Día Mundial del Niño Hospitalizado

Un reto urgente: la humanización de los hospitales infantiles

Algunas de las claves para mejorar las estancias hospitalarias de los menores son: reducir al mínimo el tiempo de ingreso, favorecer el acompañamiento familiar, facilitar información fácil de entender por el menor y su familia, y respetar la intimidad.

Niños hospitalizados
Niños hospitalizadosHospital Nuestra Señora del Prado

Podemos sucumbir al desatino de pensar que la mirada de un niño es ingenua y ajena a situaciones inclementes. Nada más lejos de la realidad. Desde su inocente visión, se revela una sensibilidad especial para apreciar los detalles que a menudo pasan desapercibidos para los ojos escépticos y cansados de los adultos, para recrearse en la belleza de lo sencillo y para entender la magnitud de la fragilidad. Una de las circunstancias que le permiten tomar conciencia de esta última cuestión es un ingreso hospitalario. Al enfrentarse a la enfermedad o lesión y depender del cuidado médico, el niño experimenta su vulnerabilidad física: se da cuenta de que su cuerpo puede enfermar o resultar herido. Asumir esta situación, la pérdida de autonomía y la restricción de actividades cotidianas puede generar en el menor ansiedad, miedo, frustración, tristeza, estrés emocional o sentimientos de aislamiento y soledad. Para evitarlo, cada vez más hospitales priorizan la implantación de planes de humanización. Sin embargo, todavía no es una realidad en todos los hospitales de nuestro país. Y es que, no existe un protocolo común.

Así lo denuncia la Sociedad Española de Pediatría Social (SEPS) en el Día Mundial del Niño Hospitalizado. A través de un manifiesto, ha reivindicado que en todos los hospitales se cumplan los derechos recogidos en la Carta Europea sobre los Derechos de los Niños Hospitalizados, aprobada por el Parlamento Europeo el 13 de mayo de 1986. “El cumplimiento de los derechos de los menores hospitalizados actualmente no está garantizado al no existir un protocolo común de actuación”, lamenta la entidad. Para esta sociedad científica, los principales derechos que deben tener todos estos niños y adolescentes son, entre otros: no ingresar si hay otra manera posible de cuidar su salud, ingresar el menor tiempo posible, estar acompañado de los padres o de la persona que los sustituya siempre que puedan, ser hospitalizados junto a otros niños evitando la hospitalización con adultos, recibir información comprensible sobre la enfermedad, respeto de la intimidad, y que el hospital esté equipado para que puedan seguir con su educación, contando con libros, juegos y medios audiovisuales para cada edad.

Diego Chico tiene 11 años. Está ingresado en el Hospital General Universitario Nuestra Señora del Prado de Talavera de la Reina (Toledo) desde el 2 de mayo. Reingresó debido a un dolor abdominal. “La experiencia es rara porque no sabes lo que te pasa, no sabes cuándo te van a hacer las pruebas. Te tienen que hacer muchas cosas y no entiendes todo”, comenta. Y lamenta que cada ingreso que realiza en le supone un desafío emocional por la falta de interacción social normal y por la interrupción de la actividad académica: “Cuando ingreso, dejo de estar con mis seres queridos. Con la familia y con mis amigos. Me pierdo un montón de cosas y las clases se complican bastante”. Sin embargo, reconoce que en el hospital ha encontrado apoyos y herramientas para tener una estancia más eficiente y amena. “A veces juego con la consola o con las cartas, veo una serie... pero también estudio”.

Y es que, para que el impacto derivado de interrumpir la escolarización sea el mínimo posible, la mayoría de los hospitales cuentan con un Aula Hospitalaria. En el caso del hospital toledano, este “cole” cuenta con dos profesoras que dan continuidad a la formación de los niños durante el tiempo que están ingresados. Pero, además, organizan eventos y actividades continuamente. Este “cole” comenzó a funcionar en 2002. Según indica Mª Gracia Calvo, una de las docentes, su labor se centra en “disminuir el impacto que supone para un menor un ingreso hospitalario, para lo que se aplican metodologías y estrategias adaptadas a las diferentes realidades y edades de los niños que pasan por el aula”.

