
Jardinería
¿Por qué las hojas de algunos árboles se vuelven marrones en verano? El curioso motivo que incluso los jardineros desconocen
No tiene que ver con la proximidad del otoño ni con la caída de la hoja

Caminar por un bosque en agosto y ver hojas marrones en el suelo puede resultar desconcertante. A simple vista, parece que el otoño se ha adelantado varias semanas, pero los expertos forestales advierten: no se trata de un cambio de estación, sino de una señal de alarma. El fenómeno responde al estrés provocado por las olas de calor y la escasez de lluvias, un problema que afecta cada vez a más especies en Europa.
El falso otoño: qué está pasando con los árboles
Durante este verano, en zonas como Derbyshire (Reino Unido), especies como el abedul plateado, el sicómoro o el arce campestre han comenzado a perder hojas mucho antes de lo esperado. Según explicó a la BBC el administrador forestal Ed Hirons, este efecto no tiene nada que ver con el ciclo natural que provoca la caída de hojas en septiembre u octubre, cuando cambian las horas de luz.
En realidad, se trata de un mecanismo de defensa, los árboles reducen su superficie foliar para limitar la pérdida de agua y así resistir la sequía. “Puede parecer que el otoño ya está aquí, pero estas hojas marrones y arrugadas son árboles enviando señales de estrés”, señaló Hirons.
Estrés hídrico y altas temperaturas: la causa principal
Los veranos recientes, especialmente 2022 y 2025, han marcado un antes y un después en el comportamiento de los bosques europeos. La gran diferencia de este año ha sido la prolongación del calor y la ausencia de lluvias, con temperaturas por encima de la media y precipitaciones muy por debajo.
Los árboles de raíces poco profundas son los más vulnerables, ya que tienen menos capacidad para acceder al agua almacenada en capas profundas del suelo. Esto los convierte en las primeras víctimas del estrés hídrico, una condición que también afecta a la fertilidad del suelo y a la biodiversidad circundante.
Consecuencias en el ecosistema
El impacto no se limita a los árboles. La sequía y la luz solar prolongada también alteran otros procesos naturales. Por ejemplo, se ha detectado una producción temprana y abundante de moras en las zarzas, que maduran antes de lo habitual debido al exceso de horas de sol. Estos cambios generan un efecto dominó en la cadena alimenticia y en la dinámica de los ecosistemas forestales.

Qué se puede hacer para mitigar el problema
Regar bosques enteros es inviable, pero los especialistas forestales ya trabajan en estrategias de adaptación. Entre ellas, la diversificación de especies con distintas profundidades de raíces para aumentar la resiliencia frente a periodos secos.
En entornos urbanos, la solución pasa por regar árboles de forma individual, una medida más factible que puede marcar la diferencia en calles y parques. A medio plazo, los expertos señalan la necesidad de supervisión constante y de implementar planes de gestión forestal que preparen los bosques para futuros veranos extremos.
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