Empleo

Una coach asegura que hemos sido engañados: "No te tiene que gustar tu trabajo"

La filosofía clásica de “amar lo que haces” puede traer consecuencias negativas

Pocas personas lo conocen: la práctica para volver al trabajo sin estrés después de las vacaciones
Pocas personas lo conocen: la práctica para volver al trabajo sin estrés después de las vacacionesFreepik

¿Cuántas veces hemos escuchado la frase: “Ama tu trabajo y no trabajarás nunca”? Seguramente muchas. Tanto, que muchas personas terminan rompiéndose la cabeza en busca de una pasión para poder dedicarse a ella.

Sin embargo, aunque perseguir los sueños no está mal, esta frase está sobrevalorada, según la coach corporativa, Mireia Oliván (@mimiworkbestie). En uno de sus últimos posts en Instagram se posicionó en contra de la filosofía clásica de “amar lo que haces” y advirtió que puede traer consecuencias negativas.

La pasión laboral y su lado oscuro

La idea de que “si haces lo que amas, no trabajarás un día más” ha sido muy repetida por padres, profesionales, amigos, etc. Pero en un artículo de Harvard Business Review (“When Passion Leads to Burnout”), se advierte que esa noción puede ser peligrosa. Cuando alguien siente que su trabajo debe ser su pasión, puede llegar a tolerar jornadas excesivas y aceptar condiciones que no serían aceptables de otra forma.

Investigaciones más recientes amplían esta advertencia: según autores de HBR en “Don’t Let Passion Lead to Burnout on Your Team”, la pasión laboral puede tener un costo. Si no se equilibra, puede provocar desgaste emocional, especialmente cuando esa pasión es obsesiva, en lugar de armoniosa.

Además, un estudio de Bredehorst et al. (2023) sugiere que, a nivel individual, la pasión desmedida por el trabajo puede estar negativamente relacionada con el agotamiento emocional. Una pasión laboral impuesta o aspiracional puede ocultar una realidad incómoda: aceptar cargas extra, horarios invasivos o responsabilidades que desbordan lo razonable.

¿Qué dice Mireia y por qué tiene sentido?

Mireia propone un cambio de giro: no preguntarte si tu trabajo te emociona, sino si te permite tener la vida que deseas. Eso implica considerar factores como: ¿Te paga adecuadamente? ¿Sales en un horario razonable? ¿Dejas el trabajo mentalmente atrás al final del día?

Si la respuesta es ‘sí’ a esas preguntas, no estás fracasando, estás alcanzando lo que mucha gente en “trabajos soñados” no logra: tener un equilibrio real entre trabajo y vida personal.

Ese enfoque coincide con la preocupación creciente en el mundo laboral moderno por el balance entre vida profesional y personal. Según estadísticas globales recientes, aunque muchos trabajadores dicen tener buen “work-life balance”, una mayoría significativa (77 %) afirma haber experimentado burnout en su empleo actual.

Por otro lado, estudios médicos y sociales muestran que quienes tienen bajo equilibrio entre trabajo y vida personal tienden a reportar peores estados de salud física y mental. Por ejemplo, un estudio realizado en Polonia asoció conflictos entre trabajo y vida familiar con mayor deterioro en salud mental y física.

La idea de Mireia no es solo emocional, sino apoyada por evidencias: forzar que el trabajo sea pasión a cualquier precio tiene consecuencias reales, mientras que aspirar a un empleo que permita una vida plena es una meta más sostenible.

Cómo replantear la relación con el trabajo

Para adoptar esa mentalidad más sana, conviene tener en cuenta algunas recomendaciones utilizadas por profesionales del bienestar laboral:

  • Reconoce que el trabajo es un medio, no un fin absoluto.
  • Define tus prioridades de vida (familia, descanso, hobbies) y evalúa si tu empleo actual las respeta.
  • Establece límites firmes: horarios, desconexión digital, descansos.
  • Cultiva “pasiones fuera del trabajo” que no dependan de tu rol laboral.
  • Pide condiciones laborales que respeten tu bienestar: turnos razonables, ajustes de horario, flexibilidad.

La autora y periodista Brigid Schulte, experta en tiempo y bienestar, ha investigado cómo los trabajadores suelen sentirse abrumados por la falta de espacio entre las exigencias del trabajo y las necesidades personales, acuñando conceptos como “time confetti” (fragmentos de tiempo desperdigados). Su mensaje: nuestra cultura laboral necesita estructurarse para que las personas puedan vivir, no solo trabajar sin parar.