Entrevista

«Cada uno de nosotros tiene un papel fundamental para crear una sociedad inclusiva»

Javier Arroyo, director general de la Fundación Juan XXIII, habla con LA RAZÓN tras haber recibido recientemente la certificación Aenor

Javier Arroyo, director general de la Fundación Juan XXIII
Javier Arroyo, director general de la Fundación Juan XXIIILa Razón

La Fundación Juan XXIII lleva más de 55 años trabajando para la inclusión social y laboral de personas en riesgo o situación de vulnerabilidad psicosocial, especialmente de aquellas con discapacidad intelectual y/o enfermedad mental, gracias a un modelo pionero de inclusión 360º que abarca todas las edades y ofrece todos los servicios.

¿Qué ha supuesto para la Fundación la concesión de la certificación Aenor en este momento?

Obtener la certificación Aenor de Sistemas de Gestión de Compliance representa un gran hito para nuestra entidad y nos sitúa a la vanguardia de las organizaciones comprometidas con el cumplimiento normativo, el buen gobierno, la transparencia y la responsabilidad social. La mejora continua forma parte de nuestros valores fundamentales y esta certificación es una de las maneras más transparentes y eficaces de mostrar nuestro compromiso con la cultura del cumplimiento y de contribuir al fortalecimiento de la confianza de nuestros "stakeholders" (grupos de interés).

¿Cree que sigue habiendo estereotipos en la sociedad sobre las personas con discapacidad o que tienen una enfermedad mental? ¿Cuáles cree que son los más difíciles de erradicar?

Sí, los hay, cada vez un poco menos, pero siguen bastante asentados. En Fundación Juan XXIII trabajamos cada día para erradicarlos, organizaciones como la nuestra desempeñan un papel fundamental en cambiar la percepción pública y promover la inclusión y la igualdad de oportunidades para todas las personas. Pero la lucha contra los estereotipos y la promoción de la inclusión no recae únicamente en las entidades que nos dedicamos a este fin, sino que requiere un esfuerzo constante y coordinado en todos los ámbitos de la sociedad. Desde las familias, las instituciones, los gobiernos, las empresas… cada uno de nosotros tiene un papel fundamental en la creación de una sociedad más inclusiva. La educación y la concienciación son herramientas poderosas que ayudan a derribar barreras y cambiar actitudes, permitiendo que estas personas sean vistas y valoradas por sus habilidades y potencial en lugar de ser juzgadas por estos estereotipos. Hay estereotipos negativos que van desde pensar que las personas con discapacidad intelectual son menos capaces, asociar la discapacidad con la dependencia, hasta estigmatizar las enfermedades mentales. Y también los hay positivos, como pensar que estas personas poseen habilidades únicas o que enriquecen sus comunidades y lugares de trabajo. Y claro, ambos tienen matices. La cuestión es que no se puede generalizar como nunca lo haríamos con las personas que no tienen discapacidad, cada persona es única. A menudo se asume erróneamente que son completamente dependientes, pero con el apoyo adecuado y adaptaciones necesarias, pueden desempeñar tareas profesionales de manera efectiva, contribuyendo a su vez a sensibilizar y normalizar la inclusión en sus entornos, esto lo vemos cada día. Y que la diversidad y la fraternidad producen alegría, también.

¿Qué puntos fuertes destacaría para su contratación por parte de las empresas?

Al margen del cumplimento de la Ley General de Discapacidad (LGD), que obliga a las empresas con 50 o más empleados a destinar el 2% de sus puestos para personas con discapacidad, los beneficios de la diversidad de talento para las empresas son muchos. La diversidad de caracteres y circunstancias personales, unido a la oportunidad de poner en práctica la solidaridad y la fraternidad, aportan una perspectiva única y valiosa a cualquier equipo de trabajo, promueve la pluralidad de enfoques y favorece un mejor clima laboral. La diversidad enriquece la toma de decisiones y la creatividad. Muchas de ellas tienen habilidades específicas que pueden ser beneficiosas para ciertas tareas o roles como la atención al detalle, la perseverancia o sus habilidades sociales. La experiencia de afrontar desafíos en su vida cotidiana les hace ser también personas más resolutivas. Además, aquellas empresas que demuestran un compromiso real y firme con la inclusión y la diversidad, refuerzan su RSC a la vez que impacta positivamente en su reputación corporativa.

Entiendo que uno de los problemas a los que se enfrentan estas personas a la hora de incorporarse al mundo laboral es la falta de formación. ¿De qué se encarga la fundación en este sentido?

Efectivamente, sobre todo hay una falta de formación profesional reglada para las personas con discapacidad intelectual y para muchos otros jóvenes que, sin tener necesariamente diagnosticada una discapacidad intelectual, se quedan descolgados del sistema educativo por falta de apoyos. Por eso, la formación, junto con el área social/asistencial y el laboral, es uno de nuestros grandes pilares. Con trece años de trayectoria en la formación y una tasa de inserción laboral del 41%, tenemos nuestro Centro de Formación para el Empleo (CFE) que se ha convertido en un referente estatal albergando una oferta de 17 cursos, 8 de ellos con Certificados de Profesionalidad en diferentes sectores. Nuestro CFE fue pionero a nivel autonómico en adaptar estos certificados a las necesidades formativas que tienen nuestros alumnos. También, fuimos precursores en la creación de una línea de subvenciones específicas de la CAM para nuestro colectivo. Siempre hemos apostado por las capacidades de nuestro alumnado y la experiencia nos dice que, en muchas ocasiones, lo que necesitan son más horas lectivas y apoyos.

