Urología
Cuidar la próstata a partir de los 40
Hay al menos diez hábitos clave que conviene incorporar a partir de la mediana edad para reducir los riesgos
A partir de los 40 años, la salud prostática empieza a cobrar protagonismo en la vida de muchos hombres. Aunque algunas enfermedades asociadas a esta glándula, como la hiperplasia benigna o el cáncer de próstata, tienen un fuerte componente genético y hormonal, los expertos insisten en que llevar un estilo de vida saludable puede marcar la diferencia entre un envejecimiento problemático o una madurez en buena forma.
“El ejercicio físico, una dieta equilibrada, la eliminación de tóxicos como el tabaco o el alcohol y las revisiones periódicas son fundamentales para la prevención”, advierte el Dr. Guillermo Conde Santos, jefe del servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Tenerife. Según su experiencia clínica, muchos hombres no incorporan estos hábitos hasta que presentan síntomas, cuando ya es más difícil intervenir de forma eficaz.
Diez hábitos clave
La próstata, una glándula del tamaño de una nuez situada debajo de la vejiga, participa en la producción del semen y sufre con frecuencia alteraciones a partir de cierta edad. El crecimiento benigno de la próstata (hiperplasia) puede provocar dificultad para orinar, necesidad de levantarse por la noche o sensación de vaciado incompleto de la vejiga. Aunque no es una enfermedad maligna, puede afectar seriamente a la calidad de vida. En el caso del cáncer de próstata, el principal enemigo es el diagnóstico tardío, ya que puede evolucionar sin síntomas durante años.
Los especialistas coinciden en que hay al menos diez hábitos clave que conviene incorporar a partir de la mediana edad para reducir los riesgos. El primero es mantener una alimentación rica en frutas, verduras, legumbres y pescado azul, y reducir el consumo de carnes rojas, grasas animales y productos ultraprocesados. Algunos nutrientes como el licopeno, presente en el tomate cocinado, o los ácidos grasos omega 3 tienen efectos protectores.
El segundo es practicar ejercicio físico de forma regular: caminar, nadar o montar en bicicleta al menos 30 minutos al día ayuda a controlar el peso, mejorar la circulación y reducir la inflamación sistémica. A esto se suma la necesidad de evitar el sedentarismo prolongado, que está relacionado con disfunciones urológicas.
También se recomienda evitar el tabaco y el alcohol, mantenerse bien hidratado, vigilar el tránsito intestinal para prevenir el estreñimiento, no aguantar las ganas de orinar, mantener una vida sexual activa en la medida de lo posible y, sobre todo, acudir a revisiones periódicas. A partir de los 50 años —o antes si existen antecedentes familiares— conviene realizarse una analítica de PSA y una revisión urológica completa de forma anual.
Cuidar la próstata no es solo una cuestión de prevenir enfermedades graves: también se trata de vivir con mayor bienestar, confianza y calidad de vida. La prevención no duele, pero la omisión sí puede pasar factura.