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Análisis LG XBOOM Bounce

LG XBOOM Bounce, análisis: una escena inesperada y un altavoz que aprovecha muy bien sus fortalezas

El LG XBOOM Bounce no es un altavoz más: sorprende por su escena, su sonido trabajado y una colaboración inesperada con Will.I.Am. Lo he probado en casa y en estudio, y tengo claro que este dispositivo sabe jugar con sus puntos fuertes

El LG XBOOM Bounce suena más grande de lo que parece Sergio Agudo

Hace tiempo que dejé de pensar que los altavoces Bluetooth podían sorprenderme. En general, cumplen su función: se conectan rápido, suenan fuerte, tienen luces, y ofrecen ese tipo de experiencia festiva que muchos buscan. Pero en la mayoría de los casos, la firma sonora acaba pareciéndose demasiado entre modelos, salvo que haya un giro en el diseño acústico o alguien con criterio musical detrás del proyecto. Y eso, seamos sinceros, no pasa tan a menudo como debería.

Y sin embargo, aquí estoy, escribiendo este análisis del LG XBOOM Bounce, y empezando por el principio: me ha sorprendido. Mucho más de lo que pensaba.

La culpa, en parte, es de Will.I.Am. Sí, el de Black Eyed Peas. El músico, productor y tipo de mil proyectos que, al parecer, no solo ha prestado su nombre para que LG pudiera decir que este altavoz tiene “diseño colaborativo”, sino que ha metido mano de verdad. Y eso se nota. No en lo visual —que también—, sino en cómo suena. En cómo construye la escena. En los detalles que normalmente no aparecen en este tipo de dispositivos.

Diseño: robusto, llamativo y más cómodo de lo que parece

Detalle de la botonera del XBOOM BounceSergio Agudo

Basta con mirarlo para entender que el LG XBOOM Bounce no quiere pasar desapercibido. No es el típico altavoz compacto de líneas suaves que puedes colocar en una estantería y olvidarte de que está ahí. No. Este cacharro quiere que lo veas, que lo toques, que lo cojas y que te des cuenta de que tiene presencia.

La carcasa está envuelta en una malla de tela negra bien tensada que cubre casi todo el cuerpo, y rematada por dos paneles laterales con radiadores pasivos visibles, rematados por un anillo rojo que le da ese punto de contraste industrial que no todos se atreven a utilizar. La palabra "xboom" aparece en relieve en el frontal, iluminada por un LED de fondo que cambia de color y que, aunque puede parecer un adorno más, refuerza bien la estética general del producto.

La botonera, situada en la parte superior, sigue el patrón de símbolos sin texto que se agradece por limpieza visual, pero que obliga a adivinar funciones si no has leído el manual. En mi caso no fue un problema, pero conviene decirlo. Los botones son de goma dura, bien separados y con buen recorrido. Y lo mejor: no hay latencia entre la pulsación y la respuesta del altavoz. Clicas y ocurre. Así debe ser.

Una sorpresa agradable fue la correa integrada en la parte trasera, que no se ve de frente, pero permite levantar y transportar el altavoz con facilidad. No es un asa convencional ni tampoco una cinta colgante: es de tela elástica tensa, discreta pero útil, que convierte a este bloque macizo en un objeto mucho más cómodo de mover de lo que parece a primera vista.

Y luego está un patrón visual que recuerda (y mucho) a la estética de ciertos productos de moda urbana y zapatillas técnicas. Si me hubieras dicho que este altavoz forma parte de una colaboración con Adidas o con algún diseñador de accesorios futuristas, me lo habría creído. Pero no: es de LG, y el mérito del acabado está donde tiene que estar.

En resumen: es un diseño atrevido, funcional y bien construido, sin holguras ni chirridos. El plástico no da sensación de baratija, la tela aguanta bien el tacto, y la distribución de peso está equilibrada. Eso sí: es voluminoso. No pienses en llevarlo colgado del pantalón como si fuera un altavoz de 50 euros. Esto está hecho para plantarse sobre una mesa, sonar fuerte, y dejar claro que no es un altavoz más.

