Salud
El vértigo infantil explicado a los padres
Los niños pequeños rara vez explican con precisión lo que sienten
Cuando un niño se marea o pierde la estabilidad, el susto de los padres es inevitable. El vértigo en la infancia, por lo llamativo de sus síntomas, suele generar una preocupación inmediata. Sin embargo, los especialistas insisten en que la mayoría de los episodios tienen un origen benigno y transitorio y, sobre todo, que las causas graves son extraordinariamente infrecuentes. Trastornos como el vértigo paroxístico benigno infantil y la migraña vestibular, que cursan con vértigo intenso y las migrañas con/sin aura (entre otras raras en la infancia), que más bien cursan con sensación de inestabilidad, representan cerca de la mitad de los diagnósticos, mientras que los tumores de la fosa posterior suponen menos del 1 %.
“Lo esencial es transmitir tranquilidad: la inmensa mayoría de los cuadros de vértigo en niños no entrañan riesgo ni dejan secuelas”, explica el Dr. Daniel Martín Fernández-Mayoralas, neuropediatra del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo y Olympia Centro Médico Pozuelo. El especialista subraya que muchos de estos episodios tienen una evolución autolimitada, mejoran con el tiempo y, en ocasiones, basta con identificar desencadenantes como la falta de sueño o situaciones de estrés.
El barco o el tiovivo
Una de las dificultades añadidas es que los niños pequeños rara vez explican con precisión lo que sienten. En la consulta, no es raro que describan la sensación como “ir en un barco” o “estar en un tiovivo”, o que simplemente aparezcan torpes, se tambaleen o busquen el abrazo de un adulto sin motivo aparente.
Esa imprecisión —que los especialistas señalan como una de las principales barreras diagnósticas— obliga a escuchar tanto al niño como a la familia, y a reconstruir con detalle cómo aparecen los episodios: si son bruscos, si duran minutos u horas, o si coinciden con cefalea, otros signos neurológicos focales, nistagmo, infecciones recientes o esfuerzos físicos, entre otros síntomas y/o signos a recoger durante la consulta.
Otro aspecto en el que coinciden tanto los especialistas como la literatura médica es la amplitud de posibles causas. El “mareo” es un síntoma muy inespecífico y puede aparecer en contextos tan diversos como problemas del oído interno, migrañas, traumatismos, neuritis vestibular, trastornos neurológicos o factores emocionales. En muchos escolares, por ejemplo, el estrés o la ansiedad pueden generar mareos sin que exista un problema orgánico de base.
Un detallado proceso diagnóstico
El proceso diagnóstico, por tanto, comienza siempre con una historia clínica minuciosa, como hemos comentado, y tras ella un examen neurológico completo. El especialista presta atención a los movimientos oculares, buscando nistagmo —un movimiento involuntario de los ojos— y valorando si se trata de un origen periférico (oído interno) o central (sistema nervioso).
En ocasiones el especialista pedirá resonancia magnética cerebral/de conductos auditivos, electroencefalograma o analítica, según la sospecha clínica, no de forma rutinaria. Otra prueba que puede pedirse cuando persisten dudas o el especialista lo cree pertinente, es la videonistagmografía (VNG), una prueba que registra los movimientos oculares mediante luz infrarroja y que permite registrar los movimientos oculares involuntarios (por ejemplo, un nistagmo) difíciles de captar en la consulta. Esta técnica resulta especialmente útil para diferenciar causas y orientar el tratamiento, pero para realizarla hace falta que el niño colabore y tenga cierta edad: entes de los tres años es imposible y entre los tres y los seis difícil, según el caso.
El abordaje terapéutico depende de la causa. Las migrañas, como la vestibular —la que más comúnmente produce vértigo intenso— suele mejorar con medidas de higiene del sueño, control del estrés y, si es preciso, tratamiento preventivo. El vértigo o sensación de inestabilidad tras infecciones víricas o pequeños traumatismos requiere, por lo general, solo apoyo sintomático y reposo. En casos persistentes, la rehabilitación vestibular realizada por fisioterapeutas especializados puede acelerar la recuperación. Y cuando el origen es emocional, la intervención psicológica es parte de la solución.
En definitiva, el vértigo infantil impresiona y descoloca, pero raras veces es señal de un problema grave. Con una evaluación adecuada y el seguimiento del especialista, la mayoría de los niños recuperan pronto su equilibrio —literal y figurado— y continúan con su vida cotidiana sin secuelas.