Día Internacional de la Mujer

El legado 8M de Irene Montero: un feminismo partido en dos

Las heridas abiertas de la era «podemita» por la defensa de la mujer siguen abiertas: dos manifestaciones lo evidencian hoy

Será el primer 8M sin Irene Montero al frente del Ministerio de Igualdad y, sin embargo, las heridas abiertas en la era «podemita» a causa de la defensa de la mujer y las diferentes vías para abordar la igualdad siguen presentes. La «reconquista» de esta polémica cartera por los socialistas en el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez tampoco ha servido para que el feminismo se manifieste unido en esta ocasión. Este año, y por tercero consecutivo, dos marchas diferenciadas recorrerán no solo la capital sino diferentes ciudades de toda España en pro de la igualdad.

Sería imprudente afirmar que fue Montero quien abrió en canal al feminismo, el cual siempre ha sido diverso. Sin embargo, su llegada al ministerio dinamitó la unidad de las diferentes agrupaciones que lo integran. Hasta entonces habían sabido dejar sus diferencias en casa y luchar por la causa unidas.

Pero los pasos que dio la política morada en la materia, especialmente la Ley Trans o la controvertida Ley del «solo sí es sí», hizo que muchas mujeres, a las que denominan «feministas clásicas» o de una manera un tanto más despectiva «TERF» (feministas radicales trans excluyentes) dijeran basta. Levantaron la voz en 2022 y por primera vez en la historia organizaron, a través del Movimiento Feminista de Madrid (la considerada como marcha alternativa), una manifestación paralela para exigir lo que ellas consideran que es la lucha real por la mujer y en contra de la agenda «queer» que impuso Montero, para quien, las convocantes y asistentes exigían entonces su dimisión.

Pero, vayamos por partes para comprender qué enfrenta a ambos movimientos y si sus posturas son realmente irreconciliables. La Comisión 8M, o más conocida como la organizadora oficial de las marchas del Día de la Mujer que ha convocado desde 1977, representa una defensa del feminismo abierta a la incorporación al colectivo transexual ya que como afirman en su manifiesto de este año «el feminismo es plural y diverso, defiende la justicia social y la igualdad radical. El feminismo se nutre de las luchas de todas las mujeres: de las mujeres cis y de las mujeres trans; transforma y emancipa desde la diversidad y las circunstancias de cada comunidad, de cada colectivo».

En esta ocasión, bajo el lema «Patriarcado, genocidios, privilegios #SeAcabó», reclaman «espíritu de unidad» para «defender los derechos de todas y todes». A esta marcha, que transcurrirá hoy desde Atocha a la plaza de Colón de Madrid, se sumará la actual ministra de Igualdad, Ana Redondo, como también es probable que lo hagan su antecesora Irene Montero y otros miembros del Gobierno, Unidas Podemos y Sumar. La recién llegada Redondo ha intentado limar asperezas (a diferencia de su predecesora) con la marcha paralela (y crítica) asegurando que «lo importante no es que haya una manifestación dos, cinco o cincuenta, sino que las mujeres y los hombres salgan a la calle reivindicando la igualdad. Ojalá, en algún momento del recorrido, podamos encontrarnos y estar todas juntas en la calle reivindicando porque eso es realmente lo importante».

Pese que Redondo ha intentado mantener un perfil bajo desde su llegada al Gobierno y huir de las polémicas heredadas, ya ha vivido su primera crisis con la petición por parte el colectivo trans (que para hacer el «más difícil todavía» compartirán hoy pancarta en la marcha de la Comisión 8M) de la dimisión de su directora del Instituto de la Mujer, Isabel García, a quien las transexuales consideran impropia de ocupar tal cargo por sus posturas tránsfobas.

Es decir, que, según ellas, García debería desfilar junto a las «TERF» del Movimiento Feminista de Madrid (a quien tachan de tránsfobas), cuya marcha hoy partirá desde Cibeles hasta Plaza de España. En esta agrupación se refugian las feministas «clásicas», muchas de ellas provenientes del PSOE y que no aceptan que la agenda de Igualdad en defensa de la mujer incluya al colectivo queer. Esto no quiere decir que no apoyen los avances y la protección para las personas LGTBIQ+, pero consideran que es una lucha que no va de la mano con la de la mujer. Carmen Calvo, aunque no se ha manifestado con ellas, podría decirse que es una de las caras más visibles de esta corriente.

Este año llevan por lema «La prostitución no es un trabajo. ¡Abolición ya!» mostrando así que, entre sus prioridades está el fin de la prostitución, un aspecto que, según ellas, desde el Gobierno tratan de manera tibia, pese a que en la pasada legislatura impulsaron una ley para luchar contra ella. Es cierto que la norma quedó en el cajón tras las elecciones, aunque aseguran que se retomará en breve. Sin embargo, para sacar adelante esta ley necesitarán el apoyo del Partido Popular (ya que no todos los socios de Gobierno están a favor de ella), lo cual parece bastante improbable en este contexto de hostilidad entre ambos partidos.

Además de la abolición de la prostitución, las integrantes del Movimiento Feminista de Madrid tienen otra piedra angular: la derogación de la Ley Trans al considerar que las mujeres trans no pueden ser consideradas iguales que las mujeres Cis. Según las defensoras de esta teoría, hablar de identidad de género y no de sexo supone un borrado de la mujer «y convierte la definición de mujer en algo completamente subjetivo y que afecta a nuestra realidad material en muy diversos ámbitos como el deporte, la educación, la lesbofobia, la estadística y la legislación», dicen.

De este modo, lo que antes eran corrientes integradas en una única lucha, ahora está dinamitado y aunque todas las voces sumen, la herida entre ellas sigue sangrando.