Caso Cellex

Pere Mir hizo a Tabernero albacea de su fortuna dos meses antes de morir

LA RAZÓN accede a los documentos con las últimas voluntades del empresario y mecenas, así como al añadido que realizó respecto al destino final de su imperio

Una imagen de archivo del empresario Pere Mir
Una imagen de archivo del empresario Pere Mir Archivo

El 28 de junio de 2013, a la una de la tarde, el empresario Pere Mir redactaba el que debía convertirse en su último testamento, un documento importante en la investigación que se está realizando en la actualidad sobre las presuntas operaciones irregulares de sus albaceas en el llamado «Caso Cellex». Hablamos de un entramado que salpica a Jordi Segarra Pijuan, mano derecha e izquierda de Mir; a Josep Tabernero Caturla (jefe de Oncología Médica del Hospital Vall d’Hebron y director del Vall d’Hebron Institut d’Oncologia), médico de su confianza, y al abogado Juan Francisco Capellas Cabanes por presunta administración desleal y apropiación indebida. Así lo está investigando en la actualidad la jueza de Barcelona Myriam Linage Gómez, siendo uno de los documentos más importantes para aclarar el tema el testamento de Pere Mir y sus posteriores añadidos. LA RAZÓN ha podido acceder a estos papeles.

Mir, tras dejar el que había sido durante años su domicilio en Villars-Sur-Ollon, en Suiza, estaba instalado en su casa de Barcelona, en el número 10 de la calle Modolell. Lo acompañaba el notario Xavier Roca Ferrer en el momento de escribir el documento. En él revoca uno anterior del 23 de mayo de 2011. Pere Mir, casado y sin descendencia, afirma que «es de condición civil catalana y su sucesión debe regirse por las normas del vigente Código Civil de Catalunya».

El 11 de enero de 2017, ahora en el domicilio barcelonés del notario Roca Ferrer, vuelve a hablarse del testamento, en esta ocasión para llevar a cabo una «modificación del pacto sucesorio». Pere Mir no lo sabe, pero en ese momento, cuando se modifican sus últimas voluntades, le quedan dos meses exactos de vida. El empresario catalán fallece, según su certificado de defunción, el 10 de marzo de 2017 a las 22:50 horas en su casa de Barcelona.

Pero volvamos al testamento. Ese 11 de enero comparece Mir junto con su esposa Núria Pàmias y la pareja lleva a cabo una modificación de un pacto sucesorio que había firmado en Ginebra (Suiza) el 18 de junio de 2013 ante la notaria Corine Rosset Bonvin. Ahora se quería hacer un cambio respecto a los albaceas designados. Es aquí donde aparecen los nombres de Jordi Segarra Pijuan, Josep Tabernero Taburla y Juan Francisco Capellas Cabanes, los dos primeros con domicilio en Barcelona mientras el tercero en Andorra la Vella. «Los otorgantes encargan a Don Jorge Segarra Pijuan la ejecución de las operaciones necesarias para el cumplimiento de sus instrucciones testamentarias y facultan a los nombrados para que cualesquiera dos de ellos puedan otorgar los poderes necesarios a favor de terceras personas para llevar a cabo las disposiciones establecidas por causa de muerte de cualquiera de los comparecientes», según se puede leer en el documento. El de los albaceas es el único cambio que lleva a cabo Pere Mir ese 11 de enero de 2017.Todo lo demás, lo que ya se concretaba en el pacto sucesorio llevado a cabo en Ginebra, queda exactamente igual, sin ningún tipo de alteración.

¿Por qué se decide el empresario y su esposa a realizar la «modificación del pacto sucesorio»? De nuevo en el documento encontramos la respuesta, concretamente en el punto cuarto: «Que hallándose circunstancialmente en Barcelona (España), desean modificar parcialmente dicho «Pacte Successoral». Y por ella proceden al otorgamiento de la presente, que redacto según minuta que me entregan y en tal sentido», según redacta el notario Xavier Roca Puig.

Llama mucho la atención la utilización del adverbio «circunstancialmente». En realidad, el matrimonio Mir se había instalado definitivamente en Barcelona unos años antes, más exactamente en 2002, cuando el empresario contaba con 82 años y quería volver de una vez por todas a la ciudad en la que había nacido en 1919. Sin embargo, si nos vamos al certificado de defunción de Mir se apunta que el domicilio último del mecenas era el Chalet Saint Stoffan, en la estación de esquí suiza de Villars-Sur-Ollon, el mismo que hacía años que no había vuelto a visitar. Sin embargo, Mir, como también dice el certificado de defunción que se guarda en el Registro Civil de Barcelona, falleció en su casa de la calle Modolell, en la capital catalana.

Este último documento –tomo 01649, página 018 de la sección tercera– resulta fundamental para fijar la cronología de lo que pasó en los primeros momentos tras el fallecimiento del empresario. En él se apunta que la muerte tuvo lugar a las 22:50 del 10 de marzo de 2017 y que la comprobación de la misma la llevó a cabo el doctor Tabernero. A las 00:10 del 11 de marzo, es decir, menos de hora y media de la muerte de Mir, ya estaban los servicios funerarios en la calle Modolell para recoger el cadáver indicando, siempre según el certificado, que será «incinerado».

Otros testamentos

Volvamos al Registro Civil de Barcelona. Allí podemos saber que Pere Mir realizó ante el notario Xavier Roca Puig un total de siete testamentos: seis de ellos como testamento abierto y el último como pacto sucesorio. El primero de ellos es del 8 de noviembre de 1989; un segundo es del 27 de octubre de 1995; el tercero es del 25 de abril de 2002; el cuarto tiene por fecha el 1 de julio de 2010; el quinto es del 23 de mayo de 2011; el sexto fue realizado el 28 de mayo de 2013. El último, «la modificación del pacto sucesorio» es del 11 de enero de 2017.

Cabe decir que en los documentos consultados por este diario no se detalla en ningún momento detalle alguno del patrimonio de Pere Mir, ni en lo referente a bienes e inmuebles ni en lo estrictamente económico.

Por ahora es la Generalitat, desde el pasado mes de abril, quien ha asumido la administración de Cellex y Mir Puig, las dos fundaciones privadas beneficiadas por la herencia de Pere Mir. Todo a ello ha hecho que sean investigados los tres albaceas del empresario, los mismos que aparecen citados en el documento del 11 de enero de 2017: Jordi Segarra Pijuan, Josep Tabernero Caturla y Juan Francisco Capellas Cabanes.

Tabernero ha afirmado, a través de su círculo cercano, que «está tranquilo» porque está convencido de que no ha hecho nada malo. La jueza que investiga el caso, Myriam Lange, titular del juzgado de instrucción número 12 de Barcelona, sospecha que el oncólogo podría haberse apoderado de 954.000 euros.

El caso está todavía muy lejos de cerrarse. El legado de Pere Mir por ahora no es para la ciencia sino para la investigación judicial.