Psicología

El gesto más odiado por los camareros y lo que revela de tu personalidad

Este comportamiento transmite la sensación de que el cliente se coloca en una posición de superioridad

Un camarero limpia una mesa en una terraza
Un camarero limpia una mesa en una terraza David ZorrakinoEuropa Press

En cualquier bar o restaurante hay un código invisible de cortesía entre el cliente y el camarero. Sin embargo, ese equilibrio se rompe cuando aparecen gestos que, aunque algunos crean inofensivos, resultan profundamente molestos para quienes trabajan en sala. Entre todos, hay uno que se repite con insistencia en las quejas de profesionales: levantar o agitar el vaso para pedir un relleno.

Lo que para muchos clientes es una forma rápida de señalar que se les acabó la bebida, para el personal se percibe como una señal de impaciencia y falta de respeto. "Es un gesto que transmite la idea de que el camarero no está haciendo su trabajo con la suficiente rapidez", explican varios trabajadores. La escena genera una incomodidad que va más allá de la simple molestia: da la sensación de que el cliente se coloca en una posición de superioridad, sin tener en cuenta el ritmo del servicio ni la carga de trabajo que hay detrás.

Pero este no es el único gesto que irrita a los camareros. Chasquear los dedos, silbar o gritar "¡camarero!" está en la misma lista negra. Para muchos profesionales, se trata de una actitud condescendiente que recuerda más a una orden que a una petición. También molesta que los clientes se sienten sin esperar a ser acomodados, que muevan mesas y sillas por su cuenta o que apilen platos con la intención (equivocada) de ayudar. Aunque pueda parecer un detalle amable, lo cierto es que esa práctica complica la recogida y dificulta la limpieza. Otro clásico es colocar servilletas o restos de comida dentro de vasos y tazas, un hábito que obliga al personal a perder tiempo separando residuos y que termina entorpeciendo más que facilitando.

El papel de la personalidad

Lo interesante es lo que estos gestos revelan de la personalidad. Quien levanta el vaso o chasquea los dedos suele transmitir impaciencia, una incapacidad para esperar los tiempos naturales de un servicio. Quien se sienta sin preguntar o mueve mesas refleja, en cambio, un cierto egocentrismo: la idea de que el espacio y las normas giran en torno a él. Asimismo, los intentos de ayudar apilando vajilla suelen estar ligados a un desconocimiento del trabajo ajeno, una falta de empatía hacia los procesos que se realizan fuera de la vista del cliente.

Ser consciente de ello no solo mejora la experiencia en un restaurante, también dice mucho de una persona. La cortesía, la paciencia y la empatía transmiten educación y respeto; la impaciencia y la superioridad, en cambio, dejan entrever un carácter poco atento hacia los demás.