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Opinión

Virgen de agosto

En todo el mundo cristiano se celebran en torno al 15 de agosto fiestas populares

Antonio Pelayo La RazónLa Razón

Lo que la liturgia católica denomina solemnidad de la Asunción de la Virgen María a los Cielos, declarada dogma de la Iglesia en tiempos de Pío XII, el lenguaje popular lo ha denominado más sencillamente la Virgen de Agosto. En todo el mundo cristiano se celebran en torno al 15 de agosto fiestas populares, en España, en centenares de ciudades, pueblos y aldeas. Salen a las calles en profesión con imágenes de la Virgen. Se celebran misas en las catedrales, iglesias y ermitas a ella dedicadas y se festeja a la Madre de Jesús.

He sido testigo de este fenómeno en San Sebastián, donde el 14 y el 15 de este mes miles de personas se postran ante la imagen de la Virgen en la imponente iglesia de Santa María, mientras el Orfeón Donostiarra interpreta la inspirada versión de la Salve del maestro Licinio Refice.

El obispo Fernando Prado recalcó este año que «en torno a esta fiesta de la Virgen nacieron precisamente las fiestas de la Semana Grande». «Conviene recordarlo», advirtió. «Con la misa, no cumplimos, sobre todo, con una antigua costumbre, sino que reconocemos y celebramos nuestra fe», defendió el pastor, que aclaró que «venir a Santa María hoy no es venir a un acto cultural en el que escuchar al Orfeón, al que escuchamos, obviamente, con agrado, sino que venimos, sobre todo, a celebrar la vida».

Sin entrar en elucubraciones, esta unión entre religión y fiesta popular está muy presente en nuestra historia. Hoy no faltan quienes pretenden desacralizar estas manifestaciones religiosas tan arraigadas en nuestra historia. Es una batalla que los cristianos no deberíamos perder. Por supuesto, cada uno es libre de pensar lo que quiera. Pero nadie puede privarnos del derecho a manifestar nuestra fe en las calles y plazas de nuestro país.