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El "ritornello"fascista retumba en Italia

Como el estribillo de una canción, la filosofía de Mussolini regresa a la palestra política del país vecino cada cierto tiempo.

Aficionados despliegan pancartas con símbolos fascistas y neonazis durante un partido de fútbol en Roma
Aficionados despliegan pancartas con símbolos fascistas y neonazis durante un partido de fútbol en Romalarazon

Como el estribillo de una canción, la filosofía de Mussolini regresa a la palestra política del país vecino cada cierto tiempo.

Resulta complicado escribir en las páginas de Historia cuando el tema ocupa las crónicas diarias de los periódicos, las aperturas de los telediarios y las redes sociales. El fascismo se ha vestido de siglo XXI y convertido en «trendy» en Italia. El último episodio lo sufre una simple familia de etnia gitana, reubicada esta semana por el Ayuntamiento romano desde un campamento ilegal a una casa de una zona residencial en la periferia de la capital. Se trata de 14 personas, cuyo traslado congregó a decenas de fascistas que han protagonizado manifestaciones violentas, con amenazas de muerte incluidas. Cómo se habrá puesto la cosa, que ha tenido que intervenir hasta el Papa. Francisco recibió a la familia y manifestó su «sufrimiento» ante estas noticias. El grupo de acción de carácter fascista se llama CasaPound y es un colectivo de activistas que se aloja en una casa ocupada en el corazón de Roma sin que las autoridades hayan hecho nada para sacarlos de allí durante años. Es, cuanto menos, curioso que ellos reclamen el desalojo de estos gitanos. Están registrados como partido político y se presentan a las elecciones –con resultados normalmente muy modestos–, pero sobre todo sirven como cantera y base ideológica de otros movimientos extremistas. Su irrupción no es nueva, fue fundado hace 15 años. Tampoco es la única fuerza de ideología fascista que existe en la actualidad. Estas recogen a su vez la herencia de otros grupos nostálgicos que han sobrevivido durante las últimas décadas. El «ritornello» es una simple repetición que se utilizaba en la lírica para separar las estrofas. No es que no importe lo que pase entre medias, pero al final siempre se vuelve a lo mismo. La novedad de estas expresiones fascistas es que cada vez son más comunes, alentadas por un discurso institucional cómplice. La irrupción del ultraderechista Matteo Salvini como vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior les ha insuflado fuerzas. Salvini, quien defiende que la ideología izquierda/derecha está superada y que el fascismo forma parte de la prehistoria, se divierte coqueteando con estos mensajes. CasaPound y otros grupos de ideología similar han participado en numerosas ocasiones en manifestaciones de la Liga, el partido del ministro del Interior.

EXABRUPTOS POLÍTICAMENTE INCORRECTOS

En su papel de hombre fuerte del Ejecutivo, Salvini coquetea constantemente con la figura de Benito Mussolini. La semana pasada pronunció un discurso desde un balcón en el que el Duce presenció la ejecución de cuatro opositores y, claro, saltó la polémica. En su listín de exabruptos políticamente incorrectos figuran algunas frases que el dictador dejó para la historia. «Tantos enemigos, tanto honor», pronunció en una ocasión el vicepresidente italiano, parafraseando a Mussolini. Una proclama que refleja perfectamente el éxito de una estrategia muy calculada: provocar, dividir y vencer. Otra fórmula, adaptada a los tiempos, de un viejo aforismo romano. La Constitución italiana de 1947 prohibió la apología del fascismo. El país no solo venía de sucumbir estrepitosamente en la Segunda Guerra Mundial, sino que había vivido una suerte de guerra civil entre fascistas y partisanos. El futuro lo escribieron los miembros de la resistencia y por el momento consiguieron que funcione a través de una serie de complicados equilibrios que solo son posibles en Italia. El sistema parlamentario dibujó siempre un panorama muy fragmentado en el que la tradición de Maquiavelo se agudiza para salir adelante pese a las constantes crisis de Gobierno. La idea era impedir de nuevo la hegemonía de un partido único, dotando de mayor peso a las instituciones. Por mucho que cayera un Gabinete, allí estaban el Parlamento, como sede de todo remiendo político, y el presidente de la República, con un peso político infinitamente superior al de nuestro Rey. «En Italia hubo necesidad de pasar página rápidamente con el pasado y nunca se terminó de ajustar cuentas con lo que habíamos dejado atrás», señaló hace días el historiador Francesco Filippi en un encuentro con periodistas extranjeros. Presentaba su libro «Mussolini ha fatto anche cose buone» (Mussolini también ha hecho cosas buenas), un pensamiento muy extendido entre un sector no poco numeroso de esta sociedad. Según Filippi, que se encarga de desmontar los tópicos del Duce como gran benefactor, si en algo destacó el fascismo fue en la «autopromoción del propio régimen». No es que las «fake news» hayan surgido hoy. «Pensar en un hipotético pasado positivo siempre lanza una esperanza en el ánimo de quien está descontento en el presente», reflexiona el autor. Un representante del tópico al que apela Filippi fue el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, quien hace poco dijo que Mussolini «hasta que no declaró la guerra al mundo entero siguiendo a Hitler y promulgó las leyes raciales» hizo cosas buenas. Unas declaraciones que tuvo que rectificar inmediatamente y para autoproclamarse un perfecto antifascista. Sin embargo, no es la primera vez que la derecha se expresa en estos términos. También lo ha hecho en alguna ocasión Silvio Berlusconi. Por más que diga Salvini, la división entre fascistas y antifascistas dejó quebrantado a este país y esa disyuntiva la recogieron la izquierda de un lado y la derecha, del otro.

