Futura reencarnación
El Dalai Lama desafía a China: su sucesor será elegido fuera del Tíbet y sin injerencia política
La elección del nuevo líder espiritual de los tibetanos -que ha insinuado que su reencarnación podría surgir en India- ha sido un asunto de disputa entre las autoridades de China y los tibetanos en el exilio
Su Santidad el XIV dalái lama, ícono global del budismo tibetano, despejó este miércoles las incógnitas sobre el futuro de su institución, arraigada desde el siglo XIV. A pocos días de celebrar su 90º cumpleaños, Tenzin Gyatso, desde su refugio en el exilio en Dharamsala, India, emitió un mensaje contundente vía video: su figura perdurará tras su partida, y la tarea de identificar a su sucesor recaerá exclusivamente en el Gaden Phodrang Trust, su círculo de confianza. Con esta decisión, se asegura la continuidad de una tradición milenaria, desafiando frontalmente las pretensiones de Pekín de imponer un sucesor alineado con sus intereses políticos, en un acto que reafirma su autonomía frente a la creciente injerencia del régimen comunista.
En su declaración cargada de autoridad y precisión, el Premio Nobel de la Paz puso fin a años de incertidumbre en la comunidad budista global sobre el futuro de su linaje. Desde Dharamsala reafirmó, a través de un video, el marco delineado en 2011 durante un cónclave de líderes espirituales como la hoja de ruta definitiva para la reencarnación. En un mensaje compartido en la red social X, dejó claro que el proceso se ancla en las tradiciones del budismo tibetano y los precedentes históricos de la línea sucesoria, encomendando al Gaden Phodrang Trust —fundado en 1642 por el 5º Dalai Lama— y a la Oficina de Su Santidad la responsabilidad exclusiva de supervisarlo. Este organismo, precisó, consultará a los líderes de sus tradiciones y a los Protectores del Dharma, deidades juramentadas ligadas a la institución, para garantizar el cumplimiento riguroso de los protocolos establecidos.
Su sucesor será una persona nacida en el "mundo libre", prometió públicamente, una declaración que Pekín desestimó como "otro disparate" en su narrativa oficial. En el pasado, el líder religioso planteó opciones no convencionales para este complejo ritual, como la posibilidad de reencarnarse en una mujer, en un adulto o incluso fuera del Tíbet, probablemente en India.
Tras 14 años de un silencio estratégico, la decisión inyecta esperanza en la diáspora tibetana, que enfrenta el desafío de preservar su herencia.
Continuidad de una tradición milenaria
Durante la 15ª Conferencia Religiosa Tibetana, el venerado maestro de afable sonrisa reafirmó la vigencia del sistema de reencarnación tulku, pilar del budismo tibetano de la escuela Gelug. Este sistema, que identifica a los lamas reencarnados como manifestaciones del bodhisattva Avalokiteshvara, asegura la continuidad del guía espiritual para ellos. La declaración subraya que solo el Gaden Phodrang Trust, integrado por monjes y discípulos de alto rango, tiene la potestad de supervisar el proceso de selección, basado en visiones, oráculos y pruebas tradicionales, como el reconocimiento de objetos del predecesor por parte del niño candidato. "La reencarnación no es un asunto político, sino una expresión de la voluntad del bodhisattva de compasión para seguir sirviendo a los seres sensibles", afirmó el dignatario. Sus palabras buscan preservar la integridad de una tradición que, desde el siglo XV, ha identificado desde Gedun Drub hasta el actual Tenzin Gyatso, entronizado a los dos años en 1940 tras ser reconocido en un remoto poblado tibetano.
Parece que el próximo Dalai Lama será el primero en la historia de la institución en no haber residido jamás en el Tíbet. Es altamente probable que se identifique dentro de la comunidad de Dharamsala, ubicada en el estado de Himachal Pradesh, en el norte de India, donde el gobierno administra escuelas, hospitales, monasterios y cooperativas agrícolas. Esta administración se sostiene principalmente mediante donaciones privadas, complementadas por aportes financieros de Estados Unidos, India y la Unión Europea, entre otros. Sin embargo, la reciente reducción de más de 12 millones de dólares en ayudas por parte de la administración Trump ha impactado significativamente el presupuesto, representando casi un tercio de los fondos anuales de la comunidad.
