Los plátanos son una de las frutas más consumidas en todo el mundo, pero también una de las que más rápidamente cambian de aspecto tras su compra. En cuestión de pocos días, su piel amarilla comienza a cubrirse de manchas marrones, una señal del proceso natural de maduración que muchas veces lleva a desecharlos antes de tiempo. Sin embargo, un sencillo truco de cocina puede ayudar a retrasar ese proceso y conservarlos frescos por más tiempo.

El truco

El método consiste en envolver el tallo del racimo con papel de aluminio. Este artículo de cocina, que suele utilizarse para conservar alimentos o cubrir bandejas al hornear, puede jugar un papel clave en la conservación de los plátanos. Al cubrir la parte superior donde las frutas están unidas —el tallo común— se reduce la liberación y propagación del gas etileno, un compuesto que los propios plátanos producen y que acelera su maduración.

El etileno es un gas natural involucrado en el proceso de envejecimiento de muchas frutas. Al envolver el tallo con una barrera como el papel de aluminio, se limita la cantidad de gas que se libera hacia el resto del racimo, lo que ayuda a que los plátanos conserven su color amarillo característico durante más tiempo. Este método no impide completamente que se maduren, pero sí puede ralentizar el proceso lo suficiente como para alargar su frescura entre tres y cinco días adicionales, dependiendo de las condiciones ambientales.

Para obtener mejores resultados, además del uso del papel de aluminio, se recomienda almacenar los plátanos en un lugar fresco y seco, lejos de fuentes de calor y de otras frutas que también liberan etileno, como las manzanas o los aguacates. Guardarlos en el refrigerador no es aconsejable si se desea conservar su aspecto, ya que el frío puede oscurecer la cáscara sin evitar la maduración interna.

En definitiva, si lo que se busca es mantener los plátanos en buen estado por más tiempo, una pequeña pieza de papel de aluminio puede marcar una gran diferencia.