Sucesos
“Caso Ardines”: las visitas a prisión de la mujer infiel al marido que ordenó el asesinato del concejal de Llanes
El hombre que encargó el crimen del concejal de Llanes cumple su primer año en la cárcel estudiando administración y dirección de empresas por la Uned y dando clases de electricidad a otros presos. Su mujer, amante de Javier Ardines durante 20 años, va a verle todos los sábados
–¡Yo no he follado con nadie! ¡Que se te meta en la puta cabeza!
–Te ríes de quien te de la gana, de mí no. Ya te has reído muchos años. Muchos.
Justo el día antes del asesinato de Javier Ardines, Pedro y Katia discutieron en este tono por WhatsApp. La que fuera amante del concejal de IU de Llanes durante más de 20 años y su marido tuvieron la enésima bronca por unos cuernos que ella trataba de ocultar después de que éste descubriera una infidelidad que se prolongaba en el tiempo. Ocurrió medio año antes, a finales de 2017. Estaban los tres en una sidrería y Pedro, con la mosca ya detrás de a oreja, dijo que iba al baño y dejó el móvil grabando debajo de una servilleta. Katia y Ardines se retrataron solos. «Le digo: «¿Yo? pues ir calentando la casa para cuando llegues». Lo que no sabe es cómo la caliento... Si no, agárrate que vienen curvas», dijo ella, picarona. «Llevamos años librando», añadió él. Y vaya si llegaron las curvas. Después de este descubrimiento, Pedro le pidió explicaciones a ella, que lo negó hasta la saciedad. Solo «tonteaban», llegó a admitir. Pero él, enamorado de Katia hasta la médula, ya había comenzado a urdir un plan para vengarse del concejal. Para él, aquello fue algo más que unos cuernos. Ardines era casi de su familia. La mujer de éste, Nuria –profesora en un instituto de Llanes–, era prima de Katia y las dos parejas habían alternado juntas siempre en Nueva de Llanes (Asturias): rutas por el monte, fiestas de prao, cenas en sidrerías... Pedro no superó la traición y, lejos de separarse de su mujer, prefirió eliminar al amante.
Once días antes del asesinato, además, quiso dar cuenta de la infidelidad a la mujer y a la hija del concejal y les envió por WhatsApp la prueba del delito: ese audio donde los propios amantes reconocían sus encuentros íntimos a lo largo de los años. Nuria no contestó. Alba, la hija de Ardines, dijo: «Aquí no sabíamos nada» y él se desahogó ante su medio sobrina: «Yo lo escuché 1.000 veces. Al principio no podía terminar de escucharlo entero. Lo escuché con cascos y en silencio y ufff... Me rompo cada vez que lo escucho». De algún modo, parecía pedir perdón por adelantado a la hija de la persona de la que ya había encargado su ejecución: «Lo siento, pensé que podría superarlo y no quería hacer sufrir a nadie. Pero no puedo más», dijo. Pedro Nieva Abaigar, hoy de 49 años, había pagado por el asesinato de Javier Ardines a dos sicarios argelinos gracias a la mediación de su amigo Jesús Muguruza, con contactos en el hampa vasco. Tras varios percances, el plan se llevó a cabo la madrugada del 16 de agosto de 2018, pero los implicados no fueron arrestados hasta el 19 de febrero de 2019, hace ahora un año. Aunque los responsables son cuatro (inductor, enlace y dos autores materiales), solo fueron detenidas tres personas porque uno de los sicarios, Maamar Kelii, había huido a Suiza, donde sigue pendiente de extradición. Ingresaron en la prisión asturiana de Villabona aunque Nieva fue trasladado al centro penitenciario de Zaballa, en Álava, situado a 50 minutos de la vivienda familiar de Amorebieta (Vizcaya). Hasta allí acude cada sábado Catalina Blanco Rodríguez, Katia, de 48 años. A veces va con su cuñada, la hermana de Pedro, y se comunica con él a través de una mampara. El interno tiene autorizado un bis a bis familiar al mes y, cada quince días, uno íntimo con su pareja. Y es que, un año después de todo aquello, el matrimonio sigue en pie y ni las infidelidades de Katia ni el asesinato por parte de Pedro –contra alguien que era casi de la familia–, ha podido tumbar esta relación, muy cuestionada entre sus conocidos de Amorebieta y Nueva de Llanes. «Ella ha debido de sentirse, en parte, responsable del crimen y por eso no quiere dejarle, pero ¿cómo se puede perdonar algo así?», comenta una conocida de Katia, que asegura que la mujer, a pesar de saberse la comidilla del barrio de Zubipunte, no ha abandonado su casa y sigue frecuentando el Aterpe Café por las mañanas. «Esa familia vivía muy bien y ella no trabaja», apuntan desde un negocio cercano. El alto nivel de vida que llevaban Pedro y Katia tampoco pasaba desapercibido en Nueva de Llanes, donde veraneaban y residían los fines de semana en una casa que compraron a pocos metros de la del matrimonio de Javi y Nuria, sus primos y amigos. «Esa casa la pagaron en mano. Venían con un Audi, con ropa de G-Star y todo el día cenaban fuera... Todos sabemos lo que dan de sí los sueldos...», explican en el pueblo de Nuria y Katia, esas primas inseparables que ahora no se hablan. Si no se esconde en Amorebieta, al parecer, Katia tampoco teme las críticas asturianas. «Dicen que sí vinieron algo por el verano, que la casa estuvo algún día abierta. La tienen a nombre de los hijos, que ya son veiteañeros. Lo harían para no tener que indemnizar de cara al juicio», añaden.