Un sonido sorprendente en más de un sentido

Detalle del radiador pasivo con anillo rojoSergio Agudo

Probé el Bounce en dos entornos radicalmente distintos. El primero fue mi casa. Superficies duras, muebles con ángulos raros, cortinas, ventanas, techo alto. Lo normal. Y el segundo fue mi estudio, donde todo está tratado acústicamente: paredes con absorción, monitores bien colocados, escucha en campo cercano. Lo que se espera de un entorno de referencia. Y la conclusión es clara: el Bounce suena mejor en casa que en el estudio. Parece una contradicción, pero no lo es.

En un entorno sin tratar, la psicoacústica se convierte en aliada. Rebotes, reflexiones, difracciones: el altavoz sugiere una escena amplia, y el cerebro hace el resto. Es como si estuviera diseñado pensando en eso: en espacios donde las imperfecciones ayudan. La música suena grande, aireada, con separación más que decente. Hay momentos —sobre todo con discos bien producidos— en los que parece imposible que el sonido salga de un solo dispositivo.

Pero cuando me lo llevé al estudio... ahí la cosa cambió. La escena seguía ahí, pero ya no flotaba. El espacio se achicaba. Las voces estaban más duras. Los agudos se quedaban más estáticos. Y lo que en casa parecía una mezcla envolvente, en el estudio se revelaba como un buen trabajo de procesado, sí, pero procesado al fin y al cabo. No es una crítica, al contrario: este altavoz está hecho para el mundo real, no para salas tratadas. Y en ese sentido, hace muy bien su trabajo.

Esto es lo que más me ha llamado la atención del Bounce. Y lo que más me ha gustado, porque la escena sonora que consigue construir no es normal para un altavoz de este tamaño, ni de este precio, ni de este segmento.

No hay sonido mono central, ni bola de graves que lo aplasta todo. Lo que hay es una mezcla con aire, con profundidad y con posicionamiento. Las guitarras se colocan bien. Las voces se despegan del fondo. Los efectos estéreo se perciben con nitidez. Y todo eso sin necesidad de estar justo delante del altavoz. Puedes moverte por la habitación y la sensación de espacio se mantiene sorprendentemente bien.

Aquí es donde intuyo la mano de Will.I.Am. Porque alguien que sabe lo que es mezclar un disco no permite que un producto firmado por él suene plano. Y eso se nota. Este altavoz no suena como otros de su rango. Suena como si alguien con criterio hubiera decidido cómo debía sonar.

Detalle de la parte inferior del XBOOM BounceSergio Agudo

La firma sonora del Bounce recuerda mucho a la curva Harman, lo cual es buena noticia. Es un perfil que funciona muy bien para música generalista, con graves potentes pero no descontrolados, agudos definidos sin estridencia, y una ligera elevación en los medios para mejorar la inteligibilidad vocal.

De hecho, me ha recordado en varios momentos tanto al JBL Flip 7 como al Charge 6, salvando las distancias. Y digo salvando porque los medios aquí tienen algo más de protagonismo, especialmente en voces y solos de guitarra. No es una elevación exagerada, pero sí suficiente como para cambiar el balance de algunas mezclas.

En estilos vocales, pop o rock clásico, esto funciona bien. La voz se impone, el mensaje llega. Pero con música más densa o con capas superpuestas (metal moderno, electrónica con mucho subgrave), la mezcla se descompensa un poco. No es dramático, pero sí perceptible.

Los graves, por su parte, están donde deben: presentes, con cuerpo, pero sin comerse el espectro. Y los agudos están bien afinados: brillan cuando deben, sin romper tímpanos. Algo que no se puede decir de otros productos de LG —como el XBOOM Go XG8T o el XG9G— que iban pasados de vuelta en la zona baja del espectro.

El Bounce suena fuerte. No rompe ventanas, pero tampoco se queda corto. A volumen máximo, mantiene el tipo bastante bien: hay algo de compresión, claro, pero no hay distorsión grave ni caída de frecuencias notables. Se puede usar en exteriores sin problemas, y en interiores llena una sala grande sin despeinarse.

