Accidente de tren en Santiago

¿Por qué yo me he salvado y las otras personas no?

Los heridos en el accidente de Santiago intentarán durante estos días encontrar respuestas a las muchas preguntas que brotan en su cabeza de la explosión emocional surgida tras la tragedia, pero algunas de ellas no tienen contestación, como la de "¿por qué yo me he salvado y las otras personas no?".

De esas preguntas sin respuesta, de los sentimientos que pueden albergar en estos momentos las personas que han resultados heridas en el siniestro, han hablado para Efe especialistas en psicología y psiquiatría relacionada con situaciones de emergencia y catástrofes.

"Hay que decirle a esa persona que hay muchas preguntas que no se pueden responder. No hay respuesta de ¿por que a mí?", señala Juan Manuel Fernández Millán, profesor en la UNED de Melilla en la Facultad de Psicología, y en el Departamento de Psicología Social de la Universidad de Granada en el campus de la ciudad autónoma.

Hay que superar la etapa de dar vueltas obsesivamente a querer encontrar el por qué me ha pasado esto". "Esta pregunta no tiene respuesta y es la causa de muchas disfunciones psíquicas a raíz de un episodio traumático porque puede acabar neurotizando a las personas", comenta Rafaela Santos, presidenta de la Sociedad Española de Estrés Postraumático (Setept).

Son preguntas en bucle que se hacen en la fase de shock, que suele durar unos días, según Millán, autor de varios manuales prácticos de apoyo psicológico en situaciones de emergencia.

Las personas que viven una catástrofe de este tipo suelen experimentar al principio un trastorno de estrés agudo.

Es algo inevitable en la mayoría de los casos porque es normal que inicialmente aparezcan síntomas de angustia, pesadillas, miedos, culpa, dificultad para dormir, intranquilidad, preocupación excesiva, irritabilidad o apatía y recuerdos constantes del accidente que no se pueden controlar.

Pero esta situación, que no suele durar más de un mes, es superada por la mayoría de las personas porque de hecho tienen capacidad para asimilar un proceso traumático y superarlo.

No obstante, sí permanece en el tiempo ya hay que hablar de un transtorno por estrés postraumático, que provoca una ruptura psíquica y un desequilibrio emocional intenso.

En este caso, la persona reacciona a esta experiencia con miedo e indefensión, revive persistentemente el suceso e intenta evitar todo lo que se lo recuerde.

Si además hay consecuencias físicas que comprometen el futuro, en cuanto a dependencia o pérdidas de autonomía, se agrava la recuperación del trauma.

¿Qué pueden hacer los heridos para no llegar a este tipo de trastorno?. Lo primero, aceptar la realidad y hacerlo sintiéndose apoyados y acompañados por familiares y profesionales, aunque siempre hay que dejarles espacio.

"Nosotros solemos decir que hay que decirles la verdad, sólo la verdad, pero no toda la verdad. La verdad hay que irla dando en cápsulas. Y lo ideal es que las personas allegadas les vayan contando lo ocurrido sin entrar en detalles morbosos", según Millán.

"Lo más importante es ir al paso de cada uno. Respetar los silencios es tan importante como estar ahí cuando quieren hablar de los detalles del accidente", según la psiquiatra.

La primera vez que cuentan cómo se sintieron en la tragedia, qué pensaban en el momento y los días después lo hacen normalmente "con una emoción tremenda", según el psicólogo, pero poco a poco irán quitándole esa carga tan negativa, con la ayuda de quien le escucha o de un profesional, y eso "les va a posibilitar reestructurar y dar forma a ese miedo".

Y cuando la persona pueda, es importante que retome sus actividades cotidianas, que tome las riendas de su vida, porque el aislamiento o inactividad son fuentes depresivas.

Para ello es bueno que sepan, tal y como dice Santos, que "el ser humano está preparado para superar dificultades y sobrevivir a catástrofes o guerras, encontrando soluciones creativas, pero hace falta desarrollar la fuerza interior", según señala la autora de "Levantarse y luchar".

Un libro en el que aplica el concepto conocido en psicología como resiliencia, la capacidad que tiene cada persona para afrontar situaciones límites y saber sobreponerse a ellas, y donde el lector recibe una serie de herramientas prácticas para aceptar y superar la incertidumbre y el miedo tanto en su vida personal como en la profesional.

"Esta actitud -añade Santos se puede desarrollar siempre, integrando conceptos clave: adaptación, fortaleza, resistencia, flexibilidad, creatividad y sentido positivo".