
Espacio
La Starship volverá en 2026: no hace más que crecer y es todavía más ambiciosa de la mano de Elon Musk y Spacex
SpaceX ha detectado una anomalía en el Super Heavy durante las pruebas en Texas, un contratiempo que exige investigar las causas antes de continuar con la hoja de ruta para estrenar la nueva versión del cohete el próximo año

La reconquista de la Luna se ha convertido en el gran anhelo de la exploración espacial contemporánea, una carrera en la que Estados Unidos se juega mucho prestigio internacional bajo la atenta mirada de la administración del presidente Donald Trump. La NASA ha depositado su confianza en la compañía de Elon Musk para la misión Artemis III, cuyo objetivo final es depositar astronautas en la superficie lunar, un hito histórico que está prevista para el año 2027. La presión es máxima, pues el éxito de este programa depende enteramente de que la maquinaria funcione como un reloj suizo y cumpla los plazos establecidos.
En esta línea, las miradas están puestas en el primer trimestre del próximo año, fecha señalada para el estreno de la versión 3 de la Starship. No se trata de una simple puesta a punto, sino de una evolución de envergadura para el cohete más potente del mundo, que ahora presumirá de ser 1,5 metros más alta que su predecesora y de ofrecer una mayor capacidad de carga. Todo este despliegue se gesta en el complejo de Starbase, el mismo escenario que ha sido testigo de los once vuelos anteriores del programa.
De hecho, la complejidad técnica va mucho más allá del tamaño del vehículo. Tal y como han detallado desde el medio Digitaltrends, el sistema incorpora nuevos adaptadores de acoplamiento diseñados específicamente para la transferencia de combustible en órbita. Esta maniobra resulta vital para la viabilidad de las misiones de larga duración, ya que permite repostar la nave fuera de la atmósfera terrestre, una condición indispensable para poder alcanzar nuestro satélite con garantías de retorno.
Un tropiezo en las pruebas de tierra
Sin embargo, el camino hacia las estrellas rara vez es una línea recta y los ingenieros de SpaceX lo han comprobado recientemente en sus carnes. Desde las instalaciones de Texas llegan informaciones sobre una anomalía detectada en el propulsor Super Heavy, concretamente en la unidad Booster 18, durante unas pruebas de presión en el sistema de gas. Afortunadamente, el incidente ocurrió en un entorno controlado y el vehículo estaba desprovisto de motores y combustible, lo que evitó cualquier riesgo para la seguridad del personal y de la infraestructura.
Por consiguiente, la prudencia se ha impuesto en la sede de la compañía, que ha decidido tomarse un tiempo razonable para investigar a fondo el origen del fallo antes de retomar la actividad con este componente específico. Pese a este contratiempo técnico, el ritmo en la fábrica no decae: se mantienen los planes de realizar ensayos en tierra este mismo mes y la intención es completar el ensamblaje de la nave antes de que finalice el año, dejando claro que un obstáculo no detiene la inercia de este gigante aeroespacial.
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