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Asunción se vuelca con la figura del naturalista español Félix de Azara

Asunción se vuelca desde el lunes con la figura de Félix de Azara (1742-1821), el cartógrafo español convertido en uno de los más reputados naturalistas de su época tras su estancia en Sudamérica, con una exposición en el Archivo Nacional de las primeras ediciones de algunos de sus libros.

La muestra, en la que también hay ilustraciones de varias de las especies animales que estudió, se completa con una serie de conferencias desde el martes al miércoles, en las que expertos internacionales abordarán las múltiples facetas de Azara, nacido en Huesca y de profesión ingeniero militar.

Los actos, organizados por la Secretaría Nacional de Cultura y la Embajada de España, coinciden con el 230 aniversario de la llegada de Azara a Paraguay, adonde viajó para trazar las fronteras entre las posesiones coloniales de Portugal y España.

El director de la Biblioteca Nacional, Rubén Capdevila, también comisario de la exposición, dijo a Efe que incluye obras que Azara publicó tanto en vida como de forma póstuma, éstas con una fecha límite hasta 1847.

Entre las primeras se encuentran las que fueron publicadas por el editor Athanasius Walckenaer en Francia, el primer país que se hizo eco del trabajo del naturalista, pertenecientes al fondo de la Biblioteca Nacional.

En este apartado figuran los Apuntamientos sobre la historia de los pájaros del Paraguay y el Río de la Plata (1801), además de la famosa Viajes por la América Meridional (1809), un libro de cuatro volúmenes al que luego se añadió un quinto con 25 ilustraciones.

Los grabados, de los que la Biblioteca Nacional conserva 21, fueron impresos en planchas de metal por el editor francés de Azara y muestran parte de las más de 400 especies animales que observó durante sus 20 años de estancia en el Río de la Plata, teniendo como base Asunción y Buenos Aires.

«Azara aportó datos de 447 especies de América meridional, muchas no divulgadas científicamente en Europa. Fue algo que realizó en parte con su propia fortuna y así hizo una recopilación de datos impresionante», dijo Capdevila.

La exposición también recoge las obras que se conocieron gracias al sobrino de Azara, Agustín de Azara, como las Memorias sobre el estado rural del Río de la Plata, una especie de cuaderno de bitácora escrito en 1801 y publicado en Madrid en 1847.

Capdevila explicó que ha pretendido establecer en la exposición un «recurso de contraste» entre el trabajo de Azara y el de Georges Louis Leclerc, más conocido como el conde de Buffon (1707-1788), el naturalista francés autor de la monumental Historia Natural, de 36 volúmenes.

Doce de esos volúmenes traducidos al español y los demás en el original francés le fueron facilitados a Azara al poco de estar en Paraguay.

La obra de Buffon dedicada a las especies de América Meridional fue su guía de estudio, teniendo en cuenta que era autodidacta, hasta que se desmarcó del francés.

«Azara encuentra errores en las descripciones de Buffon y en teorías como las de la variabilidad climática, que según éste afectaban al desarrollo de las especias y a su degradación», dijo Capdevila.

Para Capdevila, la de Buffon era una visión eurocéntrica que además incluía a las razas de la región del actual Paraguay, Uruguay, Argentina y partes de Brasil.

«Azara rechaza esto y reivindica el mestizaje en las especies naturales y en el desarrollo de los seres humanos. Y lo hace basado en la observación empírica», declaró.

La exposición también aglutina mapas realizados por Azara, como los de Montevideo, que se cree es de 1801, y el de Asunción (1786).

Capdevila valoró la dedicación a las ciencias naturales de alguien que estaba en Paraguay para desarrollar algo distinto.

Había llegado a Paraguay como integrante de la comisión que delimitó las nuevas fronteras hispano-lusitanas en sus colonias americanas tras la firma del Tratado de San Ildefonso (1777).

La demora en esa misión, debido a la escasa iniciativa de Portugal por definirlas, fue la razón de que permaneciera dos décadas en Paraguay, donde se dedicó a viajar y a estudiar sus especies y plantas.

«Tuvo una producción muy importante, todas sus obras tienen varios volúmenes. Abundante para un hombre que no era un académico y no contó con mucha ayuda», señaló Capdevila.