Verano

Consejos para viajar con pacientes con deterioro cognitivo

Mantener unos horarios establecidos para las comidas, los paseos o las actividades diarias, es muy importante

Personas mayores. El chip de la juventud
Personas mayores. El chip de la juventudFreepikFreepilk

Todo lo que pensamos, sentimos, aprendemos o recordamos está controlado por el cerebro, además de la forma en que nos movemos, el latido del corazón o la digestión cuando comemos. El cerebro forma parte del sistema nervioso central y contiene miles de millones de neuronas especializadas en funciones diferentes. Cuando el cerebro recibe un mensaje desde cualquier parte del cuerpo, responde rápidamente con otro mensaje sobre cómo reaccionar. Por ejemplo, las neuronas sensoriales se encargan de enviar información al cerebro desde los diferentes sentidos, vista, oído, olfato, tacto y gusto. Estos procesos mentales que nos permiten recibir, procesar, comprender y elaborar toda la información que nos llega del exterior y hace que podamos interactuar con el mundo que nos rodea, se conocen como funciones cognitivas.

Las funciones cognitivas las utilizamos continuamente para realizar cualquier tarea, desde recordar y manejar la información que nos llega en un momento concreto hasta procesar diferentes estímulos externos o hacer cálculos matemáticos. Estas actividades que hacemos de manera natural, implican el trabajo de millones de conexiones neuronales y requieren la activación de diferentes áreas del cerebro. Cuando alguna de las funciones cognitivas disminuye, como consecuencia de una enfermedad cerebral, se habla de deterioro cognitivo. Las habilidades mentales que se ven afectadas por este deterioro son, principalmente, la memoria, la atención, el lenguaje, el razonamiento y la resolución de problemas. Aunque normalmente el deterioro cognitivo se asocia a enfermedades cerebrales (degenerativas y/o vasculares) que aparecen al paso de los años, factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares (hipertensión arterial, hipercolesterolemia, diabetes, obesidad), como el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo, la falta de ejercicio, de sueño o una dieta poco saludable, así como problemas psicológicos, cambios emocionales o situaciones de estrés, pueden favorecer a su desarrollo.

Doctor Oriol Franch, Jefe del Servicio de Neurología del Hospital Ruber Internacional
Doctor Oriol Franch, Jefe del Servicio de Neurología del Hospital Ruber InternacionalQuirónsalud

Además de la disminución de las habilidades mentales, también pueden aparecer trastornos en el estado de ánimo y cambios de comportamiento. El deterioro cognitivo puede ser leve o grave: leve cuando hay una disminución de una o más áreas de las funciones cognitivas, sin repercusión en las actividades habituales diarias, y grave si la pérdida de las funciones cognitivas afecta en la capacidad para realizar las actividades diarias normales. “Una de las recomendaciones para las personas con deterioro cognitivo es mantener una rutina fija en las actividades cotidianas y evitar en lo posible los cambios de residencia. Esto permite que se oriente mejor en el tiempo y en el espacio y se sienta seguro. Los viajes, por lo tanto, no son aconsejables, el traslado a lugares desconocidos puede ser causa de intranquilidad y agitación. Aunque algunas personas, acompañadas por familiares o cuidadores, están tranquilos”, apunta el Doctor Oriol Franch, Jefe del Servicio de Neurología del Hospital Ruber Internacional.

Mantener unos horarios establecidos para las comidas, los paseos o las actividades diarias, es muy importante para las personas con deterioro cognitivo, cualquier variación en su rutina puede suponer una alteración del comportamiento. Sin embargo, cuando surge un viaje, especialmente en época estival, esta rutina se interrumpe. Por eso es fundamental que los pacientes con estos trastornos viajen rodeados de personas y objetos familiares para que se mantengan calmados y orientados. Durante el viaje hay que mantenerlos entretenidos con juegos sencillos y hablarles con tranquilidad, si el viaje es largo, efectuar paradas para descansar y dar pequeños paseos antes de proseguir. Es conveniente llevar ropa de repuesto por si fuera necesario un cambio durante el trayecto. No olvidar en el equipaje de mano su medicación y llevar un babero o servilleta grande, además de unos cubiertos adecuados para la hora de comer.

Una vez en el lugar de destino, mejor evitar las multitudes y las horas más concurridas en los restaurantes. “En el caso de una reunión social, es bueno repetir los nombres de los asistentes cuando lleguen. Es conveniente tener en cuenta que estos pacientes se sienten mejor como simples observadores a la interacción social. Los niños les suelen gustar y les entretienen” explica el doctor Franch. Para que no se desorienten, es necesario decirles el lugar, día y la hora en la que se encuentran e indicarles lo que se va a hacer en cada momento. Por ejemplo, decirle que es la hora del paseo, y ayudarle a vestirse. La ropa que deben utilizar en los viajes tiene que ser ligera y transpirable y el calzado cómodo y con suela antideslizante para evitar resbalones y caídas. Si se viaja a una zona cálida, una gorra o sombrero es importante para evitar el calor en la cabeza, así como una botella de agua para que beba con frecuencia.

Para las personas que cuidan de los pacientes con deterioro cognitivo, es bueno salir de la rutina y poder compartir con la familia los cuidados diarios. Para que en el viaje no surjan imprevistos, se debe planificar convenientemente, evitar los desplazamientos continuos y mantener la base en un lugar fijo. Pero, sobre todo, antes de emprender un viaje, consultar con el médico habitual del paciente sobre si es conveniente o no realizar un viaje y, en caso de que haya algún problema indique cómo actuar.