Opinión

Otra vez hispanohablante

León XIV habla fluidamente cinco idiomas, es licenciado en Matemáticas y se especializó en Filosofía

León XIV es el nuevo Papa de la Iglesia Católica
León XIV, es el nuevo Papa de la Iglesia CatólicaLa Razón

Es sensible, me he fijado en la nuez de Robert Francis Prevost Martínez, estadounidense con apellidos francés y español, y el bocado de adán subía y bajaba en un trabajoso camino cuando tuvo que asomarse al balcón de San Pedro. También los ojos se mostraban empañados, es reconfortante este signo de humanidad que nos recuerda, al fin, que León XIV es uno como nosotros. En su mente, seguro, en ese instante señero, su madre de ascendencia española, su nacimiento en los EE UU, su trabajo 40 años como misionero en Perú, el Papa Francisco –al que dio las gracias– y el tremendo, profundísimo San Agustín: «Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti».

Creo que León XIV nos dio ayer, con sus gestos, palabras y sobre todo su biografía, una idea muy certera del programa del próximo papado. Para empezar, es hijo de emigrantes. Nacido en Chicago un 14 de septiembre de 1955, Roberto –como lo llaman los amigos– es hijo de Louis Prevost, de ascendencia francesa e italiana, y Mildred Martínez, de raíces españolas. Como Francisco, comprende el drama de los que arriesgan la vida, cruzan mares e intentan hacer fortuna en otro país, porque su familia lo ha sufrido. El nombre elegido por el pontífice, que nos ha desconcertado en un primer momento. Es transparente, a mi juicio. El de León XIII, uno de los más largos pontificados de la Historia, produjo numerosas encíclicas, pero la más famosa es la «Rerum Novarum», que se considera iniciadora de la doctrina social de la Iglesia. Tenemos aquí un hombre preocupado por la justicia y las condiciones del hombre en el mundo. ¿Cómo podría ser de otro modo si eligió hacerse agustino y ha sido misionero en Perú durante 40 años? El nuevo Papa, lo contaba uno de sus amigos en Cope, ha recorrido el Amazonas durante días para visitar las misiones que tenía encomendadas.

Robert Prevost y Jorge Bergoglio se conocían del tiempo de Francisco en Buenos Aires y compartían una visión común sobre los pobres, los migrantes y el problema tremendo que genera para los más desgraciados el cambio climático. El anterior Papa lo nombró, precisamente, obispo de Chiclayo (Perú), en 2014. Más tarde, en 2023, se lo llevó al Vaticano como prefecto del Dicasterio para los obispos, un «ministerio» que, sin duda, le habrá dado un idea más que precisa de las diócesis de buena parte del mundo y las prioridades en la agenda mundial. Seguramente ha influido mucho también en su elección por parte de los cardenales, que necesariamente han tenido todos que tratar con él.

Con León XIV tenemos de nuevo un Papa de una orden religiosa. Si Francisco era jesuita, Robert Prevost es agustino y no se le escapa la crisis profunda que vive este sector de la Iglesia, donde las vocaciones escasean. Si sumamos su conocimiento del terreno peruano, donde es vigorosísimo el avance de las iglesias evangélicas, impulsadas y financiadas desde Estados Unidos, el nuevo Papa es ideal para relanzar la evangelización y la misión, asuntos que citó expresamente en su breve interlocución de ayer.

Llama la atención cómo ha recurrido a los neologismos y los términos de Francisco. Nos ha pedido «crear puentes para el diálogo», ha hablado hasta en cuatro ocasiones de la necesidad de paz y se ha referido expresamente a la «Iglesia sinodal», el gran caballo de batalla introducido en el anterior papado y que pretende la realización del Concilio Vaticano II para convertir el catolicismo en un espacio de corresponsabilidad entre todos los bautizados, lo que incluye laicos y mujeres.

La formación de León XIV es muy sólida. Habla fluidamente cinco idiomas (inglés, español, italiano, francés y portugués) y tiene conocimientos de latín y alemán. Es licenciado en Matemáticas y se especializó en Filosofía. De sus estudios y tareas eclesiásticas destacan el interés por la misión intercultural y la pastoral vocacional.

Dicen, los que le conocen, que tiene un carácter templado, es discreto, sobrio y conocido por su rectitud y capacidad de escuchar. Como observadora, no puedo dejar de notar su extraordinaria pulcritud y el hecho de que no haya rechazado en su primera comparecencia ni la muceta papal, ni la estola o el pectoral de oro. Sencillamente, no quiere imitar a Francisco ni llamar la atención innecesariamente.

Parece que los cardenales han elegido un hombre prudente, pero con las ideas claras. Menos impetuoso que nuestro amado Papa anterior, pero dispuesto a continuar con las necesarias reformas. No quiero olvidarme de su alusión a la Virgen del Rosario de Pompeya, una advocación napolitana que veneraron Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco y que, sencillamente, estaba en el santoral de ayer, 8 de mayo. Observador y mariano, el Papa León XIV.