Mussolini como reclamo electoral

Ya desde los años noventa, el partido de Berlusconi utilizó el apellido Mussolini como reclamo electoral. Alessandra, nieta del dictador, ha sido diputada, senadora, y en la actualidad es europarlamentaria. Sobrina, a su vez, de Sophia Loren, protagonizó una errática carrera como actriz antes de pasarse a la política, donde si por algo se caracteriza es por involucrarse a nivel mediático en toda polémica con tono de «reality show». Alessandra se presentará de nuevo a las elecciones al Parlamento Europeo, donde tendrá como rival a otro miembro de la familia. Se trata de Caio Giulio Cesare Mussolini, un nombre de reminiscencias imperiales muy propio para un bisnieto del Duce. El árbol genealógico del caudillo se asemeja más bien a un sudoku, con cinco hijos fruto de su matrimonio con Rachele Guidi, otros tantos sin reconocer y varias amantes, como Claretta Petacci, con la que fue ejecutado y colgado en una plaza de Milán. Caio Giulio Cesare nació en Buenos Aires, a donde escapó Vittorio, otro de los hijos de Benito Mussolini, huyendo de posibles represalias. Como Alessandra, con quien no tiene una buena relación, sostiene que no se avergüenza de su familia, pero que el fascismo quedó atrás. Tampoco él tiene ninguna brillante experiencia política, sino que hizo carrera en la Marina. Se declara defensor de la familia tradicional y de regular la inmigración. En las próximas europeas concurrirá por el partido Hermanos de Italia, heredero también de un movimiento neofascista. La gran pregunta es si tanta evocación nos devuelve a una historia circular, como teorizó Umberto Ecco con su idea del «fascismo eterno». Algo que desmiente Emilio Gentili, profesor de la Universidad de la Sapienza y uno de los máximos expertos en la materia. «El fascismo niega todo tipo de democracia como expresión del gobierno popular, mientras que los populistas hacen de la soberanía popular un principio totalmente dogmático hasta el punto de impulsar una democracia directa», sostiene. A su juicio, lo que vemos hoy es consecuencia de unas desigualdades tan rampantes que han socavado las democracias, por lo que «Salvini se apoya en la tradición neofascista que apela a un pasado mejor en un contexto de crisis económica». Italia inventó el fascismo, el populismo de Berslusconi y ahora el soberanismo de Salvini inspirado en Trump. También el «ritornello» significa estribillo en la música pop. Distintos nombres que van cambiando en el tiempo para una sintonía muy parecida.

Salvini, no a la mafia, sí al fascismo

El 25 de abril se conmemora en Italia el Día de la Liberación, en el que se celebra el fin de la ocupación de las tropas nazis y la caída de los últimos resquicios de la dictadura de Mussolini. Se trata de una jornada en la que los italianos celebran el inicio de su democracia y que suele ser respetada por todos los actores políticos sin excepción e independientemente de sus ideologías. Sin embargo, este año el vicepresidente Matteo Salvini decidió saltarse los actos oficiales y marcharse a Corleone con el pretexto moral de luchar contra la mafia antes que el fascismo.