Compresión medular
En España, el 50% de los casos de metástasis vertebral se diagnostica cuando el paciente ya no puede andar
Un estudio científico concluye que en nuestro país se incumplen habitualmente las recomendaciones científicas internacionales para el tratamiento de esta complicación
La compresión medular por metástasis es una complicación grave que afecta a los pacientes con cáncer avanzado. Los tumores más comúnmente asociados con esta complicación son el cáncer de mama, el cáncer de pulmón, el cáncer de próstata y el cáncer colorrectal. En concreto, el 70% de los pacientes con cáncer avanzado sufren metástasis vertebrales y, de ellos, el 40% sufre compresión medular. El impacto de esta compresión en la vida del paciente puede ser devastador. Según la ubicación y la extensión de la compresión, este puede experimentar dolor en la espalda o en el cuello, debilidad muscular, problemas de coordinación, pérdida de sensibilidad, alteraciones en los esfínteres, disfunción sexual e, incluso, imposibilidad para andar por pérdida de fuerza o parálisis en las piernas. La buena noticia es que existen unos estándares y recomendaciones científicas para facilitar el diagnóstico precoz de la metástasis vertebral para asegurar que cada paciente recibe rápidamente el tratamiento apropiado para su situación concreta antes de que aparezca la compresión medular. No obstante, en España, el 50% de los casos de metástasis vertebral se diagnostica cuando el paciente ya no puede andar. Un reciente estudio publicado en la revista Cancers, acaba de revelar que uno de los principales motivos es que la mayoría de los especialistas conoce estos estándares, pero muchos de ellos no los aplican. También la mayoría de los hospitales incumple las recomendaciones internacionales.
La metástasis vertebral ocurre cuando las células cancerosas se propagan a la médula espinal comprimiendo las delicadas estructuras nerviosas que la componen y obstaculizando la transmisión de señales entre el cerebro y el resto del cuerpo. Los síntomas pueden desarrollarse gradualmente o progresar rápidamente, por lo que el pronóstico es mejor cuando la metástasis vertebral se diagnostica precozmente y se puede aplicar el tratamiento apropiado antes de que cause compresión medular (radioterapia, quimioterapia y/o cirugía, según la situación concreta del paciente).
Entre otros aspectos, estos estándares y recomendaciones desarrolladas por la comunidad científica internacional para facilitar el diagnóstico precoz y el tratamiento temprano requieren usar métodos validados para determinar el grado de inestabilidad vertebral y de compresión medular (como las escalas “SINS” y “ESCC”, respectivamente), así como la expectativa de vida (como las escalas de “Tokuhashi”, “Bauer”, “Tomita” o “van der Linden”), y que sus resultados sean valorados en cada caso por Comités de Tumores integrados por expertos de todas las especialidades implicadas (oncólogos, radioterapeutas, oncológicos, cirujanos ortopédicos, neurocirujanos, etc.), para definir el tratamiento o combinación de tratamientos apropiado en cada paciente y aplicárselo de forma rápida y coordinada.
El estudio científico español, realizado por un grupo de investigadores de la Red Española de Investigadores en Dolencias de la Espalda y publicado en la revista Cancers, ha tratado de analizar el grado de conocimiento y uso de esos métodos y protocolos por parte de los especialistas españoles que tratan a los pacientes con metástasis vertebrales, tanto en hospitales públicos como privados. Las conclusiones preliminares indican que, en general, los especialistas españoles conocen esas recomendaciones, pero muchos no las aplican durante su práctica clínica rutinaria, y tampoco las han implantado los hospitales (públicos o privados) en los que trabajan. Así, por ejemplo, aunque el 78% de los especialistas conocen la escala SINS, sólo el 60% la usan. Además, sólo el 39% de los hospitales tiene implantados protocolos para el diagnóstico y tratamiento de la compresión medular por metástasis, y sólo el 34% dispone de un Comité de Tumores con representantes de dos o más especialidades.
“Los especialistas conocen muy bien cómo se debe tratar la metástasis vertebral, pero este conocimiento no siempre se traduce en eficacia en el tratamiento. El motivo para que así suceda se debe, en gran medida, a problemas organizativos. En mi opinión, para organizar la asistencia multidisciplinar antes una urgencia oncológica con la gravedad y las consecuencias clínicas que puede tener la metástasis medular en el paciente, se necesitan comités específicos de columna metastásica. Es vital. Pero solo una tercera parte de los centros tiene el lujo de disponer de este comité para manejar la columna metastásica. En el resto de los centros, tenemos que tomar decisiones en el pasillo de las consultas de Neurocirugía o Traumatología. En los pasillos no se pueden tomar decisiones correctamente porque no se evalúa la historia clínica, la radiología, etc.”, lamenta Luis Pérez-Romasanta, primer autor del estudio y jefe del Servicio de Radioterapia Oncológica del Hospital Universitario de Salamanca.
Sanidad pública y sanidad privada
En contra de la asunción inicial de los investigadores, los resultados de este estudio cuestionan que la sanidad pública ofrezca mejor tratamiento que la privada a los pacientes con compresión medular por metástasis vertebral. De hecho, en los únicos aspectos en los que hubo diferencias significativas entre ambos ámbitos (el conocimiento y el uso de la escala SINS, y la existencia de Comités de Tumores), el cumplimiento de los estándares internacionales fue mayor en los hospitales privados que en los públicos.
En el estudio han participado 80 especialistas y se ha analizado el grado de conocimiento y uso de los métodos y protocolos que tienen sobre los pacientes con esta patología. Según los análisis, el perfil medio del profesional que ha respondido es un médico joven de, aproximadamente, 46 años que lleva ejerciendo la profesión unos 13 años en un hospital de nivel cuatro. Es decir, un hospital grande, que imparte formación y dispone de gran tecnología médica. Según Francisco Kovacs, coautor del estudio, responsable de la Unidad de Espalda del Hospital Universitario HLA-Moncloa y director de la REIDE, “este estudio refleja el alto grado de autoevaluación y autoexigencia de los médicos”. Y añade: “Creo que este enfoque y la evaluación constante de los resultados son inherentes al ejercicio de la Medicina, y suponen una referencia para las demás profesiones”.
Margen de mejora
Estos datos, que coinciden con los de otros países, sugieren que existe un margen de mejora significativo en el tratamiento de esta enfermedad en la práctica clínica rutinaria. “Solicitamos a las autoridades sanitarias que revisen la cuestión organizativa de los comités multidisciplinares no solo por patología, sino también por situaciones clínicas urgentes”, subraya Luis Pérez-Romasanta.
Francisco Kovacs avala estas palabras y añade: “Hay datos de este estudio que reflejan que hay diferencias significativas en el grado de conocimiento de algunos parámetros necesarios para identificar qué tratamiento necesita un paciente concreto. El porcentaje de especialistas que interpretó correctamente la puntuación de algunas escales es significativamente distinto entre unas especialidades y otras. Esto es normal hasta cierto punto. Pero, a su vez, esto refleja que los especialistas deberían sentarse a la misma mesa para, aportando cada aquella área en las que es más competente, decidir en ese momento concreto y para ese paciente específico, cuál es el tratamiento indicado”.
Estanislao Arana, especialista del Departamento de Radiología de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología, considera que el problema se resolvería con medidas de actualización del conocimiento. “Si los especialistas tuvieran que recertificarse o demostrar que ha actualizado sus conocimientos, seguramente tendríamos más nivel y más homogeneidad entre distintas especialidades”, asegura.
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