Sociedad

Mara quiere volver a votar

A sus 19 años ya ha podido acudir a las urnas en tres ocasiones. Sin embargo, tras pedir su familia una incapacitación parcial, Mara podría perder su derecho al voto en un futuro

Una luchadora. Mara, de 19 años, siente impotencia ante la posibilidad de que se le prive de sus derechos
Una luchadora. Mara, de 19 años, siente impotencia ante la posibilidad de que se le prive de sus derechoslarazon

A sus 19 años ya ha podido acudir a las urnas en tres ocasiones. Sin embargo, tras pedir su familia una incapacitación parcial, Mara podría perder su derecho al voto en un futuro

Mara tiene 19 años, es jovial, extrovertida, luchadora, cabezota... y, sobre todo, «del Barça a matar». Al menos así la describe su madre, Mar Caamaño, que asegura que, desde que era adolescente, su hija siempre ha tenido claro que quería votar cuando alcanzara la mayoría de edad. Así lo hizo en las últimas elecciones europeas, en las municipales y en las generales. Sin embargo, no sabe si momentos como ésos se podrán volver a repetir. A consecuencia de una lesión cerebral, Mara nació con el síndrome perisilviano pseudobulbar, una enfermedad de las consideradas «raras» que le afecta en el habla, le provoca epilepsia y un retraso madurativo, aunque no en «grado alto», asegura su madre.

Hace dos años, cuando Mara todavía era menor de edad, su familia solicitó una prórroga de la patria potestad, una incapacitación parcial a fin de protegerla en un futuro, sobre todo en el aspecto económico. En España, una persona con discapacidad puede votar, el problema viene cuando la familia solicita una incapacitación. Una vez iniciado el proceso, la normativa actual, la Ley Orgánica del Régimen Electoral General, obliga a que un juez se pronuncie sobre si el derecho al voto se mantiene o no, es decir, si esa persona podrá volver a ir a las urnas. En todo momento, los padres de Mara pidieron expresamente que se respetasen los «derechos personalísimos» de su hija, entre ellos el de su libertad para votar. Después de que la petición fuese rechazada primero en la Audiencia Provincial de La Coruña y luego en Tribunal Supremo, su abogada ha presentado un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. Si tampoco prospera, la familia de Mara está dispuesta a llegar a Estrasburgo.

Para que un juez decidiera si Mara podía votar o no en el futuro, en la primavera de 2014 se le sometió a un examen sobre política y cultura general. Algo que para su abogada, Lourdes González-Laganá, está fuera de lugar, ya que «se somete sólo a ciertas personas a un examen de este tipo y eso no es sufragio universal».

En el momento del examen, la joven gallega se encontraba sola en una sala con una psiquiatra forense, en un entorno que no era el suyo. La situación le produjo tensión y «afectó a su salud», según asegura Mar, su madre. «A su padre y a mí nos pareció un abuso el cuestionario que le hicieron a Mara, una discriminación en toda regla. A nadie se le exige ningún tipo de conocimiento previo cuando va a votar», afirma Mar.

El informe especifica que Mara era una persona «despierta, colaboradora, con adecuada conducta, con capacidad de cálculo», pero considera que la joven tiene dificultad para comprender ciertos conceptos complejos. La psiquiatra forense hace a Mara múltiples preguntas sobre distintas cuestiones políticas y de cultura general. Entre otras muchas preguntas, destacan «el nombre del Rey, de la Reina, del presidente del Gobierno, del presidente de Galicia o cada cuánto tiempo se celebran las elecciones en España». Si bien Mara incurrió en algunos errores, su abogada considera que «es evidente que la joven tiene capacidad y criterio propio para ejercer su derecho al voto como cualquier otra persona»

La valoración final de este informe, que la familia recibió el 29 de abril de 2014, estimaba que Mara no tenía capacidad para ejercer su derecho al voto. Sin embargo, dado que todavía no existían sentencias en firme, Mara ha podido ejercerlo en varias ocasiones. La primera de ellas, en las elecciones europeas de 2014. «La primera vez que votó, estaba nerviosísima y muy feliz. Fuimos al colegio electoral a primera hora de la mañana. Yo cogí mi papeleta, ella la suya. Tenía muy claro a quién iba a votar, a pesar de que en casa votábamos a otro partido. Se sintió realizada», relata con emoción su madre.

Lo cierto es que los padres de Mara no comprenden por qué su hija podría haber votado con total normalidad después de cumplir la mayoría de edad si no hubieran pedido la incapacitación parcial. Algo que hicieron únicamente para protegerla. «Pensábamos que estábamos haciendo un bien a Mara. Si llegamos a saberlo, no solicitamos esta incapacitación para nuestra hija», asegura su madre.

Una de las cosas más duras a las que se han tenido que enfrentar Mara y su familia durante este proceso ha sido, en opinión de Mar, la respuesta por parte de la Administración: una réplica que jamás imaginaron. Todavía les cuesta aceptarlo y se debaten entre la preocupación, la indignación y la impotencia. «Nunca hubiéramos imaginado que Mara sufriría una discriminación de este tipo por parte de la Administración, de la Justicia».

Tanto Mar Caamaño como su marido consideran que la decisión de la Justicia es una absoluta «contradicción y una bofetada. Nunca hubiéramos creído que Mara sufriría una discriminación de este tipo por su parte».

Hace unos días, sus padres hablaron por primera vez con Mara sobre la posibilidad de que no pueda volver a votar. Un asunto que a sus padres les ha costado mucho abordar por temor a la reacción de su hija. Según cuenta su madre, «Mara se quedó pensativa durante un buen rato. Después preguntó insistentemente por qué no podía hacerlo. Su hermana, una adolescente de 15 años, contestó que era porque un juez no creía que ella pudiera votar. Mara contestó que le daba igual, que ella iba a votar».

Sin embargo, Mara sigue preguntando el por qué de esa decisión. Una pregunta a la que su madre aún no sabe contestar. «¿Cómo le explico yo a mi hija, que tiene capacidad de entender, que no puede votar? Están recortando los derechos a personas que tienen capacidades distintas, ni mejores ni peores. Mara tiene dignidad, es una persona. Es como si volviéramos a épocas en las que las personas con diversidad funcional deben estar ocultas porque no son dignas de la sociedad», se pregunta Mar Caamaño.

Después de esa conversación, los profesores del centro al que acude Mara por las mañanas han notado su preocupación. La joven les ha comentado que quizá no pueda volver a votar y ha vuelto a reafirmarse en la idea de que quiere hacerlo. Ése es también el único deseo de su madre. «Mara se lo merece. Para mí, ante todo está ella. Es una luchadora nata, nos lo demuestra cada día. Quiero que mi hija pueda votar y que los españoles que están privados de ese mismo derecho también logren hacerlo».