Invierno

Por qué se siente más frío con la edad y cómo mantenerse caliente este invierno

No solo la temperatura exterior influye en la percepción del frío, hay otros factores que, aunque desconocidos, tienen mucho que ver

El 70% de las personas mayores tiene artrosis en las manos
El 70% de las personas mayores tiene artrosis en las manosDREAMSTIMELA RAZÓN

El mal tiempo ya está aquí y parece que ha venido para quedarse. Propio del otoño, las lluvias, el viento y las bajadas de las temperaturas ya se han instalado en buena parte del país. Muchos hogares han encendido la calefacción, han sacado los nórdicos del armario y han hecho el cambio de armario. Otros, quizás los más reacios, todavía intentan estirar los últimos días de “buen tiempo” como una forma de autoconvencerse de que el verano no está tan lejos como la realidad indica.

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Sin embargo, hay algo que es evidente: no todos sentimos el frío de la misma manera. Mientras algunas personas parecen auténticos “pollitos” buscando calor constantemente, otras pueden pasearse en manga corta sin inmutarse. Aunque intervienen múltiples factores, lo cierto es que a medida que envejecemos, nos volvemos más frioleros. No es casualidad que las personas mayores suelan tener siempre algo de abrigo a mano.

La doctora Elise Dallas explica seis razones principales por las que las personas tienden a sentir más frío con el paso de los años y ofrece algunos consejos prácticos para mantenerse calientes durante el invierno.

1. Metabolismo más lento

“El metabolismo se ralentiza con la edad debido a la disminución de la masa muscular magra y a los cambios hormonales”, explica Dallas. La función tiroidea también tiende a reducirse, lo que disminuye la producción de calor del cuerpo.

2. Menos músculos y grasa

La pérdida de masa muscular (sarcopenia) y de grasa subcutánea también afecta a la capacidad de aislamiento térmico. Con menos músculo, el cuerpo produce menos calor; y con menos grasa, se pierde más fácilmente. Además, con la edad, la grasa tiende a redistribuirse hacia el tronco, dejando las extremidades más expuestas.

3. Circulación más lenta

“Los vasos sanguíneos se endurecen con el tiempo y la vasodilatación se vuelve menos eficiente”, señala la doctora. Eso significa que la sangre -y el calor- llegan con más dificultad a manos y pies, haciendo que se enfríen con rapidez.

4. Enfermedades crónicas

El hipotiroidismo, la anemia o la diabetes son enfermedades frecuentes en adultos mayores que pueden alterar la termorregulación. El cuerpo produce y distribuye el calor de manera menos efectiva, lo que aumenta la sensibilidad al frío. Además, la insuficiencia cardíaca y el fenómeno de Raynaud agravan aún más la situación.

5. Efectos secundarios de los medicamentos

Muchos tratamientos comunes, como los diuréticos, antidepresivos o betabloqueantes, pueden afectar al control de la temperatura corporal. Según Dallas, estos medicamentos pueden alterar el flujo sanguíneo, el gasto cardíaco o la capacidad del cuerpo para retener el calor.

6. Otros factores relacionados con la edad

A medida que envejecemos, la piel se vuelve más fina, la actividad física disminuye y las glándulas sudoríparas pierden eficacia. Todo ello contribuye a una menor capacidad del organismo para detectar y reaccionar ante el frío.

Los riesgos del frío en los adultos mayores

La exposición a bajas temperaturas no solo es incómoda: puede ser peligrosa. “Incluso en interiores, los mayores pueden sufrir hipotermia. El estrés por frío aumenta el riesgo cardiovascular, empeora la artritis y puede afectar la cognición y la movilidad”, advierte la doctora Dallas.

Cómo mantenerse caliente este invierno

La especialista recomienda tomar medidas preventivas sencillas:

  • Vestirse por capas, incluyendo gorros, guantes y calcetines térmicos.
  • Mantener la temperatura interior en torno a los 20 °C.
  • Utilizar mantas eléctricas o bolsas de agua caliente con precaución.
  • Aislar puertas y ventanas para evitar corrientes de aire.
  • Consumir comidas calientes y mantenerse bien hidratado.
  • Practicar algo de actividad física en interiores para mejorar la circulación.

Aunque el frío sea inevitable, entender por qué lo sentimos más con la edad y cómo combatirlo puede marcar la diferencia entre pasar un invierno incómodo o disfrutarlo con bienestar y seguridad.