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Opinión

El final del verano

Tampoco me gusta eso de “veranear”

Paloma Pedrero larazon

¡Por fin septiembre! De nuevo volvemos a una aparente semejanza unos y otros. Todos a la brecha. Porque el verano está muy bien para los que pueden disfrutarlo con salud, con amor y con dinero. Para el resto de los humanitos, el verano es por orden de lo anterior, más falta de atención de médicos para los sin salud, más falta de afecto para los sin compañía, más falta de descanso para los sin dinero. Si echamos cuentas, quizá no la mayoría, pero sí un numero asombroso de personas están en estos tres grupos. Y a la falta de una vida buena habitual, tienen que sumar el postureo general de los bobos que fardan de vacaciones, playas, chiringuitos, cuerpos. Yo no les creo, la verdad. Yo ya solo voy creyendo en lo que siento con todos los sentidos, y las fotos y las palabras me resultan vanas. Tampoco me gusta eso de “veranear” como lo hacen la mayor parte de la clase media poco pudiente. Es decir, gastar los ahorros de todo el año en un apartamento con olor a humedad y arena reseca a mil euros a la semana; una playa atiborrada con un mar calentito y alguna medusa; un sol prohibido por los dermatólogos, una nevera portátil, unas patatas de bolsa; una comida copiosa en la vivienda alquilada y muchos platos que fregar; una siesta interminable; un “aftersun” y paseíto por el paseo marítimo; un helado gigante. Un contar los días de vuelta al fastidioso trabajo. En fin, con este plan general, los que se quedan en su ciudad de origen por gusto somos realmente privilegiados. Yo me quedo y disfruto de la espantada general, el casi silencio del anochecer, las terrazas semivacías, la falta de mails, la lectura dilatada… Aunque al final se hace largo. ¡Y este calor nuevo…! También pienso en los sin ventilador, pobres míos. Este verano ha sido especialmente duro. Y hemos tenido que vendarnos el corazón ante fuegos enardecidos y discursos desvergonzados. Pronto el otoño nos lloverá a todos, nos hará aparentemente semejantes.