Investigación científica

MKK6, la proteína que nos hará delgados

Científicos españoles descubren que es la encargada de controlar la transformación de la grasa blanca, la que acumula lípidos, en grasa marrón, aquella que los quema para mantener la temperatura corporal.

MKK6, la proteína que nos hará delgados
MKK6, la proteína que nos hará delgadoslarazon

Científicos españoles descubren que es la encargada de controlar la transformación de la grasa blanca, la que acumula lípidos, en grasa marrón, aquella que los quema para mantener la temperatura corporal.

La obesidad es una plaga fieramente humana, una enfermedad que solo en nuestra especie adquiere dimensiones de epidemia. Pero tenemos unos aliados no humanos que pueden ayudarnos a combatirla: los ratones. La facilidad para estudiar con estos animales, las similitudes genéticas con nuestra especie y la capacidad de la ciencia para producir roedores que sirvan de modelo para nuestros males, ha hecho que estas cobayas estén a punto de darnos una alegría inédita a la hora de luchar contra la tendencia humana al sobrepeso.

O, mejor dicho, dos alegrías. Ayer se dieron a conocer dos nuevas investigaciones en esta dirección que suenan a muy prometedoras.

La primera está localizada en España. Aquí, científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, Carlos III (CNIC) han logrado identificar una proteína específica que serviría de diana molecular para reducir la obesidad en el futuro. Es decir, de objetivo a tener en cuenta para el futuro diseño de fármacos que impidan el sobrepeso.

La proteína en cuestión se llama MKK6 y es una de las encargadas de controlar los procesos de transformación de la grasa blanca en grasa parda. Las más recientes investigaciones científicas sostienen que tenemos varios tipos de grasa en el cuerpo. Un modelo muy deseado es la llamada grasa parda que abunda en el organismo cuando somos unos recién nacidos y que es utilizada por el cuerpo para mantener elevada la temperatura corporal. En realidad, se quema, por lo que esta grasa no termina de acumularse... no engorda. La grasa blanca, sin embargo, es el resultado del exceso de consumo de hidratos o de lípidos y de la falta de actividad física. Es, para entendernos, la que se convierte en michelines.

El trabajo del CNIC comenzó con la identificación de que los tejidos de pacientes obesos cuentan con una mayor proporción de proteína MKK6 que los de los no obesos. Más tarde, utilizaron modelos animales para modificarlos genéticamente y lograr que dejen de producir MKK6. Todos los ratones modificados lograron mayores tasas de transformación en grasa parda. No solo eso sino que, incluso en ratones ya obesesos, la eliminación de esa proteína puede ayudar a que pierdan peso fácilmente.

De alguna manera, las personas obesas pierden la capacidad de convertir su grasa blanca en parda, algo que sucede generalmente cuando el frío activa las necesidades del cuerpo de aumentar temperatura. Quizá la clave de esa incapacidad de algunos sea la molécula de marras. En el futuro, un fármaco capaz de bloquear la actividad de MKK6 podría ser una terapia eficaz para evitar el sobrepeso.

Otra investigación, en este caso realizada en la Universidad de Minnesota, ha descubierto que los hongos que anidan en nuestro intestino también podrían ser responsables de nuestra tendencia a engordar cuando consumimos demasiadas grasas. Su trabajo ha consistido en alimentar a ratones de laboratorio con dietas ricas en grasa y después analizar la microbiota de su aparato digestivo. Los ratones que comieron más grasas tenían hasta 19 especies de bacterias y seis de hongos distintas a los que comieron dieta sana.

Al parecer, nuestra dieta afecta directamente al equilibrio de la comunidad de microorganismos en nuestro aparato digestivo. Los cambios en esa comunidad repercuten en el modo en el que nuestro cuerpo metaboliza los alimentos y, por lo tanto, pueden conducir a que acumulemos más grasas indeseadas. Pero nunca antes se había observado que en ese juego de equilibrios los hongos tienen un papel central. Los científicos pretenden ahora secuenciar el ADN de esos hongos (que son menos abundantes que las bacterias intestinales) para tratar de encontrar en alguno de ellos una posible cura para la obesidad.