El lugar escogido

El santuario personal del Papa Francisco: la Basílica Santa María la Mayor de Roma

Una de las cuatro basílicas papales de Roma que el Papa Liberio hizo construir entre los años 352 al 366, ha sido el lugar en donde Bergoglio decidió que lo enterrasen

«Genio y figura hasta la sepultura» y nunca mejor dicho porque Jorge Mario Bergoglio convertido en el primer papa con el nombre de Francisco, marcó sus formas y sus deseos más sinceros a pesar de salirse de lo establecido desde el primer día de su papado y aquí será enterrado de la manera más humilde jamás vista para un papa. Esta imponente basílica que «se comunica» con la otra gran basílica papal (San Juan de Letrán) por medio de la arbolada Vía Merulana, la historia se remonta a la época de Sixto III, que la mandó construir tras el Concilio de Éfeso (431) que proclamó a María Theotokos, Madre de Dios.

Su historia es inmensa y rica de grandes acontecimientos, uno de ellos sucedió la noche del 4 al 5 de agosto del año 358 cuando la Virgen María se le apareció en sueños al papa Liberio y a un matrimonio sin hijos que deseaba donar sus bienes a la Iglesia y les indicó que construyeran un templo donde cayera nieve. La nevada no se hizo esperar según cuenta la leyenda y al día siguiente la inmensa nevada cubrió el colindante monte Esquilino, sí sucedió, pero con una connotación, que fue en pleno verano romano. Así fue como de decidió eregir la primera iglesia conocida como Nuestra Señora de las Nieves.

Fue uno de los gestos arquitectónicos y espirituales más contundentes del cristianismo naciente para consolidar la devoción mariana. Uno de sus tesoros son los mosaicos paleocristianos del siglo V y la Gruta de la Natividad, que recreaba el lugar del nacimiento de Cristo (del mismo modo que Santa Croce in Gerusalemme recreaba el Calvario). En el siglo VII se depositaron en esta gruta reliquias del Pesebre de Tierra Santa que se exponen en la cripta de la confesión, junto al altar.

Miles de fieles visitaron la que será la casa eterna del alma de Francisco. Procedentes de muchas partes del mundo los fieles hacen inmensas filas para entrar y pasar por una de las puertas santas en este jubileo ensombrencido por la muerte de su máximo promotor, el Papa Francisco. Los diferentes tipos de lenguas y de rasgos llaman la atención porque se oye hablar en coreano, alemán, inglés americano o británico, francés, español o italiano. Rezan, su actitud es de total recogimiento dejando un testimonio silencioso. No en vano el Papa Francisco eligió este sitio para su eterno descanso, porque para él, el Icono de la Salus Populi Romani en la capilla Paolina o Borghese era su sitio, el lugar a donde fue 126 veces durante su papado. Cuando terminaba sus viajes papales o cuando necesitaban decirle o «comunicarle algo» regresaba aquí, como lo hizo la última vez sábado 12 de abril la vigilia del Domingo de Ramos y de la Semana Santa, justo ocho días antes de morir.

Entierro del papa Francisco
Entierro del papa FranciscoA. CruzLa Razón

El icono bizantino que representa a la Virgen con el Niño ostenta un nombre con un mensaje profundo «Salvar al pueblo romano». Es el icono más célebre de las piezas marianas, que la tradición figurativa romana cuenta que «no fue pintada por una mano humana» y que la leyenda la reconoce como «procedente de un origen divino», es una de las figuras más ligadas a la identidad romana local. La tan famosa imagen fue restaurada con las directrices de los Museos Vaticanos.

La muerte inesperada del Papa Francisco ha creado tal conmoción que muchos de los que estaban esperando para entrar a la Basílica y ver el espacio en donde va a descansar Francisco, aún cubierto con simples tablones de madera, no han tenido ningún reparo en expresar sus sentimientos: «Cuando me he enterado de la muerte del papa me he puesto a llorar, ha sido un personaje que apostó por la paz». Otro de los fieles lo dejó claro: «Francisco nos enseñó a amar y perdonar, cosa que hoy en día ya no perdonamos más». Una joven que venía de la zona del Veneto decía que el papa «era muy cercano a los problemas de la gente, fueran creyentes o no». Son tantos testimonios que dejan un solo mensaje: el papa Francisco ha sido único.

Hay muchas historias preciosas que se cuentan de esta basílica que se ha convertido en una de las más visitadas de Roma desde hace dos años, cuando el Papa Francisco «le dio las riendas» a su actual arcipreste, el cardenal Rolandas Makrickas, porque no solo es una basílica riquísima en sus ornamentos, sino porque tiene espacios que hay que conocer, como el museo, que cuenta con ocho salas que con tesoros del lugar y una zona de reliquias.

Y como dijo Borja Prado siendo presidente de Endesa en enero de 2018: «Hay tres razones que hacen de este lugar uno de los más especiales del mundo: es el Templo dedicado a la Virgen más importante del mundo. Está bajo la protección de la Corona Española desde los tiempos de Carlos I y el Santo Padre, antes y después de cada viaje, viene a rezar aquí. Por eso es un orgullo y un honor para la Fundación Endesa iluminar esta Basílica». Fue como si hubieran visto por una mirilla el testamento de Francisco que este lunes la Santa Sede dio a conocer.

«Sintiendo que se acerca el ocaso de mi vida terrenal y con viva esperanza en la Vida Eterna, deseo expresar mi voluntad testamentaria sólo en lo que se refiere al lugar de mi entierro. Siempre he confiado mi vida y mi ministerio sacerdotal y episcopal a la Madre de Nuestra Señor, María Santísima. Por lo tanto, pido que mis restos mortales descansen esperando el día de la Resurrección en la Basílica Papal de Santa María la Mayor. Deseo que mi último viaje terrenal termine en este antiguo santuario Mariano, donde iba a rezar al principio y al final de cada viaje apostólico a Roma, confiaré confiadamente mis intenciones a la Madre Inmaculada y le agradezco su cuidado materno. Pido que se prepare mi sepulcro en el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza de la mencionada Basílica Papal».