Pekín desafía al Dalai Lama
El gobierno chino ha desoído sistemáticamente las palabras del 14º Dalai Lama, tachándolo de "separatista" y estigmatizándolo como un "lobo con hábitos de monje". La prensa oficial de Pekín, a través de la agencia Xinhua, ha proclamado que la reencarnación del líder espiritual "nunca" puede ser decidida por un solo individuo. De hecho, Li Decheng, subdirector del Centro de Investigación Tibetológica de China, afirmó que este proceso trasciende lo meramente religioso, pues "refleja la soberanía nacional, la autoridad gubernamental, los principios religiosos y los sentimientos de los seguidores laicos". Según Li, no existe precedente histórico de una reencarnación determinada únicamente por el individuo implicado, insistiendo en que el sistema está "inseparablemente ligado al apoyo del Gobierno central". Advirtió, además, que "cualquier intento de politizar la reencarnación de los budas vivientes será inútil".
Por otra parte, India, que alberga al gobierno tibetano en el exilio en Dharamsala, enfrenta un delicado equilibrio diplomático: respaldar la libertad religiosa de la comunidad tibetana sin avivar las tensiones con el régimen de Xi Jinping, con quien comparte una frontera de más de 3.200 kilómetros. Por su parte, Estados Unidos, mediante la Ley de Política y Apoyo al Tíbet de 2020, ha reafirmado su compromiso con el derecho exclusivo de los tibetanos a elegir a sus líderes religiosos, amenazando con sanciones a funcionarios chinos que interfieran. Asimismo, países como Mongolia y regiones del Himalaya con comunidades budistas observan con atención este desarrollo, conscientes de su potencial impacto en sus propias tradiciones espirituales y culturales.
Resistencia budista a la injerencia china
En 1959, Tenzin Gyatso huyó del Tíbet ocupado por el ejército chino tras una ardua marcha de 14 días a través de los Himalayas, sin haber regresado desde entonces. Hasta 2011, ejerció simultáneamente como líder político, abogando por su causa a nivel internacional. Ese año, renunció a la dirección del gobierno en el exilio, promoviendo la elección de un parlamento y un proceso democrático para la formación de un gobierno, aunque este no es reconocido internacionalmente.
Pese a su retiro político, sigue siendo la figura referencial, lo que motiva el interés de Pekín en controlar la designación de su sucesor, favoreciendo a un candidato que reconozca la soberanía china sobre el Tíbet. La injerencia china en los procedimientos religiosos del budismo se intensificó desde la década de 1980, particularmente durante la identificación del nuevo Panchen Lama, considerado la segunda autoridad más importante en esta tradición.
Tras el fallecimiento del décimo Panchen Lama en 1989, el dalái lama reconoció el 14 de mayo de 1995 a Gedhun Choekyi Nyima, un niño de seis años, como su sucesor. Tres días después, las autoridades chinas en el Tíbet detuvieron al menor y establecieron una comisión para seleccionar un nuevo Panchen Lama. El 11 de noviembre de ese año, la comisión otorgó el título a Gyaltsen Norbu, conocido como Qoigyijabu, un niño de cinco años. Desde entonces, no se ha tenido información fidedigna sobre el paradero de Gedhun Choekyi Nyima ni de su familia, quienes permanecen "desaparecidos". Hace algunos años, el Dalai Lama afirmó que fue trasladado y educado en un entorno "no religioso". Por su parte, el Panchen Lama designado por China reside principalmente en Pekín y su legitimidad es cuestionada por la comunidad budista, pese a que en junio se reunió con Xi Jinping, reafirmando en esa ocasión la soberanía china.
El archienemigo de China no precisó cómo se superará el obstáculo de la ausencia de un Panchen Lama universalmente reconocido. Esta situación plantea la posibilidad de que monjes tibetanos alineados con China intenten nombrar uno alternativo. No puede descartarse, por tanto, que tras el fallecimiento de Tenzin Gyatso surjan dos candidatos.
Invocando el edicto imperial de 1793 y la Orden nº 5 de 2007 de la Oficina Estatal de Asuntos Religiosos, China reclama la prerrogativa de supervisar las reencarnaciones mediante el ritual de la urna dorada, un procedimiento históricamente aplicado de manera selectiva y ahora instrumentalizado para fines políticos. No obstante, el máximo representante del budismo ha rechazado esta injerencia, advirtiendo que cualquiera seleccionado por Pekín carecerá de autenticidad y autoridad dhármica. En palabras de Lobsang Sangay, primer ministro del gobierno tibetano en el exilio en 2015: "Es como si Fidel Castro pretendiera designar al próximo Papa".