
Otorrinolaringología
Detectar la sordera en recién nacidos, clave para su desarrollo
Las dificultades auditivas, si no se diagnostican y tratan en los primeros años de vida, pueden ser perjudiciales para el desarrollo del pequeño

Los primeros sonidos que escucha un recién nacido son mucho más que un estímulo: son la base sobre la que se construirá su capacidad para comunicarse. Cuando esa puerta al sonido no se abre desde el inicio, el desarrollo del lenguaje se ve afectado. Detectar la sordera en los primeros días de vida es, por tanto, un paso esencial para garantizar un desarrollo saludable y pleno.
El Dr. Manuel Conde Jiménez, especialista del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Quirónsalud Málaga, explica que “si detectamos este problema de forma precoz, especialmente antes de los dos años, podemos tratar el déficit auditivo con audífono o implante coclear y permitir que se desarrolle el lenguaje antes de que se pierda la capacidad de hablar”.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, 5 de cada mil recién nacidos presentan algún tipo de sordera. Aunque pueda parecer una cifra pequeña, sus efectos pueden ser muy importantes si no se detecta a tiempo: los niños que no oyen no pueden imitar sonidos ni palabras, y su cerebro no desarrolla correctamente las conexiones necesarias para el habla y la comprensión. Las dificultades auditivas, si no se diagnostican y tratan en los primeros años de vida, pueden ser perjudiciales para el desarrollo del pequeño.
Las pruebas que detectan la sordera neonatal
Hoy en día existen técnicas seguras, rápidas e indoloras que permiten diagnosticar problemas auditivos incluso antes del alta hospitalaria. La prueba de otoemisiones acústicas es la más utilizada: se coloca un pequeño dispositivo en el oído del bebé que emite una señal sonora y mide la respuesta del oído interno. Si la respuesta no es la esperada, se realiza una segunda prueba, los potenciales evocados auditivos, que analizan la actividad eléctrica del cerebro ante los sonidos.
Estas pruebas permiten detectar tanto sorderas genéticas como las derivadas de infecciones prenatales o síndromes asociados, como los de Pendred o Alport. Se pueden detectar y tratar otras patologías que cursan con sordera, entre otros síntomas, como algunas infecciones víricas prenatales, por ejemplo el citomegalovirus, que es la segunda causa de sordera congénita después de la causa genética.
El diagnóstico temprano es fundamental para iniciar cuanto antes el tratamiento más adecuado, ya sea con audífonos, logopedia o implantes cocleares, según el tipo y grado de pérdida auditiva.
Cómo evoluciona el lenguaje en los primeros años de vida
El papel de los padres resulta esencial en la observación del desarrollo auditivo y lingüístico del niño. A continuación, se resumen los hitos normales del lenguaje en los primeros cinco años, que sirven como guía para detectar cualquier posible retraso:
- Hasta los 3 meses: el bebé se sobresalta ante ruidos fuertes, abre los ojos o parpadea cuando oye un sonido y se calma con la voz de sus padres.
- De 3 a 6 meses: empieza a girar la cabeza hacia el sonido y se tranquiliza con voces familiares.
- De 6 a 9 meses: balbucea, juega con sonidos y responde a su nombre o a la voz de la madre.
- De 12 a 15 meses: entiende órdenes sencillas, imita sonidos y pronuncia entre tres y cinco palabras.
- De 18 a 24 meses: su vocabulario crece hasta las 50 palabras; empieza a formar frases de dos palabras y se le entiende aproximadamente la mitad de lo que dice.
- A partir de los 3 años: emplea frases de cuatro o cinco palabras y su vocabulario ronda las 500; el 80% de lo que dice resulta comprensible para personas ajenas a la familia.
Cualquier desviación significativa de estos hitos puede ser un signo de alarma y conviene consultar con un especialista para realizar una revisión auditiva completa.
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