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Así se contagia la cultura

Un estudio liderado por científicos españoles demuestra que la cultura global es prehistórica.

Así se contagia la cultura
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Un estudio liderado por científicos españoles demuestra que la cultura global es prehistórica.

No hay fronteras para el progreso o la cultura. Es la conclusión de un apasionante trabajo científico publicado ayer en la revista Nature, en el que han intervenido científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad Pompeu Fabra, entre otros organismos. Según han podido demostrar, los moradores prehistóricos de la península Ibérica exportaron su cultura por toda Europa, hasta llegar a lo que hoy son Gran Bretaña, Polonia, Sicilia y Europa central. La cultura de vasos campaniformes, manifestación del progreso ibérico de hace 5.000 años, fue acogida por pobladores del resto del continente. Es el primer caso de contagio cultural global que conocemos.

Si no había radio o periódicos para transmitir las ideas de uno a otro confín, ¿cómo se produjo la expansión cultural? Los expertos lo tienen claro. «La difusión de la tecnología campaniforme es el primer ejemplo de cultura transmitida como una idea global, de conocimiento considerado útil, prestigioso y, por lo tanto, adoptado por seres de diferentes índoles», explica uno de los autores principales del estudio, el científico del CSIC Carles Lalueza-Fox.

Entre hace 4.700 y 4.300 años, la península Ibérica vivió el nacimiento de una nueva forma de cerámica. Se llama campaniforme porque su elemento principal son vasijas en forma de campana invertida con profusa decoración. Pronto comenzó a expandirse por toda Europa, como una moda contagiosa. De la misma manera que hoy los jóvenes del mundo imitan el vestir de Hollywood, hace miles de años los habitantes de áreas remotas imitaron esta cerámica. Seguramente porque confería un estatus social especial, la pertenencia a la misma especie. Históricamente, se ha utilizado la presencia de vasos campaniformes como registro de las migraciones humanas por el planeta.

¿Pero qué fue antes: la migración de los individuos o la de las ideas? Es decir, ¿los vasos campaniformes hallados lejos de Iberia llegaron allí de la mano de habitantes ibéricos que se desplazaron o llegaron antes que las migraciones? La respuesta es fundamental para averiguar si, desde el origen de la cultura, migran las ideas o las personas.

El nuevo estudio parece demostrar ambas cosas. El ADN de individuos hallados en 400 yacimientos prehistóricos de toda Europa ha determinado el flujo de migraciones humanas. El resultado: un pueblo migrante tiende a cruzarse con los pueblos autóctonos y dejar su resto genético en ellos.

El análisis, liderado por el científico de Harvard Íñigo Olalde, demuestra que en una primera fase sólo las ideas y no la gente se movieron. En esos primeros momentos de evolución cultural, los genes ibéricos permanecen prácticamente confinados en Iberia, aunque los vasos campaniformes ya se usaban en toda Europa. En la segunda oleada, la historia cambió. Hace unos 4.500 años la nueva cultura llega a las islas británicas portada por emigrantes que suplantaron a las poblaciones autóctonas. Desaparecieron para dejar paso a los nuevos fabricantes de cerámica avanzada.

El ADN antiguo puede desvelar cómo se expandieron pueblos e ideas. No está claro si los procesos de expansión cultural se realizaron por sustitución de culturas o por intercambio, pero se transmitieron formas de vida desde el extremo oriental al occidental. Parece que la cultura es un elemento más universal y fluido de lo que pensamos. Las buenas ideas nunca han conocido fronteras.