Ciencia

¿Por qué la comida tiene ese sabor tan desagradable después de cepillarnos los dientes y cómo podemos evitarlo?

Los principales culpables de esta alteración en nuestro sentido del gusto son dos sustancias químicas contenidas en el dentífrico

La acumulación de sarro destruye los dientes
La acumulación de sarro destruye los dienteslarazon

Mucha gente suele pensar que si nuestro sentido del gusto está alterado después de lavarnos los dientes, es porque los dentífricos que utilizamos a menudo contienen sabores fuertes, como la menta. Y en parte es cierto. Estos sabores tan fuertes pueden abrumar las papilas gustativas y hacer que los alimentos vean alterado su sabor. Sin embargo, los principales culpables de esta alteración en nuestro sentido del gusto son dos sustancias químicas que alteran las células sensoriales de nuestra lengua. Lo que puede alterar temporalmente nuestra percepción del sabor y hacer que la comida sepa de forma diferente e incluso desagradable, después de lavarnos los dientes.

Los egipcios empleaban ya hace más de 6,000 años una pasta para limpiar sus dientes y encías | Dominio Público
Los egipcios empleaban ya hace más de 6,000 años una pasta para limpiar sus dientes y encías | Dominio PúblicoLa Razón

La composición química de los dentífricos

A lo largo de la historia de nuestra especie, han sido muchas las culturas que se han interesado por el cuidado de su salud bucodental. Sin embargo, la alimentación anterior a la revolución anterior era muy diferente y, por lo tanto, los retos que debían sortear los dentífricos eran también muy diferentes. La cantidad de azúcar que ingerimos hoy en día ha hecho que sea necesario cambiar por completo la forma en la que cuidamos de nuestra dentadura.

Actualmente, tenemos a nuestra disposición en las baldas de los supermercados todo tipo de dentífricos muy avanzados para cuidar de nuestra higiene bucal. Con los años, este producto ha mejorado mucho y se le han añadido muchos sabores diferentes y muchas propiedades interesantes, como el efecto blanqueante, el efecto protector de encías o el efecto calmante contra la sensibilidad, por ejemplo.

Ahora bien, sin su ingrediente principal, que es el flúor, la pasta de dientes sería algo así como una pasta inútil de sabores. El fluoruro de sodio (NaF) fue añadido a los dentífricos en el año 1914 por el dentista estadounidense Frederick S. McKay. Este producto ha demostrado ser muy eficaz a la hora de aumentar la resistencia del esmalte de los dientes frente al ataque ácido de las bacterias causantes de caries, que son derivadas -esencialmente- del consumo de azúcar.

Sin embargo, la presencia real de fluoruro de sodio en las pastas de dientes actuales es más bien pequeña. El grueso de su composición son partículas abrasivas de dióxido de silicio (SiO2, sílice), que suponen en torno al 50% de la composición. Entre un 20 o un 40% de agua y el resto son otros añadidos, como el sorbitol, el triclosán; además de saborizantes y -por último- varios compuestos humectantes.

Esta sustancia está presente, por ejemplo, en la pasta de dientes que usamos para cepillarnos
Esta sustancia está presente, por ejemplo, en la pasta de dientes que usamos para cepillarnoslarazon

Estos últimos compuestos, los llamados humectantes, son los culpables de que percibamos de una forma muy alterada el sabor de las comidas después de lavarnos los dientes. Concretamente, los agentes humectantes culpables de esta sensación son los surfactantes, especialmente el lauril sulfato de sodio (SLS) y el lauril éter sulfato de sodio (SLES). Estos compuestos reducen la tensión superficial de los líquidos. Y se agregan a las pastas de dientes para que estas creen espuma, facilitándose así la distribución del dentífrico por todos los recovecos de la boca.

Lo malo de estos compuestos es que, tanto el SLS como el SLES, tienen un impacto muy notorio en el sentido del gusto, porque suprimen en las papilas gustativas los receptores responsables de percibir la dulzura, y alteran los fosfolípidos de la lengua, que normalmente actúan como inhibidores de los receptores amargos. Este es el motivo por el que resulta tan desagradable comer después de lavarse los dientes.

Normalmente se recomienda esperar unos minutos después de cepillarte los dientes para comer algo. De esta forma, las papilas gustativas podrán recuperarse y ser capaces de recuperar su capacidad para percibir plenamente los sabores de la comida. Sin embargo, hay una alternativa que quizás sea más conveniente para tu caso en particular: puedes comprar una pasta de dientes que no contenga SLS o SLES.

Pasta de dientes
Pasta de dientesLa Razón

Hay varias opciones libres de surfactantes en el mercado. Al elegir un dentífrico de estas características evitarás la supresión de la dulzura y la potenciación de la amargura de las pastas de dientes más comunes, permitiendo así que disfrutemos plenamente de los sabores después del cepillado, sin prescindir de una buena higiene bucodental.