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Camino a Marte: próxima parada, Meridiani Planum
La Agencia Espacial Europea arrancó ayer su aventura en busca de vida en el planeta rojo. Pasadas las 9:30 horas lanzó la misión ExoMars2016, compuesta por un módulo de aterrizaje y un satélite que buscará gases similares a los que existen en nuestro planeta, como el metano

La Agencia Espacial Europea arrancó ayer su aventura en busca de vida en el planeta rojo. Pasadas las 9:30 horas lanzó la misión ExoMars2016, compuesta por un módulo de aterrizaje y un satélite que buscará gases similares a los que existen en nuestro planeta, como el metano
Europa ya viaja rumbo al Planeta Rojo. Menos de cinco años después de que la NASA mandara al robot Curiosity a Marte, la Agencia Espacial Europea (ESA, en sus siglas en inglés) la siguió ayer. A las 9:31 horas, con la ayuda y colaboración de Roskosmos (la Agencia espacial rusa), a bordo de un lanzador Protón, la misión ExoMars2016 despegaba de la base de lanzamiento de Baikonur, Kazajistán. A medida que los técnicos iban confirmando las diferentes fases de despegue, los propulsores alejaban cada vez más al cohete de la Tierra. Diez horas después de su lanzamiento, la nave se separó del cohete y desplegó sus «alas solares» para poner rumbo de crucero. Próxima parada: Meridiani Planum, en Marte. « Estamos camino a Marte. Excelente», afirmó minutos después del despegue Jan Woerner, director general de la ESA.
Esta misión es una de las más importantes en las que se ha embarcado la ESA, con una inversión de 1.300 millones de euros, y que no se completará hasta que, en 2018, se envíe la segunda parte de la expedición: el todoterreno de ExoMars que lleva un taladro instalado –principal elemento diferenciador del Curiosity– con el que podrá descubrir capas mucho más profundas de las que se están analizando ahora con los aparatos del rover norteamericano. Pero mientras, los dos instrumentos que transporta esta «avanzadilla» de ExoMars van a poder ofrecer datos muy interesantes sobre el planeta rojo y en su construcción han colaborado siete empresas españolas.
El Trace Gas Orbiter (TGO)es, el satélite que permanecerá girando alrededor del planeta durante, como mínimo, un año marciano, algo menos de dos años terrestres, y para sus observaciones utilizará cuatro instrumentos: el Nomad, que incluye dos espectros encargados de identificar los componentes de la atmósfera. La segunda herramienta se llama ACS. Será el encargado de estudiar la estructura y la química de la atmósfera marciana. El Cassis es una cámara de alta resolución que permite identificar las fuentes de los gases de la atmósfera. Y, por último, está Freud, un detector de neutrones que mapea el hidrógeno en la superficie y en el subsuelo de Marte.
Parte del éxito de este aparato es del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), que es uno de sus creadores principales. Julio Rodríguez, investigador del instituto, afirma que «el diseño, desarrollo y test de Sinbad (interfaz de Nomad) es responsabilidad del IAA, así como el soporte al equipo durante toda la misión», y añade que «el equipo técnico en el instituto está formado por ocho personas entre ingenieros y físicos, además del personal técnico de montaje». Rodríguez señala, además, que su instrumento «desea caracterizar la alta atmósfera de Marte, una región de gran interés en la actualidad y que los datos futuros de Nomad y ACS pueden ayudar a conocer mucho mejor». Con el TGO intentarán dar con trazas de metano, vapor de agua, óxido de nitrógeno y acetileno, todos ellos relacionados directamente con la posible existencia de vida. «El metano es importante porque en la Tierra se lo vincula a los procesos biológicos. No existe evidencia tangible suficiente como para poder decir si hay o ha habido vida en Marte», subraya Anne Carine Vandaele, principal investigadora del instrumento Nomad.
Y es que conocer si existe o no presencia de estos gases vitales puede marcar el devenir de las futuras expediciones. El astronauta español Pedro Duque insiste en la importancia de la medición de gases que, según indicó, se realizará «con una precisión mayor de lo que se ha logrado hasta ahora. Esto es importante para determinar si merece la pena ir. La atención de todos los astronautas está puesta en esta misión».
«Hace 3.500 millones de años había agua líquida en la superficie de Marte y, posiblemente, vida también. En los últimos diez años se han acumulado bastantes evidencias de que se puede encontrar todavía agua líquida en la superficie. Debería ser altamente salina para no congelarse. También hay cavernas, de origen volcánico, de las que no se sabe lo que hay debajo. Es posible que las condiciones bajo la superficie sean más compatibles con la existencia de vida», asegura el responsable de operaciones científicas de ExoMars 2016, Leo Metcalfe.
Mientras el TGO gire alrededor de Marte, el módulo Schiaparelli se posará en la superficie marciana para analizarla. Tres días antes de llegar a su destino, el 16 de octubre de 2016, los dos instrumentos se separarán. Doce horas después de la separación, el TGO llevará a cabo una corrección de rumbo para evitar su entrada en la atmósfera. Durante los siguientes seis minutos se producirá la maniobra más crítica: el «amartizaje». Entrará en la atmósfera a una altitud de 121 kilómetros y a una velocidad superior a los 21.000 km/h. La fricción atmosférica es la que le ayudará a ir frenando. Cuando ya haya reducido su velocidad y se encuentre a unos 11 kilómetros de distancia, desplegará el paracaídas. Irá cayendo de forma suave, hasta colocarse en la zona preestablecida: Meridiani Planum, una región que contiene una antigua capa de hematita, hierro y óxido, compuestos que en la Tierra aparecen casi siempre asociados a zonas que contienen agua líquida, elemento esencial para el origen de la vida tal y como la conocemos.
La sonda efectuará algunas mediciones científicas sobre la superficie roja en la horquilla de dos a ocho días marcianos, durante los que permanecerá operativa (Marte tarda 24 horas y 39 minutos en girar sobre su eje). Su principal cometido será validar su tecnología de aterrizaje para la segunda parte de la misión, ExoMars 2018, que enviará a Marte el rover para excavar a dos metros bajo tierra, una profundidad inédita.
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