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Productividad
Escribir tu lista de tareas en orden invertido: la técnica eficaz para terminar antes el trabajo
Cuando el día se llena de correos, reuniones y pendientes borrosos, no fallas por pereza: fallas por falta de claridad. Una solución simple es empezar por el final

Ser productivo no es hacer más, es decidir menos. Si empiezas por definir qué significa “terminado” (archivo enviado, factura registrada, post publicado), el camino se vuelve claro y tu cabeza quiere cerrarlo cuanto antes: menos dudas, más acción.
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¿Cómo aplicarlo? Escribe al final el resultado y ve hacia atrás preguntando “¿qué tiene que pasar justo antes?”, hasta llegar a un primer paso de dos minutos. Así reduces decisiones, evitas dar vueltas y pasas antes a ejecutar.
Cómo se aplica en la práctica

La técnica no exige apps nuevas ni rituales largos. Se escribe la lista de abajo arriba: al pie, la última acción verificable; encima, lo que debe ocurrir justo antes; y así hasta llegar a una primera micro tarea que puedas completar en dos minutos. La agenda se bloquea en el mismo orden -del final al inicio- para que llamadas, aprobaciones y entregas encajen sin cuellos de botella.
Piensa la tarea como una secuencia ya resuelta y descríbela en orden inverso: empieza por el momento en que está “publicado/entregado/cerrado”, y desde ahí retrocede anotando las validaciones imprescindibles, las revisiones y, al final, la primera acción mínima que pone todo en marcha.
La clave es que cada peldaño sea verificable (algo que puedas dar por “hecho” sin interpretaciones) y que el último sea tan pequeño que puedas completarlo en dos minutos. Sin grandilocuencias: solo una cadena clara que elimina dudas y acelera la ejecución.
Lo que cambia (y lo que evita)
Al escribir al revés desaparecen los verbos difusos (“avanzar”, “mirar”, “trabajar en…”) y se sustituyen por acciones auditables. Se acotan dependencias -quién posee el paso anterior y cuándo- y se reduce la fricción entre equipos: los traspasos se piden por “acciones terminadas”, no por estados nebulosos. También se desactiva la trampa del plan ideal: el método obliga a confrontar el tiempo disponible con la cadena real; lo que no cabe, se aparca sin culpa.
Un microprotocolo para días llenos
Antes de cerrar el portátil, escribe al pie de una página solo la frase que define el final de mañana. Por la mañana, construye la escalera hacia arriba y empieza por el primer peldaño. A mediodía, revisa el final: si cambió, modifica la secuencia; la claridad vuelve sin rehacer toda la lista.
Señales de que te conviene probarlo
Si tus tareas dependen de terceros, si terminas agotando la jornada en decisiones diminutas o si sientes que avanzas, pero no cierras, escribir la lista al revés convierte el día en un recorrido con meta visible.
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