Turismo en España

El "Síndrome de París" llega a España: la turismofobia y la desilusión de los turistas chocan en las principales ciudades

Aunque los registros por ingresos han aumentado considerablemente en el último curso y las estimaciones para 2025 auguran otro incremento, esta sensación cada vez es más palpable

Varias personas en Gran Vía, a 14 de diciembre de 2024, en Madrid (España). 14 DICIEMBRE 2024;RECURSOS;GRAN VÍA;CALLE;GENTE;PERSONAS;PASEO Ricardo Rubio / Europa Press 14/12/2024
Gran Vía de MadridRicardo RubioEuropa Press

Durante los últimos años, el turismo en Europa se ha magnificado hasta un punto de no retorno en el que las principales capitales europeas se encuentran abarrotadas durante el periodo vacacional. Este fenómeno, de manera irremediable, se ve reflejado en España. Asimismo, el territorio nacional desde hace décadas se ha presentado como el lugar favorito para los extranjeros tanto por su cultura gastronómica como por los atractivos folclóricos de nuestras costumbres. De esta manera, áreas como Madrid y Barcelona se han convertido en paraísos turísticos, pero estas comunidades no son las únicas afectadas, pues cada vez son más las ciudades que siguen estos ejemplos.

Según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo, las estimaciones para este 2025 apuntan a un incremento del 4,7% con respecto al año pasado. Este porcentaje total se traduce en una contribución 260.500 millones de euros, números inéditos que refutan el fuerte impacto del sector sobre la economía nacional. Es por eso que los casi cien millones de visitantes que se prevén que vengan a nuestro país durante esta temporada en concepto de vacaciones suponen un músculo financiero indispensable para el sistema español. El nicho turístico cada vez es más amplio y lugareños de diferentes culturas se unen a la tendencia de visitar los encantos españoles.

Los británicos encabezan la lista de los turistas que más frecuentan nuestras fronteras. Pero, en general, los habitantes de las principales potencias europeas acuden a la llamada española cada verano. Encontrar alemanes, franceses e italianos, entre otros, son cada vez más habituales en nuestros negocios. Sin embargo, a medida que el número de turistas avanza, está creciendo un sentimiento de animadversión contra el turismo masificado en las ciudades más frecuentadas por esta parte de la población foránea y, asimismo, un sentimiento de desilusión por parte de los visitantes debido a varias de las costumbres españolas.

La turismofobia se propaga por España: el ejemplo de Francia

Aunque la visita extranjera supone un empuje económico sobre la hostelería, la realidad es que resulta ciertamente incómodo para aquellos vecinos que habitan en las zonas más turísticas. De esta suerte, durante los últimos tiempos se ha intensificado este sentimiento de turismofobia sobre el que ahora recaen factores como el encarecimiento de la vivienda. Por tanto, los alquileres de domicilios particulares que han relegado a un segundo plano a los hoteles y han aumentado los precios para los españoles que desean vivir todo el año en estas determinadas ciudades.

Por otro lado, muchas de las consecuencias del turismo masificado se están sufriendo en la actualidad y todo apunta a que empeorarán si no se ejerce un cierto control sobre este fenómeno. Un claro ejemplo es la erosión del patrimonio cultural y de los lugares considerados como patrimonio nacional, la subida de precios a todos los niveles, y, de esta manera, la inflación del coste de vida, y la presión sobre los servicios públicos. De este modo, en las zonas más visitadas es frecuente encontrar pintadas y carteles en contra de que estas prácticas se sigan llevando sin ningún tipo de autoridad.

Los turistas decepcionados con las costumbres españolas

En este caso, el llamado "síndrome de París", también se ha manifestado en nuestro país. Este concierne a las expectativas previas que uno tiene del viaje y la decepción a posteriori del mismo con motivo de una fuerte desilusión. Un claro ejemplo de lo mentado recae sobre el testimonio de la influencer Allie Hubers que, tras su visita a varias ciudades de España, explicó que a pesar de considerar a nuestro país como un "destino mágico" no volvería a corto plazo. Algunos factores como el estilo de vida tan tardío que seguimos en España o la "siesta" fueron las causas por las que realizó esta afirmación.

"La costumbre local de la siesta implicaba que muchos negocios cerraban casi toda la tarde, y la cena solía servirse por la noche. Como estadounidense, me costó planificar mi horario y adaptarme a horarios comerciales y de comida a los que no estaba acostumbrada en casa", explica. Por tanto, el estilo de vida de ambas culturas, la propia y la española, chocaba frontalmente produciendo desencuentros en muchos de los hábitos diarios. Asimismo, el rechazo de muchos españoles, y su correspondiente "turismofobia", ha contribuido a su decisión.