Además, participamos en el programa UniDiversidad subvencionado por Fundación ONCE a través del Fondo Social Europeo, donde colaboramos con la Universidad Rey Juan Carlos y la Universidad Francisco de Vitoria con el objetivo de mejorar la empleabilidad de personas en riego o situación de vulnerabilidad psicosocial, aumentando sus posibilidades de inserción laboral. Y también contamos con el apoyo de Fundación Mahou San Miguel, entre otras entidades y empresas que colaboran en nuestros proyectos formativos.

¿Qué clase de trabajos/salidas profesionales se ofrece a estas personas?

Creemos en la formación de calidad para obtener un empleo de calidad. Por eso la oferta de nuestro CFE abarca múltiples sectores como soluciones verdes urbanas, hostelería y pastelería, digital data, atención al cliente, diseño web, entre muchos otros. Nos caracterizamos por ser innovadores en la búsqueda de itinerarios formativos, centrados en ofrecer a nuestro alumnado la mejor experiencia formativa, adaptada a sus necesidades y a la demanda del mercado laboral. Una vez terminada esta formación, tienen la posibilidad de contratación directa en una empresa ordinaria a través de nuestro Servicio de Empleo e Inclusión (inclusión mediante la fórmula de Empleo con Apoyo con la figura del preparador/a laboral), o desarrollarse profesionalmente en nuestro Centro Especial de Empleo, que, con más de 700 trabajadores, es un referente dentro de las Social Facility Services por su gran variedad de servicios de alta calidad con 9 líneas de negocio como Soluciones en Marketing, Textiles e Industriales, Logística Integral, Digital Data, RSC y Eventos Inclusivos, Catering, Empleo e Inclusión, Marketing Promocional, Soluciones Verdes y Juan Energy.

¿Qué supone para ellas la entrada al mercado laboral?

Para las personas en riesgo o situación de vulnerabilidad psicosocial acceder al mercado laboral es una experiencia transformadora, ya que les brinda la oportunidad de un mayor crecimiento personal, tener independencia económica y les proporciona un sentido de pertenencia a la sociedad, al tiempo que desafían los estigmas y contribuyen al bienestar individual y colectivo.

De manera general, ¿cree que hay algún límite en el tipo de actividades que puede realizar una persona con discapacidad?

De manera general no debería haber un límite preestablecido. Las limitaciones a las que se enfrenta una persona con discapacidad dependen en gran medida de la sociedad y de las adaptaciones que puedan necesitar en un entorno o situación específica, que a veces existen y a veces no. Como comentaba anteriormente, es importante reconocer que las personas con discapacidad tienen una amplia variedad de habilidades y talentos, y pueden desempeñar roles significativos en diversos campos y actividades si se les brinda el apoyo y las oportunidades adecuadas. La inclusión y la igualdad de oportunidades son fundamentales para permitir que las personas con discapacidad participen plenamente en la sociedad y en todas las áreas de la vida. Por supuesto que en la vida real hay limitaciones; a mí que no me pongan a hacer miles de cosas que no sé hacer. Que me busquen o, si puedo, me busco yo solo, cosas que sí pueda hacer. Esto es la inclusión.

¿Tienen también programas -o centros- para personas con discapacidad que viven en el entorno rural?

Precisamente, en este momento estamos llevando a cabo junto a Endesa un gran proyecto formativo para impulsar el empleo verde inclusivo en diferentes zonas rurales de España para personas con discapacidad. Esta formación llamada “Compost-IN, Compostaje inclusivo” y coordinada por nuestro CFE, tiene como objetivo formar en compostaje, desbroce, y mantenimiento de pantalla forestal a unas 280 personas cada año en 14 municipios hasta el 2025, en los cuales Endesa tiene en la actualidad proyectos de energía fotovoltaica. Este tipo de iniciativas nos permiten luchar contra algunos de los principales retos sociales como son el cambio climático y la despoblación sin dejar a nadie atrás y suponen un avance en el cambio de modelo de producción de energía sostenible basado en renovables, a la vez que generan empleo de calidad para las personas más vulnerables.

¿Qué proyectos nuevos tienen en perspectiva?

En Fundación Juan XXIII no nos aburrimos. En el corto plazo tenemos dos grandes proyectos a la vista. Por un lado, la apertura de un Centro de Bienestar Psicológico y Social en el centro de Madrid, donde vamos a ofrecer todos nuestros servicios para personas con y sin discapacidad. Y por otro, un innovador y ambicioso proyecto social formativo; se trata del primer Centro de Formación Profesional inclusivo, que contará además con una residencia de estudiantes. Un campus de 14.000 m2 que abrirá aún más las puertas del futuro laboral para personas en riesgo o situación de vulnerabilidad.