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Cambio climático

Científicos frenan la idea de “bajarle el brillo” al sol: los riesgos son mucho mayores de lo que pensamos

Un nuevo estudio recuerda que la promesa de enfriar la Rierra bloqueando parte de la luz solar oculta un riesgo enorme, ya que podría alterar el clima de forma que no podemos prever

Vista desde el espacio de la Tierra. AP

Durante los últimos años, se han explorado diferentes alternativas para frenar el cambio climático. Varias de ellas, de hecho, han apuntado directamente al enfriamiento de la Tierra desde el exterior. De hecho, recientemente, el CEO de xAI, Elon Musk, ha planteado la posibilidad de aprovechar la red satelital de Starlink para enfriar el planeta a través de la gestión de radiación solar.

Con la misma finalidad, una idea tan tentadora como arriesgada ha venido ganando terreno entre las opcionadas para frenar el cambio climático. La propuesta que encierra parte de preguntarse si no bastaría con bloquear una parte de la luz del Sol. De hecho, en ella se basa el principio de la geoingeniería solar, una estrategia que propone inyectar aerosoles en la estratosfera para reflejar una fracción de la radiación solar de vuelta al espacio y enfriar el planeta.

No obstante, un estudio reciente de la Escuela de Clima de la Universidad de Columbia, EE UU, publicado en Scientific Reports, advierte que los daños asociados a esta propuesta de "bajarle el brillo" al Sol son mucho mayores y menos previsibles de lo que plantean los modelos actuales.

El problema, según advierten los expertos, está en que las simulaciones que alimentan estos proyectos son inevitables implificaciones del mundo real: trabajan con partículas parfectas, distribuidas de forma ideal y en las cantidades exactas, mientras que la realidad atmosférica es caótica. Por esto, la distancia entre las predicciones de los modelos y la realidad podría ser el verdadero talón de Aquiles de la geoingeniería solar.

¿Sueño tecnológico o amenaza medioambiental?

Como los sistemas climáticos de la Tierra son tan complejos y se encuentran interconectados, la posibilidad de desencadenar un efecto mariposa es enorme: con manipular tan solo una variable se podrían desencadenar efectos secundarios de gran magnitud. Por esto, el estudio advierte que si bien la geoingeniería solar pueda parecer un atajo tecnológicamente seductor para enfriar la Tierra, podría complejizar los problemas climáticos todavía más.

En otras palabras, una intervención mal calibrada tendría el potencial de alterar monzones tropicales, desplazar la corriente de chorro o modificar patrones globales de lluvia, lo que impactaría directamente la agricultura, ecosistemas y el acceso al agua de millones de personas.

Los problemas vienen incluso de los experimentos en los que, aún con condiciones "idóneas", se han presentado inconvenientes en relación con las materias empleadas, pues en la mayoría se ha optado por liberar sulfatos en la estratósfera, que podrían derivar en lluvia ácida, degradación del suelo y contaminación del agua. Mientras tanto, otros han pretendido ser más "limpios" usando carbonato de calcio o nanopartículas de diamante, pero tampoco han pasado libres de problemas.

Por esto, la comunidad científica insiste en que el camino real para enfriar la Tierra está lejos de soluciones rápidas. En su lugar, señalan que debe optarse por reducir las emisiones, desacelerar el consumo y apostar firmemente por energías limpias, pues son las vías más seguras y efectivas.