Opinión
Profesores quemados
No pueden con tanto trabajo, tan pocos recursos y tan bajos sueldos
Hay dos profesiones esenciales para que una sociedad crezca más libre, sana e inteligente, la de educar y la de sanar. Pues pena, penita, estamos en un momento que tanto los sanitarios como los profesores están quemados. No pueden con tanto trabajo, tan pocos recursos y tan bajos sueldos. Son oficios ambos de mucha vocación y extrema responsabilidad, algo que solo se puede sostener si ellos mismos son cuidados; y que si no ocurre les hará o mal ejercer o sufrir bajas. Actualmente un porcentaje de estos profesionales están afectados, hasta la enfermedad, por un sentimiento de impotencia y mal trato por parte del poder que les aboca a no lograr actuar con la exigencia necesaria. Ambos oficios, si lo analizamos, sufren condiciones similares en su contexto. Veámoslo con el ejemplo de los profesores: demasiados alumnos por clase con un alto porcentaje de chicos alterados, dormidos, deprimidos… Claman los de magisterio que los chavales necesitan más compañía y atención en casa, que hay muchos solos demasiado tiempo. No se trata de buscar culpables en los padres; sabemos que nuestros hijos ya viven en una sociedad en la que las madres, por fortuna o necesidad, trabajan también fuera del hogar y que la conciliación aún no se ha resuelto.
Otra realidad tremenda es que los niños y jóvenes se pasan el día y parte de la noche enganchados a las pantallas, y que esa maquinización está destrozando sus cabecitas. También la de sus enseñantes, que tienen que bregar con una comunidad cada día más aquejada de soledad, toxicidad y peligros. La calle, el lugar de juego de generaciones anteriores, es ahora una jungla de coches y humanos exacerbados, tanto que en las terrazas de los bares muchos críos no juegan entre ellos, sino con sus móviles o los de sus padres.
Habitamos lugares donde las autoridades, alejadas de valores esenciales como el respeto, la honradez o la verdad, está conformando criaturas enfermizas. Y por si esto fuera poco, ahora viene la inteligencia artificial a engañarnos más. ¡Lástima de niños, lástima de todos!