El volumen útil (ese que no molesta pero llena) se sitúa en torno al 70% de su capacidad, lo que da margen para estirar la batería sin comprometer la experiencia.

La app: utilidad real sin complicarse la vida

LG ThinQ es útil, acompaña y no molestaSergio Agudo

Y ahora llegamos a una parte que suele estar llena de promesas y vacía de funciones: la companion app. En este caso, LG ThinQ. Disponible tanto en iOS como en Android, la aplicación cumple con lo que se espera de ella y añade un par de extras que se agradecen, aunque también tiene sus rarezas.

Lo primero que encuentras al abrirla es una interfaz dividida en dos pestañas principales: Dispositivo y Contenidos. Desde ahí puedes controlar lo básico —volumen, modo de sonido, luces—, pero también cosas menos evidentes. Por ejemplo, puedes activar el modo “Terapia curativa”, que no es más que una colección de listas de reproducción de ambiente con títulos del estilo “Sonido que despierta” o “Relajación activa”. ¿Útil? No mucho, pero ahí está.

En el apartado técnico, sí hay cosas que merecen la pena:

  • Control de volumen y efectos sonoros, con selector directo (como Bass Boost, Clear Vocal, etc.).

  • Encendido automático por Bluetooth.

  • Temporizador de apagado y modo de ahorro inteligente, con autoapagado si no hay conexión.

  • AI Calibration, que optimiza el sonido según la acústica del entorno (aunque los resultados son sutiles).

  • Control de iluminación (efecto “wave” activado por defecto).

  • Modo reproducción múltiple y Party Link, para emparejar más de una unidad.

Además, puedes cambiar el nombre del dispositivo, asignarle una ubicación, y programar el botón “MY” (el del icono de corazón en la botonera del altavoz) para que active tu contenido o configuración favorita al instante. Esto último, aunque parezca menor, puede ser útil si siempre escuchas lo mismo y no quieres abrir el móvil.

Y, por último, el Bounce también es compatible con Auracast, el nuevo protocolo de audio Bluetooth para retransmisión pública. Aún no tiene mucho uso real —es más una promesa que una necesidad a día de hoy—, pero es un guiño al futuro.

No hay integración con asistentes de voz ni funciones domóticas extrañas, y eso, sinceramente, es algo que agradezco. La app es estable, clara y no te obliga a pensar más de lo necesario. Y si lo único que quieres es ajustar el ecualizador o tocar dos botones para mejorar cómo suena todo, eso lo puedes hacer en 10 segundos.

Una autonomía dentro de lo esperable, que cumple

La batería está en la media de lo esperable: unas 13 horas de reproducción con volumen moderado. Si le das caña de verdad, puedes bajarlo a 10. Si lo usas de fondo, puede subir a 15. Pero la cifra oficial es bastante honesta.

Se carga por USB-C, como debe ser en 2025, y el tiempo de carga completa ronda las 3 horas. No hay carga rápida ni modos de ahorro agresivos, pero tampoco los necesita. Para un uso cotidiano, va sobrado.

Esto, sin Will.I.Am, no sería lo que es

Detalle del asa de transporte del LG XBOOM BounceSergio Agudo

El LG XBOOM Bounce no es perfecto, y no intenta serlo. Es un altavoz Bluetooth de tamaño medio, potente, con estética agresiva y un sonido afinado por alguien que sabe lo que hace. Y eso ya lo coloca varios pasos por encima de la media.

Sí, los medios están algo pasados. Sí, en un entorno tratado se le notan las costuras. Pero en el mundo real —donde se va a usar— suena francamente bien. Y tiene algo que no se compra ni se finge: intención. Está diseñado con intención. Suena con intención. Y no busca ser un clon más en la guerra de decibelios sin alma.

Los 199 euros que cuesta se justifican si buscas algo más que volumen. Si quieres definición, escena y un poco de personalidad, este altavoz merece tu atención. Y si no supiera que había un productor detrás, lo habría intuido por cómo suena.

Quizá no sea un producto revolucionario, pero tiene algo que escasea en esta categoría: criterio. Y eso, en el fondo, es lo que más se agradece.