Prevenir y combatir la oxidación: consejos prácticos para mantener tus herramientas en perfecto estado

Lidiar con el óxido en nuestras herramientas y objetos metálicos puede ser un desafío considerable. Sin embargo, no todo está perdido ya que existen estrategias preventivas y soluciones caseras eficaces que pueden ayudarnos en esta tarea. Es esencial que tengamos en cuenta que prevenir es siempre mejor que curar, y que con un poco de esfuerzo y los remedios correctos, podemos evitar que el óxido se apodere de nuestras preciadas herramientas.

¿Cómo restaurar herramientas oxidadas?

Si no hemos tomado medidas preventivas a tiempo y hemos dejado nuestras herramientas u objetos metálicos expuestos a la humedad ambiental durante un período prolongado, nos encontraremos con una herramienta llena de óxido y corrosión. Enfrentados a esta situación, existen varias soluciones alternativas que podemos aplicar. Una opción es sumergir el objeto en una mezcla de vinagre y agua durante 8 horas, luego frotar el objeto con un cepillo de cerdas duras para eliminar el óxido.

Sin embargo, dependiendo del tipo de herramienta y si contiene elementos eléctricos, esta opción puede no ser la más recomendable. Por suerte, hay otro remedio casero que suele ser más rápido y efectivo y para el cual sólo necesitaremos usar un producto que todos tenemos en nuestra cocina: el bicarbonato de sodio.

Para poner en marcha este remedio casero, el primer paso es limpiar nuestra superficie metálica lo máximo posible. Si el objeto tiene grasa, un poco de limón puede ser muy útil para eliminarla. Para eliminar la suciedad superficial, podemos utilizar agua y jabón, y si es necesario, también podemos usar un cepillo metálico, lana de acero, una esponja abrasiva o una lima para pulir.

Una vez que la superficie metálica está limpia y seca, mezclamos un poco de bicarbonato de sodio con agua hasta obtener una pasta espesa, similar a la consistencia de la pasta de dientes. Aplicamos esta mezcla sobre las áreas oxidadas y la dejamos actuar durante unos 60 minutos. Luego, volvemos a frotar la superficie con el cepillo de cerdas metálicas, el estropajo o la lana de acero.

Si hemos esperado el tiempo suficiente, el bicarbonato de sodio debería haber eliminado la mayor parte del óxido de la superficie metálica. En este punto, nuestra herramienta debería estar prácticamente libre de óxido. Si es necesario, este proceso puede repetirse hasta que el objeto esté totalmente limpio.

¿Cómo prevenir el óxido?

La primera y más importante regla para prevenir la oxidación de nuestros objetos metálicos es almacenarlos en un lugar seco. El contacto con condiciones ambientales adversas puede dar lugar a la formación de óxido. Lo que puede deteriorar su funcionamiento, ya que la capa de óxido puede interferir con el movimiento suave y efectivo de las partes móviles.

Además, la corrosión puede debilitar el material, haciéndolo más frágil y menos resistente a la presión o al impacto, lo que aumenta el riesgo de que se rompa o se dañe. Por último, el óxido puede desprender un polvo naranja que puede manchar nuestras manos cada vez que utilizamos la herramienta o el objeto. Este polvo no sólo es desagradable, sino que también puede ser difícil de eliminar.

Uno de los métodos preventivos más comunes y efectivos es pintar el objeto metálico con una pintura diseñada específicamente para prevenir la oxidación. Esta pintura forma una barrera protectora que impide el contacto del metal con el aire, evitando así la corrosión. Aunque si tenemos la intención de almacenar el objeto durante un período largo, también es recomendable aplicar una fina capa de aceite sobre el metal, especialmente si el objeto tiene partes móviles. Esto no solo mantiene el objeto en buen estado durane más tiempo, sino que también mejora su movimiento.