
Desarrollo personal
El truco más elegante para salir airoso cuando no tienes ni idea de algo
Decir "no lo sé" no te hace quedar mal. De hecho, puede ser la forma más inteligente de salir bien parado

Saberlo todo es imposible. Fingir que sí, suele salir caro. Aprender a decir "no lo sé", sin perder credibilidad (ni el estilo), puede ser una de las habilidades más útiles -y respetadas- en cualquier conversación.
Vivimos en una época en la que parecer informado es casi tan importante como estarlo. Por eso, cuando alguien nos lanza una pregunta inesperada, ya sea en una reunión de trabajo, una cita o una comida familiar, nuestro instinto suele ser improvisar una respuesta, aunque por dentro no tengamos ni una pista. El problema es que muchas veces el intento de disimulo se nota. Y quedar como alguien que no sabe lo que dice es mucho peor que admitir, con claridad y honestidad, que se nos escapa el tema.
Fingir no te hace quedar mejor (de hecho, suele hacerte quedar peor)

A todos nos ha pasado: ese momento incómodo en el que alguien menciona un libro, un tema de actualidad o un término técnico que no conocemos, y en lugar de preguntar o mostrar interés, asentimos, con cara de entenderlo todo. ¿Por qué cuesta tanto decir "no tengo idea"?
Según los autores Stephen J. Dubner y Steven D. Levitt, creadores del libro Freakonomics, esto tiene que ver con la presión social: tememos parecer menos competentes o perder autoridad. Pero la realidad es la contraria. Admitir que no sabemos algo, lejos de restar puntos, puede transmitir autenticidad, curiosidad y seguridad. En definitiva: puede hacernos quedar mucho mejor.
Cuando el jefe no pregunta (y todo sale mal)

En el entorno laboral, esta dificultad se agrava. Según Kristi Hedges, experta en liderazgo, a mayor responsabilidad, más cuesta reconocer la incertidumbre. Muchos líderes, por miedo a parecer débiles, evitan reconocer lo que no dominan. Y eso, en lugar de fortalecer su imagen, suele traducirse en decisiones erróneas, errores evitables y una desconexión con el equipo.
"Prepararse para cada reunión como si fuera un examen es comprensible, pero la clave de un buen liderazgo no está en tener todas las respuestas, sino en saber hacer las preguntas correctas. En abrir espacio para que otras voces, con más información o perspectiva, puedan aportar", señala Hedges.
Aceptar que no se sabe algo es también una muestra de inteligencia

La buena noticia: cada vez más empresas, líderes y expertos valoran la capacidad de reconocer lo que no se sabe. Según Hedges, los perfiles más buscados no son los que dan respuestas automáticas, sino los que se permiten explorar, dudar y resolver con criterio. Los que entienden que no saberlo todo no es una debilidad, sino una oportunidad para crecer.
Además, hay un motivo neurológico detrás de nuestra necesidad de responder: al dar una respuesta (aunque sea incorrecta), el cerebro libera dopamina, la hormona asociada al placer. Es decir, contestar nos hace sentir bien, aunque luego nos demos cuenta de que patinamos.
Cómo decir "no lo sé" sin perder ni un gramo de credibilidad
No hace falta quedarse en blanco ni tartamudear para confesar que no sabemos algo. Estas fórmulas -extraídas del libro de Dubner y Levitt- ayudan a salir del paso con elegancia y honestidad:
- "No lo sé, pero me interesa saberlo"
- "Déjame revisar esa información y te respondo más adelante"
- "No tengo una respuesta cerrada, pero puedo darte una perspectiva desde lo que conozco"
- "Esa es una muy buena pregunta. ¿Podrías explicarme más sobre el tema?"
- "No es mi especialidad, pero te puedo poner en contacto con alguien que lo domine"
Lo importante no es fingir que tienes todas las respuestas, sino mostrar disposición para entender, preguntar o buscar soluciones. En un mundo lleno de certezas forzadas, la humildad se vuelve una herramienta poderosa. Porque sí: decir "no lo sé" puede ser incómodo al principio. Pero con el tiempo, se convierte en una de las formas más inteligentes -y atractivas- de estar en el mundo.
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