
Un nuevo Papa
El complot para tumbar al papable Prevost falló
Durante el precónclave se intentó rescatar un caso archivado de abusos para intentar desacreditar a León XIV como candidato

El ala ultraconservadora de la Iglesia quiso marcar el ritmo del precónclave, intentando presentar la era Francisco como un pontificado fallido que era necesario enderezar, al menos, desde el punto de vista doctrinal. En esta misma línea, fuentes eclesiales alertaron a través de LA RAZÓN que, además de abordar la crisis de los abusos sexuales en las llamadas congregaciones generales, el objetivo de estos grupos nostálgicos pasaría por airear la lacra de la pederastia para dinamitar al candidato más cercano a Jorge Mario Bergoglio que partiera con más opciones para ser Papa.
Dicho y hecho. A medida que se acercó el cónclave se desenterró un supuesto caso de encubrimiento por parte del cardenal Robert Prevost, sin margen para poder comprobar su veracidad y bajo la máxima de «calumnia, que algo queda». ¿El objetivo? Sembrar la duda en los cardenales electores sobre esta supuesta mancha en su expediente con el fin de descartarle como papable.
«Estas acusaciones dirigidas contra Prevost han sido un simple y puro montaje», sentencian fuentes vaticanas a LA RAZÓN sobre cómo gestionó el que fuera obispo de Chiclayo una denuncia que finalmente fue archivada contra un sacerdote peruano. «Es un caso cerrado, en el que su proceder fue impecable, pero que han querido rescatar con el único fin de hundirle», añade esta voz autorizada.
El caso que centra el falso dossier Prevost que ha circulado en los días del precónclave se remite a una mujer que aseguraba haber sufrido tocamientos de un presbítero desde 2009, una denuncia a la que posteriormente se sumarían sus hermanas.
El presunto abuso fue denunciado en abril de 2022 y se abrieron tanto la vía civil como canónica. «No había más pruebas que la palabra contra un sacerdote que, además, gozaba y goza de buena fama en su diócesis», subrayan desde la Santa Sede a este periódico. El obispo Prevost inició una primera investigación que envió al Dicasterio de Doctrina de la Fe en julio de 2022. A pesar de que el sacerdote denunciado negó los hechos, lo apartó de todo servicio pastoral y le prohibió el ejercicio público del ministerio sacerdotal.
En paralelo, el 3 de abril de 2023, la Fiscalía comunicó a las denunciantes que el caso se archivaba por prescripción. El 10 de agosto del mismo año, el Dicasterio comunicó el mismo resultado, pero en esta caso, por falta de pruebas.
Entretanto, 12 de abril de 2023, se hacía público el nombramiento de Prevost como prefecto del Dicasterio para los Obispos. El religioso agustino sabía de su designación, que fue un empeño personal del Papa Francisco que encontró en el hoy León XIV ciertas resistencias puesto que no quería abandonar su diócesis, empeñado en defender los derechos de las comunidades originarias peruanas. Así pues, con las dos vías agotadas para las denunciantes, se ratificó que el obispo Prevost actuó como correspondía. Sin embargo, la denunciante principal comenzó su particular campaña de descrédito en redes sociales. Tal fue el eco mediático que logró que el actual obispo de Chiclayo, Guillermo Cornejo, decidió reabrir el caso para borrar cualquier sombra de duda sobre el caso, como así ha sucedido.
En paralelo, el Papa Francisco ponía en marcha una misión especial para investigar al Sodalicio de Vida Cristiana, la plataforma creada por el peruano Luis Fernando Figari en 1971 con presencia en 25 países a través de sus diferentes ramas consagradas y laicales, masculinas y femeninas. El pasado mes de abril, poco antes de fallecer, el Pontífice decretaba su disolución por considerarlo un «sistema sectario abusivo», además de corroborar una corrupción generalizada. Previamente, ante el expediente elaborado por el sacerdote español Jordi Bertomeu como por encargo de Francisco, se pudo comprobar la vinculación en este entramado del arzobispo de la diócesis de Piura, José Antonio Eguren. Francisco le obligó a presentar su renuncia hace ahora un año, una medida que fue ejecutada por el ya cardenal prefecto del Dicasterio de los Obispos, Robert Prevost.
Siendo la primera decisión que tomaba la Santa Sede en referencia al Sodalicio, desde el movimiento ahora extinguido se buscó amedrentar al purpurado. «Para ello, se necesitaba centrar todos los ataques mediáticos no en el Papa, quien recibió la renuncia de Eguren, sino en Prevost, quien la habría provocado. Con un poco de suerte, cundiría el miedo y dejarían al Sodalicio en paz», relatan desde la Santa Sede sobre una práctica que en su momento no tuvo éxito, pero que sí han intentado resucitar en el período preelectoral del cónclave. «Para ello se han servido de un canonista y ex agustino peruano, ligado precisamente al Sodalicio, intentando reactivar las denuncias y mantener el caso vivo hasta ahora, al asumir la representación legal de las denunciantes», subrayar desde la Santa Sede.
En el Vaticano valoran especialmente que en estos días hayan sido precisamente las víctimas del Sodalicio de Vida Cristiana quienes hayan salido en defensa de León XIV, que «junto a los cardenales Pedro Barreto y Carlos Castillo y el obispo Reinhold Nann fueron los únicos que en su momento les apoyaron». De hecho, el periodista peruano Pedro Salinas, principal azote del Sodalicio, ha hecho público su agradecimiento a Prevost en estos días por haber sostenido «con decisión y valentía a las víctimas».
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