidado no compartidas (51,7%), el miedo a ser localizada por la persona agresora en el puesto de trabajo (46,4%) o las limitaciones en el acceso a recursos digitales, derivadas tanto de la falta de medios tecnológicos como del control ejercido por la persona agresora sobre el correo electrónico y otros canales de comunicación (35%).
Estas barreras, en muchos casos interconectadas, no solo limitan sus oportunidades laborales, sino que profundizan el sentimiento de aislamiento y dependencia, señala el estudio, que enfatiza en que el mercado laboral asocia a las mujeres víctimas con personalidades frágiles, dependientes o conflictivas.
La consecuencia de estos prejuicios es un proceso de búsqueda de empleo en el que predominan la cautela y la autocensura. Algunas mujeres optan por ocultar los periodos de inactividad en sus currículos o justificar los vacíos laborales con otros motivos, para evitar preguntas incómodas o actitudes discriminatorias. Este miedo a ser identificadas como "víctimas" limita la posibilidad de acceder a apoyos específicos y refuerza la sensación de aislamiento.
"En la Fundación Adecco observamos que las mujeres víctimas suelen ser plenamente conscientes de que el empleo es el gran recurso para salir adelante: la herramienta que les aporta autoestima, independencia económica y una red social de apoyo. Esa conciencia se traduce en una extraordinaria fidelidad, compromiso y motivación hacia los proyectos empresariales a los que se vinculan, un valor añadido que debemos reconocer y visibilizar", subraya Bravo. #EMPLEOPARATODAS
La Fundación Adecco desarrolla el programa #EmpleoParaTodas, una iniciativa dirigida a impulsar la inclusión laboral de mujeres en situación de vulnerabilidad, entre ellas, las mujeres víctimas de la violencia de género. En el último año, el programa ha acompañado a 1.228 mujeres en su proceso de inclusión laboral, a través de un itinerario de empleo personalizado y transversal que incluye acogida, acompañamiento emocional, orientación laboral, formación para el empleo e intermediación con empresas de todos los sectores de actividad.
Para el director general de la Fundación Adecco, Francisco Mesonero, "la inclusión laboral de las mujeres víctimas exige un compromiso activo del tejido empresarial y de las administraciones públicas". "Es fundamental erradicar los prejuicios que aún las estigmatizan y garantizar entornos laborales inclusivos, donde puedan desarrollar su potencial profesional en condiciones de igualdad y seguridad", ha concluido.