Entrevista a Marta Morente

«Si no se transita un duelo, puede derivar en enfermedades»

La antropóloga social y cultural especializada en la intervención en duelo Marta Morente asegura que es necesario formar sobre la muerte a la sociedad

Marta Morente, antropóloga social y cultural especializada en la intervención en duelo
Marta Morente, antropóloga social y cultural especializada en la intervención en duelo. David JarDavid JarFotógrafos

Marta Morente convive a diario con la muerte, con el duelo ajeno y también el propio. Está acostumbrada a escuchar y a guiar. Se nota en la forma en la que atiende y explica. Pausada. Calmada. Sincera y sin prejuicios. Nos encontramos con esta antropóloga social y cultural especializada en la intervención en duelo minutos antes de su participación en una jornada organizada por el Programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas de la Fundación «la Caixa» sobre «Los diferentes rostros del cuidado», para abordar el reto del duelo, un proceso complejo que no entiende de generalidades, culturas ni religión. Buena cuenta de ello da esta experta a través de las diferentes historias que pasan por su consulta.

¿Cómo debemos abordar un proceso de duelo?

El duelo es un tránsito, un proceso costoso. Muchas veces se trata desde una visión más psicológica, pero hay que integrar también la espiritualidad, la transculturalidad y la importancia del mundo simbólico que hay detrás de un duelo. Yo tengo formación en Magisterio, Antropología y Psicología y estas tres disciplinas me ayudan a mirar a la persona de una manera mucho más holística.

¿Determina la religión el proceso de vivir un duelo?

Los profesionales del duelo lo que queremos es acompañar a la persona en una nueva integración de la vida. Puede que algunos se autodenominen muy religiosos, pero, a lo mejor, son poco espirituales. Otras veces, atiendo a quien viene con un nivel de espiritualidad muy profundo, pero no es religiosa. Incluso aquellos que viven desde una religiosidad determinada lo hacen de un modo más o menos estricto. Lo espiritual que va más allá de lo religioso es algo intrínseco al ser humano, pero que se tiene que trabajar a lo largo de la vida.

¿Qué herramientas son útiles para superarlo o aprender a vivir con él?

Es fundamental entender el manejo del tiempo. Y es que el tiempo del doliente no es el mismo tiempo de una persona que no está en duelo. El tránsito de un duelo requiere de su tiempo, cada uno el suyo. También es importante el manejo del espacio, preguntarse dónde está o dónde queremos ubicar a la persona que se ha ido, así como los vínculos. Hay que pensar qué vínculo tenía con el ser querido y cuál quiero seguir teniendo una vez se ha ido.

¿Por qué pensar siempre en el más allá tras la muerte? ¿No resultaría más sencillo asimilar la finitud de la vida?

Este es un discurso que ahora está muy en boga en la cultura global y sobre todo en culturas muy urbanizadas e industrializadas. Es la tecnología y la ciencia médica la que se impone: el fin total es cuando se para el corazón y los pulmones dejan de funcionar. Pero es que, aunque haya un fin total hay que gestionar el legado que deja esa persona, porque hay algo de ella que queda en ti: los recuerdos, las experiencias... Eso no muere ni desaparece y hay que ubicarlo.

En definitiva, es saber gestionar la ausencia, independientemente de si se cree en el más allá o no.

Es la gestión de ausencia y de la nueva presencia porque no hay ausencia si no ha habido presencia antes. En noviembre, recordamos a nuestros fallecidos y eso es una presencia anual de las personas que no están.

¿Por qué no se habla y se forma más desde pequeños sobre la muerte? ¿Sigue siendo un tabú?

En cierto modo, todos llevaríamos mejor un duelo si hablásemos más y estuviéramos más formados en la muerte, si fuera un tema integrado en la sociedad como parte de seres finitos que somos todos. En las escuelas también, sin embargo, me da la impresión de que lo abordan tarde, cuando ya se ha producido, por ejemplo, la muerte de un niño o un familiar.

¿Qué consecuencias puede tener un duelo no transitado o mal gestionado?

Muchas y muy radicales. Desde personas que se vuelven adictas al trabajo a otras que se apuntan a muchísimas actividades para no mirarse y no atravesar el dolor. En el otro polo hay gente que entra en depresiones profundas, no sale de casa, se aísla... Esto a nivel emocional, pero en el físico y biológico puede derivar en enfermedades, problemas musculares, digestivos, respiratorios.... hasta cáncer. Un duelo no atravesado tiene muchos matices. Puede surgir el rechazo o la negación constante, la evasión... También depende mucho de los mecanismos aprendidos desde la infancia que se resumen en huida o afrontación. Hay personas que acumulan duelos y no se dan cuenta de ello hasta que explotan. Hay quienes vienen con muchos nudos y cuando quitas uno van saliendo muchos otros que desconocía.

¿Cómo se debe afrontar el duelo de uno mismo?

No hay una respuesta única. Yo trabajo la muerte propia en un taller. Vienen enfermos, pero también sanos. Es muy fuerte empezar a elaborar tu propia muerte, tener percepción de tu propia finitud, pero creo que ayuda mucho. Si trabajo mi interdependencia con los demás, mi vulnerabilidad, puedo asumir mi muerte y tener más herramientas llegado el momento que si vivo desde la a autonomía y el individualismo, tan presente en nuestra sociedad.