Teología de la Historia
Ezkioga: los hechos que convulsionaron la II República
En junio de 1931 dos hermanos, Antonia, de 11 años, y Andrés, de 7, afirmaron haber visto a la Virgen en la ladera del monte Anduaga
Es cosa bien conocida que la II República fue proclamada el 14 de abril de 1931 tras unas elecciones municipales, pero no lo son tanto unos hechos que comenzaron al día siguiente de las elecciones constituyentes del 28 de junio de aquel mismo año. En el intervalo de esas dos fechas el destacado espíritu anticristiano que acompañaba al republicanismo se puso ya de manifiesto al producirse, apenas transcurrido un mes, el comienzo de la quema de iglesias y conventos en España. Cuando el ministro de la Gobernación, Miguel Maura, quiso impedirlo, el Gobierno se opuso y el mismo presidente del Consejo de Ministros, Manuel Azaña, dirá una frase que ya se encuentra en la historia : «La quema de todos los conventos no vale la vida de un republicano». Las elecciones constituyentes dieron la victoria a los partidos que en diciembre aprobarían la Constitución de aquella república con un acentuado laicismo anticristiano. Pues bien, uno o dos días después de aquellas elecciones, al atardecer del 29/30 de junio de 1931 en la ladera del monte Anduaga, junto a la localidad guipuzcoana de Ezkioga (hoy Ezkio), dos hermanos, Antonia Bereciartu, de 11 años, y Andrés, de 7, pastores e hijos de unos caseros de la localidad, afirmaron haber visto a la Virgen. En el clima de radicalización política del momento, aquella noticia se extendió por toda España a un ritmo extraordinario, y eso en una sociedad que obviamente no tenía a su alcance los actuales medios de comunicación. Y menos de un mes después, el 19 de julio ya se publicaba la noticia de que unos 30.000 peregrinos se habían concentrado en el lugar de los hechos, y que más de 3.000 vehículos se habían desplazado a la zona. El 13 de agosto –fecha señalada en Fátima por ser aquella en que la Virgen expresaría su tristeza por no poder aparecerse a los tres pastorinhos al estar detenidos por el alcalde de la Vila da Ourem– el diario «ABC» publicaba una noticia que comenzaba: «Ir a Ezquioga este año es un deber ineludible para todo veraneante». Al día siguiente, en la prensa se conocía la noticia de que el asunto de esas apariciones había sido objeto de debate en la correspondiente sesión de las Cortes. En el clima reseñado, hostil a manifestaciones de fe y religiosidad, se esperaba por unos –y se rechazaba por otros–, que Ezkioga pudiera convertirse en el Lourdes o la Fátima de España. El clima emocional era tan intenso que comenzaron a aparecer numerosos presuntos videntes a los que, según decían, también se les aparecía la Virgen y les comunicaba mensajes. Destacaron muy en especial los peregrinos procedentes de la Cataluña carlista, que por decenas de miles, y apoyados por el obispo de Barcelona se trasladaban a Ezkioga. Dos videntes, Benita Aguirre, de 9 años, y el herrero José Garmendia, eran especialmente solicitados por ellos porque afirmaban tener un mensaje de la Virgen para Francesc Macià, entonces presidente de la Generalitat. Recibido Garmendia por él, apoyó la construcción de una capilla en Ezkioga. En este clima emocional no sólo la política sino personajes destacados de la intelectualidad del momento como el mismo Pío Baroja y el ilustre doctor Gregorio Marañón, comisionado por el Gobierno, se hicieron eco de los sucesos. Baroja escribió la obra «Los visionarios», donde quedaba afirmada la posible veracidad de algunos videntes, mientras Marañón, tras una profundo análisis de los hechos, afirmaría que no podían ser calificados por la ciencia médica dado su posible origen sobrenatural. Para finales de año se estimaba que un millón de personas habían estado en Ezkioga «a la espera de un milagro». Ante tal situación, el Gobierno provisional de la República acentuó su oposición a los hechos y la Iglesia procedió a su condena. No fue ajena a esta decisión, según se dijo aunque no pudiera confirmarse, que el obispo Múgica de Vitoria, que residía exiliado en Francia por desafecto al régimen, obtuviera permiso para regresar. En cuanto a la República, Azaña nombró gobernador civil de Guipúzcoa a una persona de su confianza