
Opinión
Balada de otoño
El otoño es el domingo por la tarde de las estaciones

Se aproxima el otoño, hoy es el equinoccio, el sol cruzará el ecuador celeste y el día y la noche tendrán la misma duración. Entonces pintarán de gris el cielo y el suelo se irá abrigando con hojas, se irá vistiendo de otoño. Gracias Serrat, ¿sabes tú a cuantos nos has hecho entender que la tristeza podía tener una sonrisa en un poema, en un baile incomprensible a ese instinto humano de compañía?
Yo me enamoré por primera vez con trece años. Fue en el garaje de dos hermanos traviesos que nos ponían tu música en los guateques para que el corazoncito de las niñas les permitiera juntar su cuerpo al de ellas. Luego, si podían, y con el efecto de tu melodía, esos adolescentes jetas aprovechaban para retirarnos el pelo, susurrarnos al oído “tu nombre me sabe a yerba” y chuperretearnos el cuello sin piedad Yo la primera vez ni me di cuenta, creía que eso era algo normal que hacían los mayores a los que yo, ingenua, pensaba que ya pertenecía. Cuando llegué a casa y vieron los círculos rojos de mi cuello, la bronca fue mayúscula. “Vale, exclamé asustada, no sabía que eso estaba prohibido y, además no me ha gustado nada”.
Pero luego el otoño se hacía más frío y venía el amor y llovía detrás de los cristales, y recuerdo la pena del domingo por la tarde. El otoño es el domingo por la tarde de las estaciones. Anochece temprano y las doctas autoridades nos quitan una hora de luz, ¿hasta cuándo este tormento inútil? Las hormonas se revolucionan y nos colman de apatía y sueño. Otra vez hay que adaptarse al nuevo ciclo. ¡Pero si no nos hemos recuperado del verano de los cuarenta por ola de quince días! ¡Si el tiempo corre tan deprisa…! Como nos gustaría pararlo un rato, media estación, al menos. Pero en la tienda de abajo ya han traído los espumillones y las bolas para el árbol de navidad. ¡Cantadnos poetas, por favor, volvernos sordos a todo lo demás!
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