Áreas de mejora en hospitalización pediátrica

Las conclusiones de un estudio realizado por el Hospital de Talavera en 2015 a través de una encuesta de satisfacción realizada a padres y niños identificaron algunas áreas de mejora en la hospitalización pediátrica. “Una de ellas fue que los niños hospitalizados y sus familias necesitan de un entorno adecuado a su edad y situación. Esto se consigue, por una parte, con actividades complementarias a las asistenciales, y, por otra, con un personal que muestre una actitud de acogida, más próxima y humana, complementaria a una buena calidad asistencial de cara a humanizar el entorno y la estancia del niño en el hospital”, subraya Pilar Fluriache García-Caro, responsable de Humanización y Comunicación Corporativa del centro. Y añade: “Otra de las conclusiones que obtuvimos es que el profesional es el principal catalizador del estado emocional del niño y su familia. Así, aprender a disfrutar del acto de cuidar y de la necesidad de potenciar sus fortalezas como agentes de humanización es fundamental para la consecución de los objetivos del proyecto”.

La responsable de Humanización del hospital señala que la empatía y el afecto son los dos aspectos emocionales que hacen diferente la atención que recibe el niño. Y subraya que esta atención está en manos de todo el equipo, incluyendo al personal no asistencial como son los administrativos, profesores, limpieza o mantenimiento. Sin embargo, recuerda tener presente una máxima clave a la hora de humanizar los cuidados: “Humanizar consiste en desplegar un conjunto de valores y actuaciones orientados a conseguir una atención centrada en el paciente y su familia basada, fundamentalmente, en el respeto, la escucha activa, la participación y la empatía, con un enfoque integral que tenga en cuenta, además, la importancia y el cuidado de los profesionales. Se trata de trabajar en entornos que estimulen emociones infantiles positivas y motivar a los profesionales a involucrarse en el cambio y ofrecerles un espacio donde poder expresar ideas, proyectos y planes de mejora”. A este respecto, aclara que es básico evitar confundir paternalismo con humanización.

Además, del Aula hospitalaria, el Hospital de Talavera ha puesto en marcha varias iniciativas para fomentar la humanización: la inauguración de un gimnasio sufragado por la karateca olímpica Sandra Sánchez; la edición de un libro de la salud adaptado a niños con dificultades con el lenguaje o que, simplemente, no entienden el idioma para que comprendan los diferentes procesos que tienen lugar durante el ingreso; la publicación de un cuento con la historia de Randy Rass, un perrito que ingresa en el hospital y cuenta cómo es su experiencia; la organización de actuaciones de magia periódicas; o la celebración actividades lúdicas y didácticas en días señalados.

Hablar para evadirse

En entornos acogedores y artísticos como estos, los niños encuentran el refugio que necesitan. Porque, como comenta Diego, la clave que le permite evadirse del poderoso recordatorio de que se enfrenta a una enfermedad es jugar. Pero no menos importancia le da a transmitir su mundo de emociones, sueños y anhelos. “Me viene bien hablar para evadirme”, asegura. Y es que, el acto de hablar no solo implica la comunicación de sus necesidades físicas, sino también la expresión de sus sentimientos más profundos, sus preocupaciones y frustraciones. A través de las palabras, pueden compartir sus miedos, alegrías y esperanzas, construyendo un puente entre su mundo interno y el entorno hospitalario.

La importancia de hablar implica en los profesionales sanitarios la capacidad de escuchar con atención y empatía. “Los niños merecen nuestro tiempo y dedicación para comprender sus palabras. En sus inquietudes, pueden esconderse pistas valiosas sobre su bienestar físico y emocional, y es nuestra responsabilidad estar atentos y corresponderles con a escucha pues, esto también permitirá sembrar confianza”, comenta Adriana Palermo Mendoza, pediatra del Hospital de Talavera.

La doctora reconoce la escucha activa como una de las cualidades que debe reunir un médico que quiera dedicarse a la Pediatría: “Además de la vocación de servicio, saber escuchar y tener empatía son aspectos clave”. E involucra en esta capacidad de estar atento a las palabras del emisor a todos los profesionales encargados de la atención del niño. Y destaca que esta comunicación activa debe seguir vigente tras el alta hospitalaria: “Es importante debido a la continuidad d ellos cuidados en el domicilio: para cumplir las recomendaciones del pediatra y las pautas de tratamiento, y para garantizar el restablecimiento y la mejoría del estado de salud del niño”.