Cultivos de marihuana
Al matrimonio siempre le fue muy bien económicamente porque la empresa de suministros eléctricos que montó Pedro, Mugarra –que sigue en activo en la calle San Pedro de Amorebieta aunque ahora la lleva su familia–, había logrado hacer las instalaciones eléctricas de varias empresas grandes y, al parecer, también alguna de cultivos interiores de marihuana. Precisamente gracias a su profesión, Nieva está llevando una vida más o menos relajada en prisión. Según fuentes cercanas, es un tipo tranquilo, trabaja en mantenimiento y ha dado cursos de electricidad a otros presos. «El tío es un crack en lo suyo. No es que sepa mucho, es que hay pocos como él, debe ser perito electricista», aseguran. Ahora en Zaballa, está en el módulo 8, el mejor de la prisión, donde van los de delitos primarios y de destinos (internos con buen comportamiento que tienen un trabajo asignado en el centro). Estudia Administración y Dirección de Empresas (ADE) por la UNED y sale cada día al departamento sociocultural de la prisión para asistir a las clases. También acude a un taller de jardinería, según las mismas personas. El tan comentado tren de vida del matrimonio no pasó inadvertido tampoco para los agentes de la Guardia Civil que entraron en sus casas (en Amorebieta y Belmonte de Pría) el año pasado. Al adosado de Zubipunte no le faltaba un detalle de lujo y Katia incluso recriminó a los agentes los desperfectos que estaban causando durante la entrada y registro. Desde luego, los agentes del GAR de la Benemérita no llamaron al timbre antes de entrar, pero es que luego encontraron en la vivienda dos escopetas y un fusil. En una reacción quizá instintiva, Pedro trató de huir por una ventana de la buhardilla. Para los investigadores no fue fácil llegar hasta este día. Tras el asesinato del concejal, abrieron tres líneas de investigación: su vida política, su vida sentimental y posibles rencillas con los vecinos del pueblo. La última se descartó pronto. La primera quitó mucho tiempo a los agentes porque es cierto que existían problemas con las plazas de Policía Municipal y Ardines podía mandar a la calle a agentes con 20 años de interinidad. Aunque fue investigando en su vida amorosa cuando dieron con la tecla. El móvil del concejal era una «mina» y tuvieron que llamar a declarar a varias amantes, lo que provocó numerosos divorcios en el concejo. Los agentes eran conscientes de que podía haber muchos maridos «cabreados». Llegaron a Pedro, pero tampoco fue fácil unir a éste con los sicarios aunque, como casi siempre, lo lograron.
Un juicio parado por la nula colaboración suiza
El Juzgado de Instrucción de Llanes se ha dirigido a la Agencia de la UE encargada de la cooperación judicial (Eurojust) para que Suiza extradite (o ponga una fecha) a Maamar Kelii, el sicario que habría matado a Ardines (en la imagen), según el otro autor material: Djilali Benatía. Maamar huyó a Suiza tras el crimen y allí acaba de ser condenado a 15 meses por lesiones y tráfico de drogas. La causa del concejal está parada hasta que no le tomen declaración. Habrían recibido 25.000 euros por el encargo. Le tendieron una emboscada: colocaron unas vallas en el camino para obligarle a bajar de la furgoneta. Le rociaron con gas pimienta y le golpearon con un bate de béisbol que compraron por 8 euros para luego asfixiarle por detrás, que fue el motivo de su muerte, según la autopsia. Una causa con preso en «stand by» podría suponer una vulneración de derechos hacia los investigados si alguno quedara absuelto, pero quienes más sufren esta espera es la familia de Ardines: sus hijos Iván y Alba, su mujer Nuria y su madre, ya que su padre falleció a los 15 días de las detenciones por el asesinato de su hijo.
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