personal con la expresa misión de «acabar con Ezkioga». El nacionalismo vasco, que inicialmente apoyaba las manifestaciones al constatar que los dos hermanos hablaban con la Virgen en su lengua natal, el euskera, cambiaría de postura al generalizarse el fenómeno para hacerse español, sumándose a la posición del Gobierno y de la Iglesia. En ese nuevo escenario emergería la figura de una persona que adquirirá un papel destacado en la historia de los hechos de Ezkioga: el religioso franciscano Amado de Cristo Burguera. Su obra, «Los Hechos de Ezquioga ante la Razón y la Fe», editada en Valladolid en 1934, es de obligada lectura para tener una visión sólidamente fundamentada acerca de lo sucedido. En la dedicatoria de su Obra, el p. Burguera se dirige a la Virgen «...a ti, Santa María, va consagrado este Libro que es el Tuyo. Tú lo inspiraste, Tú lo asististe, Tú lo defendiste, Tú lo corregiste, Tú ordenaste que, en los momentos de mayor prueba, apareciera... para que totalmente se convenzan de tu maravillosa Obra de Ezquioga, la más grande Obra mariana que han conocido los siglos…» Estas palabras están destacadas por él y presuntamente las habría pronunciado la Virgen el 17 de agosto de 1933. A continuación y a «guisa de prólogo», el autor expone la razón de esa obra, exponiendo que en Noviembre de 1931 él se contaba entre los numerosos que negaban o dudaban de la veracidad de las apariciones y cómo «los constantes estudios y la asistencia divina le hicieron pensar de distinta manera». Comienza por argumentar las diversas y «graves causas sociales y demás, que explican como razonables y lógicos los hechos que suceden en Ezquioga». Y las enumeraría: 1) «La gravedad del momento presente universal» con la Segunda Guerra Mundial que se desencadenaría apenas cinco años después, y la Guerra Civil que la Virgen había anunciado en 1931 para «cinco años después» como así sería en 1936. 2) La Santa Virgen, en los últimos tiempos ha de ser más conocida, amada y glorificada que lo que ha sido hasta ahora. 3) La gravedad del momento particular de España. Porque España, la nación predilecta de María y nación católica por antonomasia es hoy patrimonio del anticatolicismo por la claudicación de los que debieran haberla defendido. ¿Cuándo se había visto en España sino ahora, que hasta un sacerdote haga pública manifestación de apostasía? y ¿que se expresen en la propia campa de las apariciones frases contra la excelsa Madre de Dios…? El padre Amado Burguera va exponiendo esas razones para a continuación desarrollar en profundidad las que considera avalan la veracidad de las apariciones. Comienza por narrar unas muy «saludables coincidencias» que califica de providenciales, y que «tocan los términos del milagro». Las indica para afirmar que ese tiempo concreto, profetizado como de gran misericordia frente a la gran extensión del pecado, explica los hechos de Ezkioga. El Padre Burguera sufrirá una gran persecución por su labor, tanto de las autoridades de la República como de la jerarquía eclesial. Su libro, de portada negra, será conocido como el «libro negro de Ezquioga» y retirado de la circulación, incluso por las autoridades tras la Guerra Civil. La posición contraria de la Iglesia sería determinante para ello. De la extensa bibliografía sobre Ezkioga, además de la reseñada, merece destacarse una actual editada en 1997 y escrita por William A. Christian Jr. Intitulada «Las visiones de Ezkioga», y subtitulada «La Segunda República y el Reino de Cristo». Este libro muy documentado describe la relación mutua entre los videntes y los creyentes, incluidos algunos influyentes y llegados de lugares lejanos. El autor habló con centenares de testigos o protagonistas de los hechos que le encaminaron hacia el hallazgo de gran cantidad de mensajes, diarios, publicaciones clandestinas y elocuentes fotografías.
Ezkioga en 1931 inicia una curiosa secuencia –1931/1941/1961/1981– de acontecimientos marianos que se produjeron en España durante el siglo pasado. Que corresponden, respectivamente, a Umbe en Vizcaya, Garabandal en Cantabria y El Escorial en Madrid. Todas ellas se encuentran en una situación parecida a la de Ezkioga, sin duda la que generó más tensión política.
✕
Accede a tu cuenta para comentar